Con la subida generalizada de los precios que afecta a casi todos los sectores, los conductores también notan cómo el coste del mantenimiento de sus vehículos se ha disparado. Un informe reciente de la Federación Italiana del Seguro (ANIA) confirma que las reparaciones de chapa menores han aumentado un 9% en 2024 respecto al año anterior. Una cifra que, aunque procedente de Italia, refleja una tendencia compartida en buena parte de Europa, incluyendo España.
Entre los elementos más castigados de la carrocería se encuentran los parachoques, y especialmente el trasero. No es solo una cuestión de accidentes: las maniobras cotidianas, el aparcamiento en zonas urbanas o un simple despiste al salir de una plaza ajustada pueden dejar su huella. Aproximadamente el 42% de los daños menores registrados en vehículos afectan al parachoques trasero, lo que da una idea del nivel de exposición de esta pieza.
Por ello, cada vez más usuarios se preguntan si realmente merece la pena reparar los daños una y otra vez o si, por el contrario, sustituir el parachoques por uno nuevo —especialmente si se hace dentro de un kit completo— no es una opción más económica y duradera a largo plazo.
Según la fuente recambioscoches.es, se recomienda sustituir simultáneamente ciertas piezas como parte de un kit de mantenimiento, incluyendo el capó, el amortiguador de colisiones del parachoques y los guardabarros.
El material importa: ¿qué aguanta mejor los golpes?
El comportamiento del parachoques frente a los impactos depende, en gran medida, del material con el que esté fabricado. En los últimos años, los fabricantes han apostado por polímeros plásticos como el polipropileno, el ABS o mezclas con policarbonato.
Estos materiales no solo son más ligeros, sino que también ofrecen una mayor flexibilidad, lo que permite que absorban mejor los golpes sin quebrarse. Sin embargo, su resistencia también depende del grosor de la pieza y del diseño estructural.
En algunos modelos, el parachoques está reforzado con elementos metálicos o espumas de alta densidad que se sitúan en la parte interior, justo donde el impacto podría alcanzar el chasis.
Estos refuerzos no solo aumentan la seguridad, sino que también pueden reducir el daño en el resto del vehículo. Pero hay una contrapartida: cuando estos refuerzos se ven comprometidos, la reparación suele ser más costosa.
¿Reparar o cambiar? Una cuestión de costes y sentido común
En apariencia, reparar un parachoques dañado puede parecer más barato que sustituirlo. Y en ocasiones lo es, especialmente si el daño es superficial —como un arañazo leve o una pequeña abolladura sin rotura—. No obstante, si el daño es más profundo o si se repite con frecuencia, los costes se acumulan. Pintura, masilla, mano de obra… En poco tiempo, lo que parecía una solución temporal se convierte en un gasto recurrente.
Frente a ello, el cambio de la pieza puede representar una inversión más eficaz. Muchos talleres ya ofrecen la instalación de parachoques nuevos o reacondicionados a precios competitivos, sobre todo si se utilizan piezas de recambio homologadas que no tienen por qué ser de la marca original, pero que cumplen con todos los estándares de calidad. Además, con el auge de las plataformas de venta online especializadas, el acceso a estos recambios es más fácil que nunca.
El valor de una buena elección
En tiempos de inflación, cada decisión relacionada con el mantenimiento del coche cuenta. Elegir bien cuándo reparar y cuándo sustituir puede ahorrar al conductor cientos de euros al año, además de evitar riesgos innecesarios en la carretera. La durabilidad, el coste, la compatibilidad con el vehículo y la disponibilidad de repuestos son factores que deben tenerse en cuenta.
Tener claro qué tipo de parachoques lleva el vehículo, qué materiales lo componen y si dispone de sensores u otros elementos electrónicos ayuda a tomar una mejor decisión. Además, consultar con el taller de confianza o recurrir a tiendas especializadas puede marcar la diferencia en términos de ahorro y eficiencia.