Vivimos tiempos en los que todo pasa por una pantalla. Trabajamos a través de internet, compramos a golpe de clic y hacemos hasta reuniones familiares por videollamada. Estamos hiperconectados, pero, curiosamente, estamos dejando de estar tan conectados como antes.
Las personas cada vez se sienten más solas y están acudiendo más y más a internet no solo como medio de entretenimiento, sino también como lugar donde buscar compañía, afecto y relaciones de verdad.
Es un fenómeno que tiene poco de nuevo, en realidad, pero que ahora sí se está visibilizando mucho más.
En los últimos años, el uso de plataformas de citas no solo se ha extendido, sino que se ha normalizado y convertido en parte del día a día de una buena porción de la población. Y eso está cambiando por completo la forma en la que entendemos las relaciones.
Una nueva forma de conectar en tiempos de soledad
La pandemia fue el punto de inflexión de todo esto. De repente, muchas personas se vieron aisladas, sin poder socializar, y las apps de citas se convirtieron en su vía de escape, en la única forma de mantener contacto humano sin salir de casa. En ese momento, comenzó un hábito que se mantiene a día de hoy, hasta el punto de que conocer a alguien a través de internet se ha vuelto tan normal como pedir comida a domicilio.
Esta tendencia no solo responde a la comodidad o a la timidez. También tiene que ver con un importante cambio cultural que mira hacia la ruptura de los círculos sociales tradicionales. Buscamos conocer a alguien, y para ello miramos más allá de nuestro entorno directo para conseguirlo.
Eso es precisamente lo que ha hecho que plataformas como la red social Amigocitas estén funcionando tan bien. Ofrecen espacios más personales, seguros y pensados para quienes buscan algo más que una conversación de un rato, sino una media naranja. Porque buscar el amor en tiempos de internet es posible, y este tipo de plataformas tratan de ayudar al máximo.
La espontaneidad también tiene su espacio
Pero no todo son apps de citas. Las redes sociales, los grupos de amigos y hasta las comunidades online están repletas de personas que, sin buscarlo, terminan encontrando a alguien con quien conectar. De hecho, esto ha provocado que el concepto de “cita” haya cambiado tanto últimamente. Ya no es solo quedar para cenar o para charlar, ahora también es compartir una foto que os gusta, mandaros audios por WhatsApp a medianoche o comentaros en vuestras redes.
Aunque la reticencia inicial sigue ahí, gracias a las plataformas como la que hemos indicado antes, cada vez hay más mujeres que comparten su WhatsApp para charlar y conocer nuevas personas. Una forma de conseguir un contacto más inmediato y personal, dejando atrás la frialdad de chats anónimos.
Y puede que para muchos parezca superficial, pero la realidad es que, a día de hoy, muchas relaciones serias han empezado con un simple “hola” a través de un mensaje o en un chat de WhatsApp. Cuatro inocentes letras en una pantalla pueden ser el comienzo de algo grandísimo, de una historia para siempre.
¿Pero, hablamos de amor verdadero o de conexión digital?
Aunque el paradigma haya cambiado, hay preguntas que nunca cambian: ¿puede surgir el amor verdadero a través de una pantalla? Respecto a esto hay división de opiniones, ya que hay quienes consideran que las relaciones nacidas por internet no tienen la “magia” de ese contacto físico inicial, mientras que otras personas defienden que lo importante es la conexión emocional, y con esa no hay barrera digital que valga.
Hay estudios recientes que delatan un detalle bastante curioso: las parejas que se conocen por internet suelen tener una comunicación más abierta desde el principio. Al carecer de la presión social tradicional o de un entorno físico condicionante, las conversaciones tienden a ser mucho más sinceras y profundas, y esa honestidad inicial establece un sólido cimiento para construir relaciones más sanas y estables.
Un buen punto de partida que se suma a la globalidad de las plataformas digitales, ya que permiten conocer a personas de otras ciudades, culturas o incluso países con las que sería imposible conectar de otro modo. Internet ha eliminado las fronteras por completo y ha hecho que el amor se olvide de la distancia, abriendo un abanico de posibilidades casi infinito.
Aunque, claro está, sigue estando presente el riesgo de que la otra persona no sea tan honesta como aparenta, por no hablar de la sobreexposición en redes, el miedo al rechazo o incluso la dependencia emocional. Nuevas formas de relacionarse implican nuevos desafíos, y estos son los principales y más importantes, únicamente solventables con un buen equilibrio entre la vida real y la virtual.
Pensando en el futuro, es obvio que el amor a través de plataformas digitales seguirá creciendo. De hecho, ya se está aprovechando y afinando la IA para mejorar la detección de usuarios compatibles en plataformas de búsqueda de pareja, y la VR cada vez permite vivir experiencias más inmersivas en compañía sin salir de casa. Puede sonar a futuro lejano y distópico, pero la realidad es que en pocos años esto será tan común como lo es ahora enviar un WhatsApp. Ahora bien, ¿cambiaremos las personas o seguiremos siendo como siempre al afrontar una relación?
TEXTO DE: Juan Antonio Fonseca Serrano

















