Hemos sentido un cierto alivio y una cierta esperanza cuando el día 10 de octubre se puso en marcha el llamado plan de Trump sobre Gaza. El cese de los bombardeos, el intercambio de prisioneros y rehenes y la entrada de una parte al menos de la ayuda alimentaria necesaria, provocó celebraciones lo mismo en Israel que en Palestina. Y el mundo en general también lo celebra como un principio de esperanza para la paz.
Pero pronto llegaron las decepciones: Israel ha seguido matando palestinos pese al alto el fuego. Ya van más de 100, muchos de ellos niños. La entrada de ayuda alimentaria llega, pero no en la cantidad necesaria de 600 camiones diarios. Apenas entran 200 cada día y la hambruna persiste en toda la región. Gaza está totalmente destruida, inhabitable. En total han muerto por disparos y bombas cerca de 70.000 personas y cerca de 170.000 heridos, además de los miles de desplazados y los cientos de miles desaparecidos bajo los escombros. El daño psicológico y emocional que está marcando la vida de estas personas en inmenso.
Por otra parte, sigue el intento de ir eliminando la presencia de palestinos en Gaza, donde Neyanyahu y Trump planifican construir un gran emporio turístico, enviando los gazatíes a otros países de Oriente Medio o África, hecho en sí indigno e indignante.
Además el Parlamento israelí ha aprobado anexionarse en gran parte el territorio palestino de Cisjordania. Pretenden seguir eliminándolos a base de asentamientos ilegales de colonos israelíes y confiscación de los bienes de los propietarios palestinos.
Y es que el ‘plan de paz de 20 puntos’ de Trump, lejos de ser una garantía de paz, es una monstruosidad que garantizará más conflictos, mientras que la difícil situación del pueblo palestino seguirá siendo sombría, porque situaría a Gaza bajo la dictadura de un consejo de administración en el que estarían Donald Trump y Tony Blair, el carnicero de Irak. Las tropas de las FDI serían sustituidas, en un momento indeterminado en el futuro, por una ocupación compuesta por tropas de países árabes y musulmanes.
Sobre la reconstrucción no hay nada detallado ni quién la financiaría. De hecho, Gaza seguiría siendo un campo de refugiados permanente bajo ocupación extranjera. Y la autodeterminación palestina queda descartada de forma permanente. Es decir, que a largo plazo, este acuerdo no resuelve absolutamente nada ni es, como dice Trump grandilocuentemente, el comienzo de una “paz fuerte, duradera y eterna”.
Como dice la relatora especial para los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese, este frágil alto el fuego no puede revertir la situación sufrida por los palestinos, especialmente en la franja de Gaza, totalmente destruida. El genocidio continúa de modo menos virulento, porque el plan de Trump ha conseguido que la tensión internacional disminuya, haciendo creer a la población mundial que ya está todo solucionado. De hecho, han dado marcha atrás FIFA, UEFA, Eurovisión y la UE sobre las sanciones a Israel.
el genocidio continúa de modo menos virulento, porque el plan de Trump ha conseguido que la tensión internacional disminuya, haciendo creer a la población mundial que ya está todo solucionado
Por ello es necesario apoyar las recomendaciones que la relatora especial hace a los estados miembros en su informe de finales de octubre en el que, entre varias cosas se señala: aplicar inmediatamente el embargo de armas a Israel, garantizar una investigación exhaustiva, independiente y transparente de todas las violaciones del derecho internacional cometidas por todos los actores, incluidas las que constituyan crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y el crimen de genocidio, garantizar que Israel, así como los estados que han sido cómplices en el genocidio de Gaza, reconozcan el colosal daño causado, se comprometan a no repetirlo, con medidas de prevención, reparaciones completas, incluido el coste total de la reconstrucción de Gaza, y garantizar que la UNRWA reciba una financiación adecuada que le permita satisfacer las crecientes necesidades de los palestinos en Gaza.
En Moceop, movimiento ciudadano, democrático y cristiano, estamos a favor de la paz, la justicia, la dignidad humana y contra todo tipo de apartheid y discriminación porque Jesús de Nazaret siempre estuvo con los más empobrecidos y siempre quiso la igualdad y la fraternidad entre todos.
Por eso estamos a favor de unas relaciones con el pueblo palestino para que se le haga justicia por todo el daño causado y se le repare, para que tenga derecho a vivir en su tierra con dignidad. Seguiremos apoyando todas las movilizaciones que puedan organizarse para seguir denunciando este atropello criminal.
Y seguiremos proclamando que todo esto sólo será posible con el establecimiento de dos estados en la región que puedan convivir en paz, como han hecho ya 157 estados, entre ellos el Vaticano, de los 193 estados miembros de pleno derecho de Naciones Unidas (algo más del 80%). DIARIO Bahía de Cádiz














