En los últimos años, el sector de la reforma y la decoración ha vivido una transformación notable debido a la inclusión de materiales más resistentes, sostenibles y versátiles. Entre estas incorporaciones destaca el suelo SPC, que se ha posicionado como una de las opciones más demandadas tanto en viviendas particulares como en espacios comerciales.
Se trata de una nueva generación de suelos vinílicos que combina diseño, facilidad de instalación y una resistencia que supera a la de otros pavimentos sintéticos, lo que explica su rápida implementación en proyectos de reformas.
Qué es el suelo SPC y por qué está ganando terreno
El término SPC responde a las siglas Stone Plastic Composite, un compuesto híbrido formado por una mezcla de polvo de piedra caliza y polímeros. “Este núcleo rígido es el elemento que diferencia al suelo SPC frente a los vinílicos tradicionales, cuyas lamas suelen ser más flexibles y sensibles a los cambios térmicos”, explican los profesionales.
Gracias a la presencia de piedra y a un proceso de fabricación de alta precisión, el suelo SPC adquiere una estabilidad dimensional muy superior, capaz de mantener su forma y su comportamiento incluso en estancias sometidas a variaciones de temperatura o humedad.
Una de las razones por las que goza de tanta popularidad el suelo vinílico SPC de click en BRICONEO es por su excelente combinación de estética, rendimiento, funcionalidad y durabilidad. La evolución de las técnicas de impresión ha permitido desarrollar superficies con acabados realistas que imitan con precisión maderas naturales, cementos o piedras, sin necesidad de recurrir a materiales más costosos de mantener para mantener una estética acorde a cada entorno.
Esta apariencia visual, acompañada por la sensación agradable al pisar, amplía las posibilidades para interioristas y usuarios que buscan un pavimento con personalidad, pero sin renunciar a la practicidad.
“La resistencia a la humedad es otro de sus puntos fuertes”, indican. A diferencia de los suelos laminados o de madera, susceptibles a hincharse o deteriorarse cuando entran en contacto con el agua, el suelo SPC es impermeable, lo que permite instalarlo en cocinas, baños o zonas de entrada sin que ello suponga un problema para su conservación.
De hecho, muchos profesionales lo recomiendan para viviendas de uso intensivo, segundas residencias o proyectos en los que se busca una solución de larga duración con un mantenimiento muy bajo.
“El ensamblaje mediante sistemas de clic facilita aún más su implantación”, comentan. “Gracias a su núcleo rígido, las lamas encajan con precisión y se pueden colocar sobre superficies existentes, siempre que estén niveladas”.
Esto es algo que convierte al suelo SPC en una opción idónea para reformas rápidas, ya que reduce tiempos de obra y evita la generación de escombros. Por eso, es habitual verlo en renovaciones de pisos antiguos, locales que cambian de actividad o viviendas que necesitan una actualización estética sin acometer trabajos invasivos.
A la resistencia física y la estabilidad estructural se suma el comportamiento acústico. Muchos modelos incorporan una base aislante que mejora el confort y reduce el ruido al caminar. En edificios con una alta densidad de viviendas, este tipo de pavimento ayuda a crear ambientes más silenciosos. Y además, el suelo SPC también contribuye a la eficiencia térmica, ya que mantiene una temperatura agradable y es compatible con sistemas de calefacción por suelo radiante de baja temperatura.
Ventajas principales del suelo SPC frente a otros pavimentos
Aunque existen numerosos tipos de suelos vinílicos, laminados y cerámicos, la popularidad del suelo SPC reside en un conjunto de ventajas que lo distinguen de forma clara.
Una de las más determinantes es su resistencia al agua, que abre la puerta a un uso realmente polivalente en toda la vivienda. Es posible instalar un mismo modelo desde el salón hasta el baño o la cocina, logrando un diseño uniforme que no siempre es viable con otros materiales.
La resistencia a impactos y rayaduras también es un factor decisivo. El núcleo rígido del SPC hace que tolere mucho mejor los golpes, la caída de objetos o el desgaste por movimiento de muebles.
En hogares con niños, mascotas o actividad constante, esta característica aporta tranquilidad y evita tener que sustituir piezas con frecuencia. Incluso en zonas comerciales con gran afluencia de público, el suelo SPC mantiene un comportamiento estable que contribuye a prolongar su vida útil.
Otro punto a destacar es su estabilidad frente a los cambios de temperatura. Mientras que otros suelos vinílicos pueden expandirse o contraerse con las variaciones térmicas, el SPC permanece inalterable. Esto permite instalarlo en estancias expuestas a la radiación solar directa, como terrazas cerradas, invernaderos o habitaciones con ventanales amplios. Su resistencia evita las clásicas separaciones entre lamas o las ondulaciones que pueden aparecer en materiales más sensibles.
En términos de confort, el suelo SPC ofrece una pisada cálida y agradable, muy distinta de la sensación fría que transmiten los pavimentos cerámicos. Esta característica se valora especialmente en viviendas, donde los usuarios buscan una superficie que resulte acogedora y que no requiera alfombras en todas las estancias. Su compatibilidad con calefacción radiante añade un valor adicional para quienes desean un espacio confortable durante todo el año.
“Los acabados actuales alcanzan un nivel de realismo notable, con texturas sincronizadas que imitan vetas de madera, relieves de piedra o efectos industriales”, explican. Esta variedad permite adaptar el suelo SPC a múltiples estilos, desde interiores minimalistas hasta ambientes rústicos o contemporáneos. La durabilidad del diseño superficial garantiza, además, que el aspecto visual se mantenga sin cambios a pesar del uso diario.
Y hay que poner de relieve también la sencillez del mantenimiento. “No requiere barnices, pulidos ni tratamientos específicos, lo que lo convierte en una opción práctica para quienes buscan un pavimento funcional y fácil de limpiar”, sentencian.













