JORNADA 17. Un histórico del fútbol español recién ascendido tras unos años en las profundidades de Segunda B, el Deportivo de La Coruña (con el excadista Lucas Pérez como héroe y referencia), visitaba en la tarde del sábado el Nuevo Mirandilla para poner a prueba a un Cádiz que, a estas alturas de liga, sigue renqueante, teniendo en cuenta su poderío económico en la categoría y sus objetivos, que en ningún caso eran estar coqueteando con la zona peligrosa.
Con el reto de sumar la tercera victoria consecutiva en casa, antes del partido copero entresemana ante el Eldense (que ya ganó en la Tacita jornadas atrás), en la previa del choque Paco López incidía en que “llevamos tres partidos sin perder y dos porterías a cero. Si vamos al juego sigo siendo más optimista, aunque parezca que no. Estamos haciendo muchas más cosas con balón, sin balón nos sigue faltando. Es donde creo que debemos poner el foco”. Además, repetía que “en casa está la clave”.
Ante la baja por acumulación de tarjetas del imprescindible Ontiveros, las lesiones de Iza, Zaldua y Escalante, y Koumaé y Alarcón una semana más apartados por líos internos, los de amarillo salían de inicio con las novedades de Alejo retrasado al lateral derecho, junto a Matos, Chust y Kovácevic en defensa; Álex Fernández en el centro del campo, acompañado por Fede San Emeterio; y Sobrino en uno de los extremos, con Brian Ocampo en el otro; y arriba Roger Martí y Carlos Fernández.
Ante unas 16.000 almas en las gradas (unos 300, aficionados gallegos), los gaditanos salieron dominando el encuentro frente a un Dépor en modo contemplativo. Aunque esa mayor posesión de balón en campo visitante apenas se tradujo en ocasiones en el primer cuarto de hora: un lanzamiento fácil de Ocampo en el minuto 3, y otro de Carlos Fernández en el 16 que sí ponía en algo más de apuros a Helton.
Un nuevo disparo del casi siempre activo uruguayo desde el borde del área en el 24, mantenía a equipo y público enchufados, mostrando al menos ambición y la actitud de creer y querer, aunque el juego no fuera todo lo fluido.
Pero ni queriendo ni sin querer. En prácticamente el primer acercamiento del conjunto coruñés, en el 34, en una jugada por banda izquierda centraba Escudero, la pelota rebotaba en el central serbio y acababa dentro de la red. Un 0-1 celebrado dos veces por los gallegos, al ser chequeado por el VAR por un posible fuera de juego, pero no, el árbitro no lo anuló.
Y del bajón que ya se atisbaba en el estadio, y más con el 0-2 a punto de subir en un error defensivo, el cadismo recuperaba la sonrisa en el 39, con el empate Álex, cabeceando un centro de Iván Alejo por la derecha. Ni con ese 1-1 se hacía justicia en el engañoso marcador, alcanzando el ecuador.
LUCAS PÉREZ PIDE PERDÓN, POR TRIPLICADO
Soso se reinició el partido, sin nada reseñable, hasta que en el minuto 52 Yeremay asustaba en una contra, abortada por David Gil. Los locales por primera vez en la tarde estaban a merced del rival, sufrían al meterse atrás, y en el 57 Lucas Pérez hacía lo que quería para marcar el 2-1; pidiendo perdón al cadismo y llevándose de vuelta el aplauso de gran parte del público.
Se volvía a oler la debacle amarilla, hasta que en uno de los centros menos aleatorios de Alejo, el balón lo repelía el portero pero también golpeaba a Carlos Fernández, y el de negro se decantó sin dudarlo por pitar penalti. Desde los once metros, en el 65, no fallaba el pelirrojo, y las tablas regresaban al Nuevo Mirandilla.
Momento que aprovechaba Paco López para menear el banquillo, retirando al propio Álex, Sobrino y Roger, y dando entrada a Alcaraz, Melendo y Chris Ramos. Cinco después, el Dépor, en una acción embarullada y sin fin, estaba a punto de hacer el 2-3. Era un aviso de lo que se venía…
A continuación, de la nada (¿un supuesto agarrón de Kovácevic?), el árbitro pitaba otra pena máxima pero en el área del Cádiz, ante la incredulidad generalizada. Y cuando ya estaba listo el lanzamiento, decidía atender al VAR, asomarse a la pantallita, y rectificaba.
Con el choque ya roto y descompuesto, Rubén Alcaraz volvía al banquillo con molestias (no duró en el campo ni tres minutos) junto a Alejo y se incorporaban Glauder y De la Rosa. Y Mella veía la segunda amarilla y dejaba a los hombres de Gilsanz con diez.
¿Uno menos? La superioridad gaditana quedó en un chiste: en menos de cinco minutos, en el 81 y el 84, Lucas Pérez (¿alguien dudaba de que le marcaría a su exequipo?) hacía el tercero y el cuarto (de falta directa), dejando retratada, una semana más, a la retaguardia gaditana.
La hecatombe se confirmaba (el enésimo ridículo amarillo), se retomaban los gritos ya hasta desganados de “¡Vizcaíno, dimisión!”, e incluso algún amago de “¡Paco vete ya!”. Y se decretaban diez minutos de suplicio añadido, aunque parte de la afición enfiló los vomitorios: se perdieron el que pudo ser 2-5, una ocasión de Navarro ante una defensa de chiste. La indiferencia del cadismo tras el pitido final, le ganó al cabreo. Quizá es lo más doloroso de esta situación que parece no tener fin, ni solución.
“Es incomprensible, tras la mejor primera parte desde que estoy aquí, entre Lucas Pérez y nuestra debilidad defensiva, nos dan otro palo importante; echamos todo por tierra en acciones que nos penalizan. Entre las virtudes del rival y nuestras carencias…”, dejaba como apuntes el resignado técnico cadista en la rueda de prensa postpartido, apostillando un expresivo “hay que tirar adelante con los que somos hoy”. DIARIO Bahía de Cádiz