Tras la pancarta ‘Sandra, no te olvidamos. ¡Basta de bullying y discursos de odio!’, cientos de jóvenes de ESO, Formación Profesional y Bachillerato han salido este martes a las calles de diferentes ciudades del país convocadas por el Sindicato de Estudiantes. En el caso de Cádiz, la protesta en la capital ha partido desde la plaza de San Juan de Dios, para desembocar ante la Subdelegación del Gobierno.
Una nueva jornada de paro estudiantil (semanas atrás se han celebrado movilizaciones en solidaridad con Palestina y para exigir el fin del genocidio al Estado criminal de Israel), para, más allá de mostrar apoyo a la familia y amigos de Sandra Peña, dejar claro que su muerte “se pudo haber evitado”.
“Ella, como miles de estudiantes en Sevilla y en todo el Estado, sufrió y sufren el acoso escolar, una lacra terrorífica con la que convivimos día tras día. Somos muchos quienes conocemos a compañeros que han sido o son víctimas de bullying a causa de su estética, de su peso, de su forma de hablar, del color de su piel o su orientación e identidad sexual. Una opresión que no nos deja ser libres, y que hace insoportable el simple hecho de ir a clase, relacionarnos con normalidad y que, en muchas ocasiones, termina con muchas vidas arrebatadas”, lamenta el Sindicato de Estudiantes.
Sandra, de 14 años de edad, se suicidó el pasado 14 de octubre. Fue víctima de un acoso continuado en el colegio privado-concertado Irlandesas de Loreto donde estudiaba. Acoso que era conocido por los responsables de este negocio (de la Fundación Educativa Mary Ward) “pero que no motivó ninguna acción para impedirlo, sin que en ningún momento se activaran los protocolos que existen”.
“AQUÍ HAY RESPONSABLES”
Este colectivo estudiantil, en su convocatoria a la huelga de este 28-O, remarca que en este caso “hay responsables muy concretos”, empezando por la dirección del colegio, que pese a las denuncias presentadas por los padres “ni se activó el protocolo anti-acoso ni el de prevención de autolesiones. ¿Y por qué? Para proteger el buen nombre y su negocio por encima de todo; para no arriesgarse a perder la financiación pública”.
Pero también se señala a la Junta de Andalucía del PP, que “mantiene el concierto público a esta fundación vinculada a la Iglesia y a todo el entramado empresarial de la privada concertada”; y al tiempo “está desmantelando nuestra educación pública y nos niega los recursos materiales y humanos que necesitan nuestros institutos para acabar con el acoso”.
Y sin olvidar al Gobierno central de PSOE-Sumar: “no hay dinero para la enseñanza pública, que se hunde por los recortes, no hay dinero para poner en marcha un plan de prevención de los suicidios en los centros y apoyar nuestra salud mental, pero sí lo hay para incrementar salvajemente el gasto en armas, para privatizar los servicios públicos y subvencionar todos los negocios privados de la sanidad y la educación”.
“CENTROS PÚBLICOS Y SIN FASCISMO”
En este punto, el Sindicato de Estudiantes exige la dimisión de la directiva del colegio Irlandesas de Loreto y la retirada de su financiación pública; además, se considera que “los responsables de no activar el protocolo antibullying tienen que pagar penalmente por consentir lo ocurrido”.
En paralelo, se demanda que “ni un euro público vaya para engordar el negocio de la enseñanza privada concertada, que siempre tapa el acoso y todo tipo de abuso contra los alumnos”. Y que se actúe frente a la violencia que propaga la extrema derecha en las redes, en las calles y desde las instituciones: “nuestros centros tienen que ser espacios seguros para todas y todos, sin discriminación, sin machismo, sin racismo, sin LGTBIfobia, y sin fascismo”.
“El acoso escolar es una de las caras más crueles del sistema bárbaro en el que vivimos, un sistema en el que se fomenta la individualidad y el pisar al más débil, donde se aplaude la cultura del odio contra el diferente y se premia el falso éxito de acumular riqueza a costa del sufrimiento de la gente y las injusticias sociales”, termina reflexionando el colectivo convocante de esta movilización; que apostilla que “alzar la voz contra el bullying y proteger nuestra salud mental no es algo individual, es una lucha colectiva”.













