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home Opinión Miguel Massanet

Fidel Castro y Maduro. La cuna del comunismo caribeño

· Firmado por ·
15 de agosto de 2016
/tiempo de lectura: 6 minutos/
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Miguel Massanet

Miguel Massanet

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“Padecemos menos dictaduras que antaño, sólo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela, y algunas seudo democracias populistas y payasas, como las de Bolivia y Nicaragua”. M.Vargas Llosa.

Puede que algunos opinen que el señor Obama estuvo acertado cuando decidió rendir a su país ante Cuba, permitiendo que el señor Fidel Castro y su hermano Raúl se apuntasen una victoria estratégica y moral sobre los EEUU de América que, durante más de 30 años, mantuvieron un embargo sobre la república comunista de cuba, servidora fiel de los mandatos del Kremlin de Moscú y evidente transgresora de los derechos humanos, aunque ni la ONU ni ninguna de las miles de organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, hicieran otra cosa que limitarse a hacer breves menciones a la situación de la población cubana, cuando no se dedicaban a alabar el sistema educativo y los servicios médicos en aquella república.

El caso es que el señor Obama, a diferencia de las políticas contrarias a la extensión del comunismo bolivariano por Suramérica, mantenidas por los distintos presidentes de la gran nación americana, desde John F. Kennedy hasta su antecesor en la presidencia del país, el señor Jeorge W Bush, amén de la vigilancia que se mantenía sobre todo lo que ocurría en la gran isla caribeña, para evitar que el régimen cubano pudiera constituir un peligro para las naciones del famoso cono Sur; se ha caracterizado por sus políticas contemporizadoras, por la retirada de los soldados americanos de las guerras que mantenían en Oriente Medio; dejando abandonados a los gobiernos débiles de aquellos estados que, como Irak y Afganistán, se han visto impotentes para defenderse de las tropelías de los talibanes y ahora, de las huestes del Isis que han conseguido convertir aquellos territorios en verdaderos reinos del terror, donde las pobres gentes que viven en aquel Infierno se las ven y se las desean para sobrevivir, fijando todas sus esperanzas en huir de allí para intentar encontrar asilo en las naciones occidentales europeas que, como se ha podido comprobar, han sido incapaces de encontrar una política adecuada para acogerlos y, a la vez, evitar que, junto a las víctimas, se les colasen, como ha sucedido, guerrilleros infiltrados del EI.

El dictador cubano y el títere de su hermano Raúl siguen siendo los mismos dictadores  (más ricos, eso sí) que aquellos que levantaron a los cubanos contra el régimen de Fulgencio Batista, un presidente corrupto, a las órdenes de los clanes americanos de los casinos, que, una vez conseguido su objetivo de derrotar al dictador, en lugar de crear una democracia, convocar elecciones y poner en funcionamiento las instituciones propias de una democracia; decidieron mantener un régimen de conculcación de las libertades, manteniendo una disciplina férrea sobre los ciudadanos que han visto como, su nación, quedaba retrasada respecto a las naciones vecinas, tanto en los beneficios sociales ( salvo la educación y la asistencia médica) como en el desarrollo económico gestionado por el Estado, un estado burocratizado, corroído por la corrupción y encerrado en obsoletos métodos productivos de pasados siglos.

 

Ahora, convertido en un nonagenario, sigue manteniendo el mando y todas aquellas mejoras que se comprometieron a hacer con los negociadores que el envió Obama, necesitado de conseguir alguna medalla con la que justificar su anodina presidencia, en la que le han fallado todas aquellas iniciativas que le valieron el voto de los americanos  (incluso los negros están disgustados con él), y que, a criterio de muchos americanos, tuvieron una inusual urgencia en llegar a acuerdos con los Castro que, como es evidente, supieron gestionar las negociaciones para comprometerse a poco y, a cambio, conseguir que las relaciones con Norte América les facilitaran lo que a ellos les interesaba, recobrar el turismo de antes del embargo, que les iba a aportar grandes cantidades de dólares, para alivio de la maltratada economía cubana y su aún más castigada tesorería estatal. ¿Ha mejorado la situación del pueblo cubano? No parece que se note demasiado porque sigue notándose que existen, en realidad, dos Cubas distintas; la una de cara al turista, en la que se les ha lavado la cara a determinados barrios turísticos de la ciudad y otra, la de detrás de las bambalinas, en la que se esconde la miseria, las necesidades, las carencias y las condiciones de vida infrahumana en las que está sumergida la gran mayoría de la población de Cuba.

