Alguien el otro día decía que el lunes es a la semana como septiembre es al año. Que en ambos casos, tanto el lunes como el mes de septiembre son antipáticos por definición. Personalmente tengo mis dudas con esa afirmación.
Sé que no se puede generalizar, ni mucho menos sentar cátedra, pero para mí el peor día de la semana es el domingo, por la tarde concretamente. Será porque eran los domingos por la tarde cuando había que preparar las cosas para el día siguiente ir al cole, pero todavía no se iba, era el día del baño sí o sí, y de la cena de huevos duros y alguna verdura, de irse antes a la cama, porque al día siguiente había que madrugar.
Es un día que se hace largo y tedioso. En Cádiz es el día que puedes salir a la calle y solo te cruzas con turistas, y si hace un poco “reguleras”, ni eso. Ya lo cantaba Víctor Manuel, “los domingos son días tristes”.
En relación con los meses me pasa lo mismo. Para mí el mes más antipático es diciembre, me revienta el mes que por narices hay que estar alegres y fraternales, el mes de la Navidad, con celebraciones gastronómicas en empresas, en la familia, con vecinos… No hay cosa que más me fastidie que alguien quiera imponerme mi estado de ánimo.
Por otra parte, ¿cuántos despidos se han producido después de una comida de empresa en Navidad? Cuando, después de cuatro copas, te has creído que era verdad eso de confraternizar con el jefe y le has llamado por el mote, o cuando has confesado públicamente tu afiliación sindical creyendo eso de que todos sois compañeros, ¡error, error!
Las comidas familiares, esas que por narices tienes que aguantar al “cuñao” que sabe de todo, que opina de todo, que “lo ha leído en el internet ese”, cuando de verdad no se pierde un programa de la Rosa María Quintana, incluso del ‘First Date’. Esas cenas o comidas familiares que casi siempre echas en falta a los que se sentaban a tu lado en años anteriores, que ya no están, y que han sido sustituidos por novios de sobrinas que intentan ser cómplices contigo, no teniendo nada en común, y siendo más sosos que “la cagá de la paloma”.
he pasado por la puerta de al menos tres colegios a primera hora, en ninguno de los tres he visto criaturas llorando o agarrados a la pierna de su progenitor
Además, os habéis fijado que hace unos años, los primeros días de colegio te asomabas a la ventana, y a primera hora parecía una procesión de plañideras, de niños conducidos, alguna vez arrastrados físicamente, mientras berreaban como si los fueran a meter en un centro carcelario donde se les torturaba (quizás era eso en realidad).
He pasado esta semana por la puerta de al menos tres colegios a primera hora, en ninguno de los tres he visto criaturas llorando o agarrados a la pierna de su progenitor. Sí que he visto a algún progenitor compungido al ver a su retoño atravesar la puerta del colegio (aunque los menos). Puerta adornada con globos de colores a modo de arco triunfal, en donde después de atravesarlo, te cogía de la mano el profe disfrazado de payaso. Algo o mucho hemos avanzado y mejorado. A propósito, los tres centros eran colegios públicos.
Vamos, que si me dan a elegir, me quedo con el lunes y con septiembre.
Y como soy de los que creen que ni un día sin hablar de Palestina, a día de hoy no sé si la Flotilla hacia Palestina conseguirá su objetivo, lo que sí me atrevo a decir, sin que haya terminado la Vuelta Ciclista, es que han sido muy grandes las personas que han enarbolado la bandera palestina durante su recorrido.
Si me tengo que quedar con una escena, es la de los guajes en Asturias corriendo al lado de los ciclistas subiendo el puerto de Anglirú con la bandera palestina. ¡¡Grandes estos guajes!! DIARIO Bahía de Cádiz













