Vamos a abordar una de esas preguntas que muchos se hacen en voz baja, casi con la sensación de estar pisando terreno pantanoso: ¿cuándo hay que declarar el dinero ganado con apuestas deportivas? Porque, aunque para algunos esto suene como un tema menor o incluso irrelevante, lo cierto es que Hacienda tiene una respuesta clara, precisa y muy poco flexible. Y más vale tenerlo claro antes de que los errores salgan caros.
La mayoría de los aficionados a las apuestas deportivas se centra en el momento del acierto, en esa emoción del último minuto o en la jugada que da vuelta al resultado. Muchos incluso buscan casas con mejores condiciones, como aquellas que permiten retiradas en plazos inferiores a 24 horas para no quedarse esperando cuando hay beneficios en juego. Pero lo que rara vez se discute con la misma pasión es lo que ocurre después: la obligación de declarar esos ingresos en la declaración anual de la renta.
El error de creer que como fue poco, no cuenta
Uno de los fallos más comunes entre quienes se inician en el mundo de las apuestas es pensar que mientras no retiren una gran suma o que si ganan “solo unas pocas veces”, no tienen por qué declarar nada. Craso error. Según lo estipulado por la Agencia Tributaria, todas las ganancias obtenidas a través del juego online, incluidas las apuestas deportivas, deben incluirse en la base imponible del IRPF como ganancias patrimoniales no derivadas de transmisión.
Esto no es un tecnicismo sin importancia. Lo que quiere decir es que si terminamos el año con un saldo positivo entre ingresos y pérdidas de nuestras apuestas, ese importe tributa. Y tributa como lo haría cualquier otra renta, sin importar que el dinero esté aún en la cuenta de juego o que ya lo hayamos transferido a nuestro banco. Si existe una ganancia neta anual, esa cantidad cuenta.
Cómo se calcula realmente lo que hay que declarar
Aquí entra en juego uno de los conceptos que más confusión genera: ¿se tributa por cada ganancia individual o por el total anual? La respuesta es clara y técnica: lo que se declara es la suma de todas las ganancias menos las pérdidas en el mismo ejercicio fiscal. Pero ojo, hay condiciones.
Solo se pueden restar las pérdidas de apuestas si estas se han producido dentro del mismo periodo impositivo. No vale compensar pérdidas del año anterior. Además, las plataformas deben estar legalmente autorizadas en España. Apostar en sitios sin licencia no solo es un problema legal, sino que impide justificar pérdidas o ganancias ante Hacienda.
El papel de los extractos y el control personal
Poca gente lo menciona, pero uno de los secretos para evitar problemas con la declaración es llevar un control riguroso de cada movimiento. Y esto no es solo cuestión de responsabilidad, sino de estrategia. Porque si llegado el momento Hacienda solicita información, debemos ser capaces de justificar cada ingreso y cada retirada.
Aquí entra un consejo de experto que pocos siguen: no confíes únicamente en los historiales automáticos de la plataforma. Guarda capturas periódicas, registra tus jugadas y conserva correos de confirmación de depósitos y retiradas. En temas fiscales, lo que no está documentado puede jugar en contra, y la memoria no siempre es tan precisa como creemos.
Las consecuencias si se decide no declarar
Puede que algunos piensen que, al tratarse de plataformas digitales y operaciones pequeñas, el riesgo de inspección es bajo. Pero lo cierto es que Hacienda ha afinado sus mecanismos de cruce de datos en los últimos años. Las casas de apuestas con licencia están obligadas a facilitar información sobre los movimientos de sus usuarios si así se requiere. Y cuando el sistema detecta ingresos sin justificación clara, las alarmas se disparan.
Las sanciones por no declarar este tipo de ganancias pueden incluir recargos, intereses de demora e incluso multas significativas si se considera una infracción grave. En otras palabras, el beneficio puntual que no se declara puede acabar costando más de lo que se ganó.
La línea entre el ocio y la actividad fiscal
Aquí conviene hacer una reflexión que va más allá del tecnicismo. Las apuestas deportivas, si bien pueden ser una forma de entretenimiento o incluso de análisis deportivo avanzado, generan implicaciones fiscales desde el primer euro que entra en nuestro bolsillo. No hace falta dedicarse a esto como una profesión para estar obligado a rendir cuentas.
Lo más sabio es asumir desde el principio que cualquier ingreso, venga de donde venga, tiene un tratamiento legal que conviene respetar. No se trata de quitarle emoción al juego, sino de no perder de vista que, para Hacienda, lo importante no es cómo se ganó el dinero, sino que se declare. Porque en el fondo, lo que distingue a un jugador casual de uno que realmente sabe lo que hace, es no solo entender el juego, sino también todo lo que viene después. Y ahí, como en las mejores estrategias, el conocimiento marca la diferencia.