La prisa con la que, Obama y su gobierno, pusieron para explotar lo que ellos calificaron de hito histórico, corrió parejas con la carrera despertada en las naciones europeas, para llegar los primeros para concertar, con aquellos mismos dictadores sobre los que habían mantenido años de alejamiento, embargo de envío de mercancías y supresión toda clase de comercio con el pueblo cubano, los acuerdos que les permitieran explotar el comercio cubano. Sin el menor rubor, sin la menor vergüenza y demostrando lo endebles que llegan a ser los lazos que unen a las distintas naciones de la CE, con o sin relaciones oficiales con el régimen cubano, ya son muchas las naciones que se han apresurado a enviar comisiones diplomáticas para negociar con los hermanos Castro, que durante muchos años figuraron en la lista de proscritos por no respetar los Derechos Humanos de los cubanos; acuerdos comerciales.

Como padres y propagandistas del comunismo soviético, los Castro son los responsables de esta ola de comunismo bolivariano que se ha extendido por las naciones hispanas de la zona y, a cambio de petróleo gratis, los mejores colaboradores de Hugo Chávez y de su sucesor, Nicolás Maduro, en la implantación del régimen comunista bolivariano en Venezuela donde, con el apoyo de algunos de los miembros de Podemos en España y manteniendo un régimen opresivo, autoritario, dictatorial y controlador, han acabado con las libertades, se han apoderado de la Justicia y del Ejército junto al Tribunal Supremo, de los cuales se valen para impedir que el nuevo Parlamento de la nación pueda actuar con libertad y se les permita aprobar las iniciativas legislativas que necesitan para devolver a los venezolanos la democracia que les arrebató este sujeto que escuchaba mensajes que, a través de los pajaritos le enviaba, desde el más allá, su protector el difunto Chávez.

Han pasado los años y ahora ya parece que los Castro son gobernantes de un país democrático, que en su nación no hay presos políticos y que los cubanos son un pueblo feliz, como se ocupa de trasmitir toda la parafernalia de aquellos que viven del régimen, que mantienen la bota sobre el cuello del pueblo cubano y que, por mucho que se empeñe este sujeto de las izquierdas americanas, al que conocemos como Obama, no van a variar un ápice su sistema de gobierno ni aflojar una sola de las cadenas con la que sujetan a todos aquellos que pretenden establecer un régimen de libertades en la república cubana. Es posible que los mandatarios europeos, como ya parece habitual, incluso en España, prefieran olvidarse de la historia de los Castro, perdonarles sus crímenes y tender un puente de plata entre Europa y Cuba, para beneficiarse del comercio de aquel país, pero que nadie se atreva nunca más a pronunciar una palabra de crítica, de descalificación o de censura sobre lo que tuvo lugar en España el 18 de julio de 1936 porque, en aquella ocasión fueron los de la derecha los que se levantaron contra la injusticia de la dictadura del proletariado, que amenazaba a los españoles y a la propia unidad de la nación española.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos que contemplar como, los crímenes de los de la izquierda revolucionaria no son criticados, sino alabados y aplaudidos, por los partidos de izquierdas; los dictadores que tienen sobre sí la muerte de miles de personas y el tener condenado a su pueblo a vivir cincuenta años atrasado con respecto al resto de países civilizados; si se trata de personajes comunistas o progresistas, en lugar de condenarlos se los ensalza y justifica, mientras que si alguien intenta devolver el orden, la paz, el sentido común y la tranquilidad a un país que ha sido invadido por las hordas de los incivilizados, anarquistas, antisistema o librepensadores entonces se les acusa de querer ir en contra del “pueblo” y por ello se los califica de fascistas, facciosos, derechona o explotadores del pueblo. ¡Sí señores, todo es cuestión del punto de vista desde el que se mira la cuestión pero, el anarquismo, los transgresores de las leyes, los bárbaros que destrozan el mobiliario público y cometen atentados contra las fuerzas del orden o las personas o contra los bienes públicos, señores, se producen desde el lado de las izquierdas! ¿Por qué será? Vayan ustedes a saber. DIARIO Bahía de Cádiz

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