La Zona Franca de Cádiz ha presentado los resultados del estudio de su huella de carbono que anunció hace ahora un año en el marco de la Estrategia de Descarbonización del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Esta iniciativa, con la colaboración de la empresa pública Tragsa y de la Universidad de Cádiz, se está abordado en tres fases, de las que ya se han culminado dos: el cálculo de la huella y su validación y registro en el Ministerio. En la actualidad, se está desarrollando la tercera fase, con la implementación de medidas de mitigación y compensación que permitan al Consorcio gaditano alcanzar la huella cero.
Tragsatec (del grupo Tragsa) ha sido la empresa encargada de medir y calcular las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) directas e indirectas de todas las instalaciones de la Zona Franca de Cádiz y de sus empresas participadas en toda la provincia.
Adela Torrico y Fernando Concejo, técnicos de proyectos de Tragsa, han explicado que el periodo estudiado ha abarcado todo 2023, habiéndose obtenido un resultado de 872,07 de CO2 equivalente (es decir, incluyendo otros gases de efecto invernadero con el mismo impacto que el dióxido de carbono), de las que el 95% corresponde a “fugas de gases fluorados derivados de los sistemas de climatización y refrigeración, mientras que el 4,4% corresponde a las emisiones ocasionadas por el transporte por carretera”.
“Es una huella de carbono de impacto relativamente bajo. Por comparar, el consumo eléctrico de un hogar medio es de 7,5 toneladas al año, por lo que tenemos una huella equivalente a la que emiten 110 viviendas en un año”, ha añadido por su lado el delegado del Estado de la Zona Franca, Fran González.
LA IMPLANTACIÓN DE ENERGÍAS RENOVABLES, CLAVE
Según este político del PSOE, “la obtención de una huella relativamente baja es fruto del trabajo que ya se viene desarrollando desde 2021 con un Plan Integral de Modernización y Mejora de instalaciones, en el que se han invertido más de 2,5 millones en proyectos como la renovación de los equipos de climatización, renovación de la flota de vehículos eléctricos, la instalación de cuatro electrolineras o mejoras en las redes de abastecimiento y saneamiento, entre otros, además de medidas como el teletrabajo”.
Esta línea de trabajo acometida por el Consorcio gaditano entronca directamente con los ejes de actuación propuestos por Tragsatec en su estudio para implementar medidas que mitiguen la huella de carbono, entre los que destacan un sistema de control centralizado de los edificios, “que está en estudio y en el que se van a invertir más de 700.000 euros”; o la implantación de energías renovables, medidas con las que se podría reducir la actual huella de carbono “en un 90% aproximadamente”.
Además, se remarca en la nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, este proyecto de estudio de la huella de carbono “no es una foto fija sino que va a ser un trabajo continuado en el tiempo”. De hecho, una vez sabido el total de la huella de 2023 y la puesta en marcha de las medidas de mitigación se valorará si éstas han dado resultado, en cuyo caso se obtendrá el sello ‘Reduzco’ que ofrece el Ministerio para la Transición Ecológica a las instituciones que reducen su huella de carbono. La Zona Franca de Cádiz ha obtenido ya el sello de ‘Calculo’.
Y SE RECUPERARÁN SALINAS EN LA BAHÍA
Este plan de descarbonización va más allá de las medidas de mitigación: siguiendo la apuesta por la economía azul, se ha abierto una línea de trabajo que va más allá de actuar sobre bosques y carbono verde para compensar el resto de la huella de carbono.
La Zona Franca de Cádiz ha encargado al Laboratorio de Carbono Azul del Área de Ecología de la UCA un estudio sobre proyectos de carbono azul para la compensación de emisiones de gases de efecto invernadero en el ámbito de la provincia, cuyas conclusiones ha desglosado por su lado Ignacio Hernández Carrero, profesor de Ecología de la UCA.
Se han estudiado cuatro marismas mareales abandonadas o sin uso en la Bahía: San Pedro y San José (La Covacha), Divina Pastora y salina de San Fernando, en Puerto Real; y San Joaquín, ubicada en Chiclana.
De las cuatro, se ha seleccionado la chiclanera, que se va a recuperar con una intervención pionera de carbono azul, lo que va a permitir compensar sobradamente el 10% restante de la huella de carbono del Consorcio gaditana, ya que esta salina podría absorber 124 toneladas de CO2 al año a ser regenerada.
“Queremos dar ejemplo como administración pública y liderar en la provincia de Cádiz la estrategia para la descarbonización -ha remarcado Fran González-, abriendo un camino en torno al carbono azul, con pocos precedentes en este ámbito, recuperando las salinas como fuente de riqueza y pulmón azul de la Bahía, conscientes de que son fundamentales para regular el clima, frenar la erosión costera y proteger el patrimonio y la biodiversidad”.
De este modo, ya se está estudiando la reserva demanial de la salina de San Joaquín para poder actuar en el proyecto piloto “que nos permita en el futuro ampliar a otras salinas del territorio con proyectos de carbono azul, que se ha demostrado que son clave para la salud climática gracias a las grandes cantidades de oxígeno que generan y que suponen una oportunidad para seguir sumando entre todas las instituciones para referenciar la marca Cádiz como ejemplo de innovación, de investigación, de atracción de talento y de compromiso por el desarrollo sostenible, el progreso y el crecimiento económico”, ha sentenciado el máximo responsable del Consorcio.