CRÓNICA JORNADA 1. Con alerta roja por calor, pese a la entrada de un tímido poniente, el estadio Nuevo Mirandilla daba la bienvenida a la temporada 2025/2026 en Segunda división, una eterna LaLiga Hypermotion imprevisible e igualada como de costumbre. Nadie se atrevería a estas alturas apostar mucha plata por candidatos firmes al ascenso y al descenso.
Estreno en Cádiz en una tarde playera de soporífero domingo de mediados de agosto con ganas de hacer borrón y cuenta nueva, de olvidar los disgustos del pasado. Un reencuentro liguero con la afición frente al CD Mirandés, y una gran incógnita sobrevolando este equipo amarillo en fase de refresco y reestructuración, tras arrastrarse por demasiados campos el último curso.
Un choque precedido de la confirmación de la marcha de Chris Ramos al fútbol brasileño, y de una carta al desnortado cadismo del cuestionado presidente, Manuel Vizcaíno, subrayando con optimismo que “hoy comienza lo bueno”, y confesando su “ilusión de corazón” con su nuevo proyecto.
“Es cierto -subraya Vizcaíno en su breve misiva- que en las dos últimas campañas no hemos estado a la altura. Pero lejos de rendirnos, eso nos obliga a apretar los dientes más que nunca para volver a la senda que siempre ha identificado al Cádiz CF: un club que lo da todo dentro y fuera del campo, que ilusiona, que cuenta con una afición que nunca falla y que no parará hasta conseguir que volváis a sentiros orgullosos de él. Juntos, somos invencibles. Porque aquí, la lucha jamás se ha negociado. Y porque estaremos, todos, a la altura de la mejor afición del mundo”.
A su vez, en la previa del encuentro, el entrenador Gaizka Garitano, reconocía enfrentarse a la nueva campaña igualmente con “una ilusión enorme”, pero “esto es una carrera de larga distancia donde hay que ir poco a poco. Hay que empezar ganando para partir con esa ventaja. Nuestra afición va a ser importante, pero el equipo también tiene que responder y darle a la gente”.
A la espera de salidas (sigue sin aclararse el futuro de los descartados Alcaraz, Sobrino y Escalante) y de al menos tres fichajes más antes del cierre del mercado (un central, otro jugador de banda y un delantero), el primer once inicial de los amarillos, rejuvenecido, lo conformaban: Víctor Aznar, en portería; Iza, Climent, Kovacevic e Iker Recio, en defensa; Diakité y Yussi Diarra, en el centro del campo; De la Rosa y Ontiveros, como extremos; Suso en la mediapunta (y con el brazalete de capitán, pese a ser un recién llegado); y como delantero, Álvaro García Pascual.
EL INICIO LO CONDICIONA TODO
Y vaya cómo empezaba la tarde, cuando todavía seguía entrando público al estadio (finalmente, unos 15.700 asistentes). No habían transcurrido ni veinte segundos, y el Mirandés se quedaba con un hombre menos, una roja directa a Iker Córdoba al derribar a un De la Rosa que se escapaba solo a portería. Cinco minutos después, García Pascual conectaba muy forzado una asistencia y la mandaba al palo; ya en el 13, cabeceaba a las manos del portero un centro de Iza; y en la siguiente acción, un testerazo de Diarra se iba alto.

Los de casa trataban de mandar con el balón, con jugadas rápidas, sin especular demasiado y centrando mucho, sobre todo desde el costado derecho, ante un conjunto burgalés en inferioridad, más espeso y cauto.
Así, era cuestión de insistir e insistir, y en el minuto 20 subía al marcador el 1-0, tanto anotado por el persistente Álvaro García Pascual, el ex del Sevilla convenciendo en sus primeros minutos competitivos como cadista.
El monólogo del Cádiz se mantuvo hasta el ecuador de la primera mitad (más cinco minutos de añadido), merodeando con más o menos intensidad los dominios de los ‘jabatos’, ofreciendo más sensaciones de gustar(se) y disfrutar en el verde que de buscar con ansias la sentencia.
SEGUNDA MITAD SIN GAS
Con más parsimonia entraba el segundo tiempo, en modo amistoso de verano, con acciones prolongadas casi siempre sin frutos. Empezaba a palparse la falta de frescura. Y entre la nada, Javi Ontiveros en el 51 probaba una genialidad, poniendo el objetivo en la escuadra; mientras el que lo intentaba de lejos en el 58 era Yussi Diarra, tras dejar sentado a un contrario; y poco después, de nuevo el marbellí también desde la frontal.
Y cuando más participativo estaba Ontiveros, Garitano decidía reemplazarlo por Brian Ocampo, la enésima oportunidad que se le brinda al uruguayo de explotar, y demostrar algo más que calidad desaprovechada.
En ese instante, con desconcierto en el Nuevo Mirandilla, los jugadores del Mirandés celebraban un raro gol del empate, que anulaba al instante el árbitro por supuesta falta previa sobre el portero Víctor Aznar. Y antes de la llamada ‘pausa de hidratación’, Ocampo ejecutaba su tradicional jugada, buscando la frontal, y la mandaba al quinto anfiteatro.
Entrados en el minuto 80, se marchaban a la caseta aplaudidos García Pascual y Suso, y se incorporaban Roger Martí y Álex Fernández. Diarra y Diakité disparaban poco después en la misma jugada con resultado similar: sin puntería. Y ya en el tiempo de descuento, seis minutos más, entraba al campo Obeng por De la Rosa. Se sucedían algunas contras amarillas frustradas ante los estertores del rival persiguiendo la igualada, y haciendo dudar levemente a la grada.

Sin embargo, el corto 1-0 no lo movería ya nadie, quedándose los tres puntos en la Tacita. Tres puntos para el saco, y tres menos para sumar los famosos 50 cuanto antes. Y el cadismo, medio satisfecho, celebrando no haber padecido ningún bochorno viendo jugar a los suyos. Algo es algo. Es pronto y toca seguir a la expectativa, sin derrotismos. DIARIO Bahía de Cádiz