JORNADA 38. Derbi andaluz en el Bahrain Victorious Nuevo Arcángel para abrir la jornada en Segunda división, en la llamada LaLiga Hypermotion, entre dos conjuntos en zona de nadie. El Córdoba recibía con los deberes hechos (la permanencia amarrada con tiempo, tras subir de Primera Federación) a un Cádiz que también tiene la salvación prácticamente arreglada, aunque en su caso es un recién descendido de Primera. Los ánimos de unos y otros no tienen nada que ver, y se palpó en el verde.
“Si ganamos tenemos la oportunidad de pasarles y de acabar por delante de ellos. Es un estímulo para seguir ganando y seguir sumando”, apuntaba en la previa Gaizka Garitano, que también empieza a pensar en su futuro en Cádiz, pese a estar firmado hasta verano de 2026: “no por tener contrato me voy a quedar si no me quieren. Quiero que la gente esté a gusto con el entrenador, no quiero acabar mal la temporada y que la gente no me quiera”.
Con Chris Ramos en casa lesionado, y Chust de nuevo en el banquillo, el técnico vasco recurría de inicio a David Gil, bajo palos; Zaldua, Climent, Kovacevic y Fali, en defensa; Diakité y Álex Fernández, en el centro del campo; y arriba, Sobrino, Melendo, Ontiveros y Roger Martí.
El choque comenzó con tres llegadas en apenas unos minutos del equipo de casa, entre ellas un remate claro de Nikolai Obolskii. Los gaditanos intentaron reaccionar, con un lanzamiento lejano de Diakité, y hasta parecía abrirse el juego, con regalos-torpezas defensivas en ambos campos. Pero era un espejismo.
El Córdoba tenía hambre, y hechuras, y pronto fue metiendo en su área a un rival desnortado y poco contundente. Y a base de insistir, en el minuto 23 llegaba el esperable 1-0, gol de Cristian Carracedo.
El tanto no cambió nada el panorama, los de Iván Ania siguieron buscando portería con decisión, y el Cádiz descompuesto vagando tras la pelota como pollo sin cabeza. Entre diversas ocasiones, en el 32 Theo Zidane tenía cerca el segundo desde la frontal; y apenas un minuto después, el árbitro señalaba penalti y expulsaba a David Gil tras liarse consigo mismo y agarrar muy levemente al delantero que le birló el balón y al notar contacto no dudó en tirarse a la piscina.
En el 38, desde los once metros marcaba Jacobo ya con José Antonio Caro en la portería, y Melendo era el sacrificado al quedarse los de amarillo (con su tercera equipación) con diez hombres.
De ahí al descanso, junto a cinco minutos de añadido, el Córdoba continúo mostrándose muy superior a un Cádiz rozando el ridículo: y no es la primera vez que el cadismo, en los últimos tiempos, siente vergüenza ajena viendo el no-juego y actitud de los suyos.
AMAGO ENGAÑOSO DE REMONTADA
La segunda mitad arrancaba con meneo en el banquillo amarillo: se quedaban en la caseta Ontiveros (otro partido más sin aparecer) y Zaldua y salían al verde Chust e Iza, conformando el Cádiz una defensa con tres centrales. Y, en una acción puntual y tempranera, acortaba distancias en el marcador: gol de Roger de cabeza aprovechando un gran centro desde la izquierda de Climent.
Con el 2-1 en el electrónico, el Córdoba dejó de sentirse tan a gusto y el Cádiz empezó a mostrar algo de intensidad, y de interés en el partido. Y en el 59, en un saque de esquina, Víctor Chust cabeceaba solo y establecía un empate impensable visto lo visto en el primer tiempo.
Se equilibraba la partida, y Matos reemplazaba a un Climent con molestias. Sin embargo, en el 71 el cadismo volvía a la realidad, y a amargarse e indignarse con el de negro: pitaba otro penalti en el área visitante por no se sabe muy bien qué (¿empujón a Albarrán de Chust o piscinazo del cordobesista al notar el aliento del defensor?), y Carracedo no fallaba la pena máxima.
Ya rondando el 80, Escalante sustituía a Sobrino, mientras el Córdoba insistía arriba, ponía a prueba una y otra vez a Caro, y se hacía patente la inferioridad numérica del contrario. La sentencia llegaba en el minuto 84, el 4-2 marcado por Casas.
Enésima derrota que sigue evidenciando que este Cádiz no hay por dónde cogerlo. Por mucho que en algunas fases simule que compita y todo (lo mínimo que se le exige a un equipo profesional), son más los tramos de cada partido en los que cualquier rival grande o chico se impone por intensidad y ganas. Así durante todo este triste curso. Y todavía quedan cuatro jornadas más de martirio, para ahondar en la apatía de la afición. DIARIO Bahía de Cádiz