Hace unos años, ante la denuncia del robo de órganos de los cadáveres de palestinos, Israel reconoció que los “cogía”, pero que eso ocurrió hasta los 90, eso sí, se los quedaba con fines puramente de experimentación científica. ¿Os acordáis de los experimentos nazis “científicos” con prisioneros en los campos de concentración?
Esta última semana, el personal encargado de la recepción de cadáveres, que están siendo devueltos después de los últimos acuerdos de alto el fuego, vuelven a denunciar que a los cuerpos les faltan órganos, que otros llegan mutilados, sin cabeza, sin manos, con signos evidentes de tortura… reclaman una comisión internacional que analice e investigue estos hechos.
Se podría pensar que son fallos en la inspección por parte del gobierno sionista, de entregar cadáveres sin revisar, personalmente creo que todo lo contrario, que lo hacen adrede, es su forma de gritar el ¡viva la muerte! de Millán Astray, que dejó para la historia el fascista en Salamanca precedido del ¡muera la inteligencia! Es el desprecio a la condición humana de los detenidos palestinos, mejor llamémosles rehenes palestinos.
En este desprecio a la vida, Maruja Torres hablaba en la radio de algo que de confirmarse va en la misma línea, y es terrible. Empieza a consolidarse la idea de que los escombros utilizados por Israel para su uso en construcción de carreteras, son escombros que han producido por los bombardeos últimos sobre Gaza, los compactan y los utilizan como materia prima, sin asegurarse de que no hay cadáveres entre los mismos, cuestión más que probable.
Israel, un país pequeño, tiene el mayor banco de piel humana que hay para trasplantes. Desde que hace tiempo se publicó esta información, caben dudas más que racionales de su origen y modo de conseguirla.
no soy mucho de Halloween, y no es porque sea una celebración que nos llega desde fuera, para mí casi todas son respetables, es que me da la que celebra el miedo y la muerte
Robo de partes de los cadáveres de personas asesinadas, robo de órganos para ensayos o trasplantes, tráfico… todo demasiado tenebroso. Cuesta trabajo imaginarse eso en el siglo XXI. Me trae recuerdos de la película brasileña de ‘Estación Central’, en la que una mafia utiliza a los niños de la calle para robarles su órganos y traficar con ellos para trasplantes. Algunos de ellos aparecen con una cicatriz a la altura de los riñones.
No soy mucho de Halloween, y no es porque sea una celebración que nos llega desde fuera, para mí casi todas son respetables, es que me da la que celebra el miedo y la muerte. Prefiero la celebración del día de los muertos en Méjico en la que las familias reivindican el recuerdo de sus muertos y los traen de nuevo al seno familiar para no olvidarlos, en comidas en lo, mismos cementerios. O la fiesta de Tosantos en Cádiz, en esta ocasión son frutas y pescados los que se disfrazan, diversión entremezclada siempre con crítica social.
De cualquier forma si estos días suena el timbre de la puerta de vuestra casa y se presentan un cerdo naranja, un nazi disfrazado de judío, una madrileña con el tipo de muñeco diabólico y un alcalde que compró su careta en un sex shop, en medio de un charco de sangre y te dicen “¡truco o trato!”, gritadles “¡viva Palestina libre!”, veréis como salen corriendo. DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio













