Para alguien que escribe, al menos es mi caso, es fundamental el contacto directo con el lector, ese momento en el que las historias que inicialmente fueron del autor luego pasaron a ser del lector, y vuelven al primero enriquecidas, incluso con aspectos y/o interpretaciones que el propio autor desconocía o quizás no había deparado en ellos. En una palabra, como en el palo de flamenco se produce algo que va de aquí para allá, se enriquece y vuelve de donde salió con tintes y aspectos que, sin duda, lo hacen mejor.
Las presentaciones del libro han servido, en principio, para mostrar a las diferentes personas que han asistido de qué habla, cuáles son los personajes, por qué me decidí a escribir sobre Palestina y su infancia, además, y para mí muy importante, al escuchar a los asistentes he aprendido cuál es la visión de los mismos sobre la infancia palestina, incluso en alguna ocasión qué podemos hacer para apoyar al pueblo palestino. En alguna ocasión se pasó del libro al activismo social pro palestino, solo por esto habría merecido la pena escribir.
Este año me invitaron a firmar ejemplares del libro en una caseta de la Feria del Libro de Madrid en el Parque del Retiro, así como a participar en una mesa redonda, en la misma Feria, sobre Palestina. Desde la cultura se puede y se debe conseguir que el apoyo a los hombres, mujeres e infancia se ensanche, se haga más grande y esté más presente.
Es importante que entendamos que podemos, y se está consiguiendo convertir en una auténtica marea el clamor contra el genocidio sionista contra Palestina y para seguir ampliando cada vez más, es imprescindible alejarse de la tentación de utilización del discurso pro palestino con fines de acoso y desgaste de cualquier adversario político, tanto en clave nacional como internacional, que no sean los responsables directos del genocidio, es decir, los sionistas. Recuerdo el poema de ‘la muralla’ de Jorge Guillén: “para hacer esta muralla tráiganme todas las manos…”.
es imprescindible alejarse de la tentación de utilización del discurso pro palestino con fines de acoso y desgaste de cualquier adversario político, tanto en clave nacional como internacional
No pretendo, ni muchos menos, ser un estratega. Siempre me lié con la táctica y la estrategia, seguro que hay gente mucho más lista e inteligente que yo para estas cosas, pero ¿qué queráis que os diga?, convocar concentraciones en Ferraz, justo cuando se están rompiendo acuerdos armamentísticos concretos con Israel, y querámoslo o no, España es uno de los países que lideran la opinión mundial (admito que insuficiente) contra el genocidio, tanto en Gaza como en Cisjordania; mientras, sin salir de Madrid, el Ayuntamiento y la señora Ayuso, le brinda honores a los genocidas y a su embajador, sin que haya habido, (o yo no me enterado) ningún acto parecido de repulsa ante Génova, no lo llego a entender del todo, a no ser que sea más que una operación de desgaste al actual Gobierno, de “quítate tú pa ponerme yo” , quisiera que esto no sea así.
Firmar en una caseta, en una feria con más de un millón de visitantes, tiene su cosa también. Al lado de la caseta donde firmo hay una caseta especializada en libros con temática LGTBIQ+; estoy tan serio, porque firmar libros es una cosa seria, pasan por delante dos personas con una kufiya cada una, a mí me salió sin ninguna intención de piropo, les digo: “¡vamos esas kufiyas guapas!”. Se paran, me miran y dicen: “¡pa guapo tú!”.
O esa persona que se acerca a la caseta, mira, remira, le ofrezco, cuando emprende de nuevo su camino, un marcapáginas de la editorial, le pregunto si quiere que le ponga el teléfono de la librería, me contesta que no, que prefiere el mío (Tierra, trágame).
Las miradas se repiten una y otra vez, la gente se aproxima, se para, mira el cartel que indica que firmo libros hoy, me mira a mí, vuelve a mirar el cartel para comprobar que soy el mismo. Luego ya compra el libro… o no. Fermín Aparicio DIARIO Bahía de Cádiz