Cada año espero, como tantas y tantos portuenses, la noticia de quiénes encarnarán a los Reyes Magos en nuestra cabalgata. Es una de las tradiciones más queridas de nuestra ciudad, un momento en el que las calles se llenan de ilusión y en el que las niñas y los niños son, o deberían ser, los verdaderos protagonistas. Sin embargo, un año más, la decisión del gobierno municipal vuelve a demostrar que las fiestas en El Puerto se gestionan desde el elitismo, la autopromoción y la falta de sensibilidad social.
En primer lugar, resulta incomprensible que en pleno 2025 sigamos recurriendo al ‘Blackface’ para representar al Rey Baltasar. Convertir a una persona blanca en una caricatura pintada de negro no es una cuestión de “tradición”, sino de racismo anacrónico.
En una ciudad diversa como la nuestra, donde convivimos personas de toda clase, raza y condición, ¿de verdad nadie en el Ayuntamiento ha pensado en proponer a una persona negra para ese papel? Lo que debería ser un símbolo de respeto y convivencia acaba convertido, otra vez, en un ejercicio de ceguera institucional y de falta de empatía.
Tampoco sorprende, viniendo de quienes están al mando, que los tres elegidos sean empresarios, representantes de una élite que parece tener siempre acceso a los espacios de visibilidad pública.
nuestras fiestas deben ser reflejo de lo que somos como comunidad: diversas, solidarias y abiertas. No un escaparate de intereses, de privilegios ni de viejos prejuicios
¿Dónde quedaron aquellos años en los que uno de los Reyes Magos era elegido de forma colectiva, a propuesta de las asociaciones y plataformas vecinales de El Puerto? Aquella decisión reflejaba una idea sencilla pero poderosa: que nuestras fiestas deben representar a toda la ciudad, no solo a quienes pueden acceder a los puestos de representación a golpe de talonario o a quienes disfrutan del favor político del concejal de turno.
El actual gobierno local de Germán Beardo y David Calleja ha convertido la Navidad -como tantas otras celebraciones- en una oportunidad de autopromoción para unos pocos. Se prioriza la foto, el titular y el escaparate, mientras se margina la participación ciudadana y se ignora a la mayoría social portuense. Y lo más grave de todo es que, en este modelo, el disfrute y la ilusión de los niños quedan relegados a un segundo plano.
Nuestras fiestas deben ser reflejo de lo que somos como comunidad: diversas, solidarias y abiertas. No un escaparate de intereses, de privilegios ni de viejos prejuicios que deberían haber quedado atrás. El Puerto merece unos Reyes Magos que representen a su gente, a sus barrios, a su pluralidad. Reyes que miren a los ojos de los niños y niñas con la dignidad de quienes sí forman parte real de esta ciudad. DIARIO Bahía de Cádiz