Ahora sí: se da por (casi) cerrado el último conflicto del metal en la provincia de Cádiz. Este sector fundamental en la Bahía de Cádiz y en el Campo de Gibraltar (que implica a unos 27.000 trabajadores y más de 3.000 empresas) ha vuelto cuatro años después a las calles para escenificar su lucha por un nuevo convenio colectivo “social”, según UGT y CCOO, que finalmente sólo ha contentado a la patronal y a UGT (el sindicato mayoritario hoy día en el metal), y que ha distanciado todavía más a los sindicatos alternativos y minoritarios, la Coordinadora de Trabajadores del Metal (CTM) y CGT, que han tratado de alargar el descontento por lo acordado.
Buscando desbloquear la negociación del convenio, CCOO y UGT convocaron paros los días 18 y 19 de junio, y huelga indefinida a partir del 23, que se desconvocaba a lo largo del viernes 27 tras darse un segundo apretón de manos (el primer preacuerdo previo lo tumbaron las asambleas) la Federación de Empresarios del Metal de la Provincia de Cádiz (Femca) y UGT en Sevilla, en la sede del Consejo Andaluz de Relaciones Laborales (CARL).
Sin embargo, en paralelo y en las mismas fechas, CGT-A (con el acompañamiento siempre de CTM) también convocó su propia huelga, que ha mantenido más allá de los paros promovidos por las organizaciones mayoritarias, para expresar su rechazo frontal al convenio pactado hasta 2031 y exigir una negociación directa con la Femca, que esta ha menospreciado.
Movilización que se ha ido concentrando básicamente en contratas que trabajan para los astilleros de Navantia en la Bahía y para la planta de Dragados en Puerto Real, con amagos de piquetes (cada vez más vigilados por los antidisturbios) y asambleas cada día más menguadas. Y encima “criminalizada” por la patronal, que la ha llegado de tachar de “huelga ideológica, alentada por una minoría sin representatividad” y en la que “la violencia se ha convertido en su principal estrategia para mantener vivo un conflicto inexistente”.
Y llegado este martes 8 de julio, en la duodécima jornada de huelga indefinida (más los dos días previos, y quizá los más tensos del conflicto, el primero de ellos con altercados en las calles y represión policial), CGT-A ha confirmado que le pone fin “conforme a lo decidido por las asambleas”. De hecho, todos estos días ha repetido que mantendría su convocatoria “hasta que los compañeros quieran seguir luchando”.
“PASAMOS A TRABAJAR EMPRESA A EMPRESA”
“Esto es un punto y seguido, el final queda a larga distancia, ahora las asambleas de centro de trabajo y empresa irán hablando para aplicar la medicina de la rebeldía frente a los abusos patronales y de sus socios sindicales, una vez que las plantillas se recuperen del gran esfuerzo, en todos los sentidos, de estas tres semanas de lucha que hoy culminan”, se apunta.
A partir de este momento, se subraya en una nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, este sindicato asegura que “cambiamos de escenario y trabajamos empresa a empresa para poner coto a los abusos patronales, a la miseria de retribuciones, a la negativa a conceder licencias retribuidas, a horas extras no pagadas, y al riesgo en los tajos”.
Y sin olvidar “defender y proteger a todas las personas que en este proceso de huelga han sido represaliadas tanto laboralmente como administrativamente por las fuerzas represivas del Estado. Esta vez no hubo tanquetas, pero si porras, palizas, persecución y tratos despectivos por, únicamente, defender el pan”, se lamenta. Durante el conflicto, la Policía Nacional ha detenido ya a más de una veintena de personas, bien durante las movilizaciones, o posteriormente, acusados de desórdenes públicos y daños, e incluso en algún caso de agredir a agentes.
“TODO EMPIEZA A CAMBIAR EN EL METAL DE CÁDIZ”
Por otro lado, CGT Andalucía reconoce sentirse orgullosa “de haber podido ser el vehículo para que el metal de Cádiz saque a la calle su indignación y rabia frente a la burocracia sindical y una patronal explotadora y sin escrúpulos”. Por ello “nos felicitamos y agradecemos el reconocimiento a nuestra labor y la confianza que cientos de nuevos afiliados han depositado en nosotros para defender sus intereses sociolaborales y económicos”.
“La esperanza de que todo empieza a cambiar en el sector en la provincia es el hilo conductor a la resistencia y el optimismo de que es posible cambiar el estatus actual, confabulándonos para no dar ni un paso atrás frente a las traiciones, el clientelismo y el esclavismo que se sigue practicando y se permite en el metal”, sentencia la organización anarcosindicalista; que apostilla que “es posible y necesario cambiar las cosas”.