Se repite la secuencia de cada año por mayo: tras conocerse la concesión de banderas azules para playas de la provincia de Cádiz (este 2025, hasta 31 en la provincia y de ellas, 17 en la Bahía), y la celebración por parte de los ayuntamientos que la han solicitado y logrado, Ecologistas en Acción vuelve a pedirles que dejen de “perder el tiempo, y el dinero, persiguiendo estos falsos galardones” que otorga una entidad privada, la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (Adeac).
Y que en su lugar, se afanen en hacer frente a los dos máximos desafíos para el litoral: “ofrecer soluciones a la subida del nivel del mar y demás consecuencias indeseables del cambio climático, y depurar íntegramente todas las aguas residuales que van a parar al mar”.
Este galardón, reiteran desde Ecologistas, “sólo indica la existencia de servicios para los bañistas, pero no reconocen una verdadera gestión ambiental; no reúne los requisitos mínimos de rigor, solvencia e independencia. Se trata de galardones fraudulentos enfocados meramente a resaltar el reclamo turístico de las playas elegidas”.
“NO DEBEN EXHIBIRSE COMO ECOETIQUETAS”
La bandera azul se creó en 1985 para certificar puertos deportivos en Francia y se amplió en 1987 a playas y puertos de toda Europa, con la subvención de la Comisión Europea. La Adeac es la entidad privada que gestiona este programa en España, “pero nadie fuera de nuestro país da un valor especial a estas banderas, porque no es un sello que un turista asocie a excelencia”, considera la asociación verde en la nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz.
Además, se insiste en que esta enseña “hace tiempo que no tienen ningún aval técnico, ni científico, ni administrativo de la UE; son promovidas por un conjunto de asociaciones privadas ligadas a las empresas turísticas”, aunque cuenten con la “complicidad” de gobiernos autonómicos y locales.
En el caso de Andalucía, Ecologistas afirma que las analíticas de la consejería de Salud en las que se basan “estos pseudogalardones” sólo identifican microorganismos fecales y aspecto visual, “sin caracterizar otras sustancias peligrosas como hidrocarburos y metales pesados”. A ello se une que “el impacto del cambio climático y su efecto erosivo en las playas es ignorado”.
En definitiva, “se trata de galardones que carecen de cualquier credibilidad, se basan en meros aspectos turísticos, no realizan inspección rigurosa alguna y no evalúan con rigor el estado medioambiental de las playas. Únicamente indican la existencia de servicios para los bañistas. Este tipo de premios no deben exhibirse como ecoetiquetas”, se sostiene.
EJEMPLOS DE “INCOHERENCIA Y FALTA DE RIGOR”
Un año más, como ejemplo “de incoherencia y falta de rigor” en la concesión de estos distintivos, Ecologistas en Acción repasa que “hay playas gaditanas con banderas azules que no debieran exhibir este galardón”.
En el caso concreto de la Bahía de Cádiz, se señala a Fuentebravía, en El Puerto, “por haber construido edificaciones en la misma playa y tenerse que alimentar de arena de forma artificial”; La Barrosa en Chiclana, “por el desparrame urbanístico que arrastra este municipio, con la saturación de una playa que ha sobrepasado su capacidad de carga”; La Costilla y Rompidillo-Chorrillo en Rota, que se afirma “sufren vertidos puntuales”, y también en la Villa Puntalillo, que “alberga chiringuitos en el mismo cordón dunar, una playa que debe ser natural en vez de urbana”.
Además, también se ponen reparos a la bandera azul concedida en la capital para Cortadura, “por sufrir un Eurovelo -sendero ciclo peatonal implantado por la Junta en los últimos tiempos, no sin oposición- desde El Chato hasta Torregorda que sepulta el sistema dunar, innecesario y con aterramientos constantes”; y para la playa de Santa María del Mar, que “sufre desde hace años el impacto de un emisario de aguas pluviales mal ejecutado y en permanente erosión”, mientras la administración andaluza sigue eludiendo su responsabilidad con dicha obra.
En el resto del litoral gaditano, se discuten los emblemas otorgados a la playa de Getares, en Algeciras, “porque sufre una crónica pérdida de arena, siendo realimentada artificialmente, además de sufrir vertidos cuando los bombeos no funcionan; y recurrentemente se ve inundada por mareas de algas invasoras”; las playas de San Roque, Alcaidesa-El Faro y Cala Sardina, “con valores ecológicos notables pero que están siendo invadidas por aparcamientos y chiringuitos, desnaturalizándolas sin remedio”; y a la de El Palmar, en Vejer, “atestado de urbanizaciones ilegales, sin depuración alguna”.
De la misma manera, se pone en entredicho la bandera azul para Roche, en Conil, “con una depuradora privada solo con tratamiento primario, sin licencia de vertido y con un emisario submarino sin la longitud preceptiva”; y para Zahara de los Atunes, en Barbate, con un proyecto urbanístico, Sierrezuela Playa, recalificando más de 262.000 metros cuadrados de terrenos rústicos de carácter natural.