Cádiz es inundada por miles de turistas de crucero y de los otros. En el casco antiguo viven alrededor de treinta y cuatro mil cien vecinos, según el Ayuntamiento. Con tres cruceros de tipo mediano en el puerto de Cádiz, la cantidad de cruceristas que deambulan por las calles de Cádiz intramuros puede llegar sin exagerar a doce mil.
Doce mil personas, normalmente con signos de posible insolación, calcetines y sandalias en invierno y en verano, que en grupos, más o menos numerosos, invaden aceras, calles y esquinas, escuchando al guía que con toda desenvoltura es capaz de explicar cualquier cosa, sea o no sea cierta, eso sí con cierta gracia, y es que en Cádiz hay que ser gracioso.
Si tú vas a tus quehaceres, a hacer el mercado, o simplemente de paseo, buscando la sombra, te das de bruces contra un grupo de personas capitaneadas por alguien con megafonía y un paraguas como bandera. No se te ocurra decirles que te dejen continuar tu camino, no se te ocurra no sonreírles mientras eres tú, quien les cedes el paso, el que desciendes de la acera… porque si lo haces, algún padre de la ciudad te dirá que lo que quieres es acabar con la gallina de los huevos de oro. Aunque las gallinas viejas no ponen huevos, ni cuando están en el Ayuntamiento, ni desde el puerto. Además, que te digan que tienes crucerofobia o eres un anticrucerista. Qué piñazo tiene.
En Cádiz, si eres un vecino que hasta ahora vives o sobrevives en tu casa de alquiler, a la que en pocos sitios les darían la célula de habitabilidad, y el dueño del edificio no invierte lo más mínimo en ir reparando, portal, escalera, azotea…
Si te intenta largar de tu casa, por las buenas o por las malas, numerosos son los casos de “los asustaviejas”, para hacer apartamentos turísticos. Si tú les pones pancartas reclamando tu derecho a vivir en una vivienda digna, incluso pidiendo responsabilidades al Ayuntamiento, te dirán que eres un turismofóbico y que lo que quieres es que esta ciudad muera económicamente, aparte de que las pancartas, con los bonitos balcones de fondo, son antiestéticas. Qué piñazo tiene.
un ayuntamiento, en Cádiz o en Milán, si es gobernado por la derecha, va a escuchar a asociaciones de comerciantes, de bares y restaurantes. Va a hacer oídos sordos a vecinos
En una ciudad como Cádiz, en la que por tipo de construcción, abundan las “cocheras”, los espacios sin ventilación en bajos, utilizados por bares como almacén, por cofradías también como almacén, aunque lo que se almacene sea espiritualidad. El Ayuntamiento, en un alarde de “creatividad”, decide dar luz verde a facilitar la consideración de vivienda a este tipo de locales, y se la apunta en su lista de esfuerzos para ampliar el parque de viviendas de la ciudad.
En realidad es una práctica que desde hace tiempo se viene ofertando con total pasividad del gobierno de San Juan de Dios. Ya se puede alquilar por días o semanas locales, amueblados en Ikea, sin ventanas, para estancia vacacional. Si dices que lo que se pretende es extender y oficializar esta práctica, seguro que te tachan de ir contra esos vecinos que son dueños de este tipo de local. Qué piñazo tiene.
Un ayuntamiento, en Cádiz o en Milán, si es gobernado por la derecha, va a escuchar a asociaciones de comerciantes, de bares y restaurantes. Va a hacer oídos sordos a vecinos, a la gente, si lo que plantean perjudica mínimamente a lo que hace negocio, no en, sino con la ciudad. Piñazo en to los morros. Sí, sí, amigo, desde los ayuntamientos se hace política, pese a lo que digan, su política. DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio