No me gusta discutir ni dar mi opinión ante gente desconocida, con la que no mantengo cierta relación personal, al menos cara a cara; cosa diferente es cuando escribo sin comillas.
Una de las veces que discutí con alguien en público fue con la vendedora en la tienda de congelados. Sucedió hace unos meses, cuando la buena señora, a pleno pulmón, (os habéis fijado que “las tenderas” hablan con un nivel de decibelios excesivo) gritaba “la Irene Montero está soltando a los violadores, ¡qué vergüenza!”.
Yo, tímidamente, porque soy tímido por naturaleza, comenté: son los jueces quien excarcelan a la gente. Ella se vino arriba, subiendo un poco más el volumen si cabe, aclaró, “ah, yo de política no entiendo, yo digo lo que dice ‘el internet’ y las noticias de la tele”. Mientras, el resto de clientes y clientas guardaron un silencio sepulcral. Creo que lo rompieron cuando yo salí de los “congelados”.
Y sí, eran los jueces los que excarcelaban, como son los jueces los que permiten que gente como los de las manadas tengan cierta legitimidad moral, o dan cobertura legal a que gente que prostituyen a niñas salgan impunes y no entren en la cárcel, porque reconocen que han pagado por tener sexo con niñas captadas por redes a tal fin; todos ellos empresarios y gente de orden, padres de familia, hombres de bien; es, quizás, el nuevo derecho de pernada.
Pero claro, siempre se puede aducir que los jueces no están para obrar y dictar sentencias con moralidad, y sálveme dios, de llamar inmorales a sus señorías, simplemente digo que se puede decir que de los temas morales se ocupan los curas (presiento que me he metido en otro jardín…). Aunque supongo que los que dicen esto no se referirán a los curas pederastas, o quizás sí.
eran los jueces los que excarcelaban, como son los jueces los que permiten que gente como los de las manadas tengan cierta legitimidad moral, o dan cobertura legal a que gente que prostituyen a niñas salgan impunes
Mientras, por ejemplo, el presidente de la conferencia episcopal y obispo de Valladolid, relativiza la importancia del palabras y canciones del alcalde de Vita, que cantaba en el escenario: “me encontré una niña sola en el bosque, la cogí de la manita y me la llevé a mi camita. La subí la faldita y le bajé la braguita (…) La eché el primer caliqueño…”, y llega a decir que “puede que vivamos en una sociedad excesivamente puritana”
Reconozco que en una sociedad que justifica la prostitución por ser la “profesión más antigua”, un país que ríe las gracias al escritor que reconoce haber pagado por sexo con menores, incluso que lo recomienda, o que ve natural el turismo de carácter sexual a Cuba, Tailandia o Marruecos, que no se escandaliza del acuerdo de juez y empresarios de Murcia, que admiten ser pedofilos para evitar la cárcel, es relativamente sencillo que florezcan magistrados y magistradas amorales.
Y es que el machismo de testosterona patria, de chaquetas, camisas y pantalones de dos tallas menos, olor a Varón Dandy y pelo casposo y engominado, resurge entre sus propias cenizas después de cada paso de la sociedad hacia una sociedad igualitaria. Siempre pasa lo mismo, ante las movilizaciones de las mujeres se esconden, o a lo más sonríen desde la penumbra, después reaparecen y a muchos de ellos te los puedes encontrar tras, delante o debajo de un paso en semana santa, pero ojo, también camino de la universidad, en una discoteca o en el bar de debajo de tu casa, incluso muy cerca de los defienden postulados feministas.
Por cierto, vengo de la tienda de congelados, la dependienta no habla de estas cosas, de estas sentencias, no sé si es que se ha moderado o simplemente la radio, ‘el internet’ o sus televisiones de cabecera no informan de estas noticias. DIARIO Bahía de Cádiz