Sentir que el Levante se mete por cada poro de la piel, que llega al corazón y te seca la sangre y los sentimientos…, también los resentimientos. Pasar de la rabia al asco, un profundo asco, y de asco a la esperanza, como el péndulo de un reloj, que sin pasión ni compasión repite cada segundo su viaje de ida y vuelta en un camino de sobra conocido, volver de nuevo al asco y a la impotencia. La cabeza, como en el tango de Gardel, gira y gira… Ponme la mano aquí Macorina, ponme tu mano aquí…
Descubro una vez más mi piel en tu piel, casi por casualidad, encuentro mi refugio en la guarida de tu esquina de la cama, sé que el tiempo compartido solo es un anticipo del tiempo por vivir. Me conoces, te conozco cada arruga, y sin embargo cada minuto a tu lado me devuelve a la incertidumbre del adolescente que tiene la osadía de no pensar en el futuro, está muy lejos, y que vive el día como si fuera el último…, tu voz me recorre la espina dorsal… Ponme la mano aquí Macorina, ponme tu mano aquí…
Paso por Puertatierra a la hora que el cielo sigue azuleando la noche temprana, la luna lunera esta encerrada en el pájaro metálico y no puede salir, ni siquiera crecer, no cabría la luna llena en esta jaula constitucional con garras de carroñero. Señora alcaldesa su ciudad esta mirando la luna y no se ríe, la tienen presa, y… ponme la mano aquí Macorina, ponme tu mano aquí…
Llegaste a mi vida con los fríos del mes de enero madrileño, tus tempranas sonrisas llenaron fotos, vídeos, álbumes de recuerdos, como queriendo asegurarme que, cuando la memoria falle, que fallará sin duda, siempre estén conmigo. Son los miedos, los temores de abuelo, que la edad abre paso en el inconsciente. Y me enseñas a reírme contigo, a poner cara al futuro con tu sonrisa… ponme la mano aquí…
Durante mucho tiempo la canción de Macorina estuvo censurada por estos lares, parece que a curas, fascistas y demás guardianes de los valores patrios no les gustaba donde ponía la mano Macorina, o por qué la ponía. Fue la primera mujer que obtuvo licencia para manejar un auto en La Habana, fue cortesana por no decir puta y, según una de las versiones de la historia de Macorina, tenía poderes curativos tan solo con poner la mano encima y quitaba dolores y dolencias. Por ello Chavela Vargas imploraba el roce de su mano en sus zonas dolidas, aunque fueran de amores.
Pudiera ser también que Macorina y Chavela se conocieran y vivieran una historia de amor, pudiera ser, o las dos historias son ciertas, quizás. De cualquier forma, cuando me duele algo, cuando me río de algo, me gusta cantar eso de… ponme la mano aquí Macorina, ponme tu mano aquí…, total el ‘aquí’ no se dice, y es tan amplio como la imaginación.
Ponme la mano aquí Macorina
ponme la mano aquí
veinte años y entre palmeras
los cuerpos como banderas
noche huateque y danzón
la orquesta tocaba un son
de selva ardiente y caprina
del cielo un gran frenesí DIARIO Bahía de Cádiz
