El pecio Delta I, restos de un barco del siglo XVII hallados en 2012 durante las obras de construcción de la futura nueva terminal de contenedores del Puerto de Cádiz, tras casi un año de estudio exhaustivo en tierra ha sido devuelto al fondo marino.
El Centro de Arqueología Subacuática (CAS), con sede en el Balneario de la Palma de Cádiz, ha concluido la fase de análisis arqueológico y documental de la arquitectura naval de este buque hundido en aguas de la Bahía, ‘rescatado’ hace ahora un año; y cuyos restos han sido devueltos al fondo del mar en una operación llevada a cabo por la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz (APBC) en las inmediaciones de la Punta de San Felipe en un depósito georreferenciado de carácter reversible con estructuras de acero galvanizado recubiertas de sedimento y geotextil.
A lo largo de los últimos meses, el pecio ha sido objeto de un análisis integral que ha implicado su desmontaje completo con el fin de estudiar en detalle su sistema constructivo. Cada una de las piezas que lo conformaban ha sido analizada de forma pormenorizada siendo, tras su estudio, cuidadosamente colocadas una a una sobre palés, debidamente etiquetadas para asegurar su correcta identificación y disposición dentro del conjunto, así como su adecuada conservación.
La labor de investigación arqueológica del CAS, iniciada con la extracción del pecio en julio de 2024, se ha prolongado durante más de diez meses en el muelle 5 de Navantia Cádiz, en una carpa habilitada al efecto. Durante este tiempo el equipo técnico ha llevado a cabo, “con rigurosa metodología”, una documentación de los restos del navío que califican “de alta precisión”.
Así, las 401 piezas de madera que conforman el casco, algunas con un peso superior a 1.800 kilogramos, ha sido analizadas de manera individual mediante un exhaustivo registro visual, fotogrametría, escaneado 3D y fotografía de alta resolución, se detalla en el comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz.
De igual modo, cada etapa constructiva ha sido registrada con tres modelos fotogramétricos (sin marcaje, con etiquetado y con etiquetado más marcado de la clavazón) y cada elemento, cuidadosamente etiquetado con sistema alfanumérico doble: para indicar su posición estructural dentro del barco y su número en el proceso de excavación. También se han documentado en detalle todos los sistemas de unión empleados en la construcción, así como las huellas de herramientas -azuelas, hachas, sierras o punzones- y las marcas de carpintero.

“SENTAMOS LAS BASES PARA INVESTIGACIONES DE LA HISTORIA MARÍTIMA GLOBAL”
Con la información recabada, el equipo del CAS constata que el pecio Delta I corresponde a una “construcción atlántica mixta”, caracterizada por “un proceso secuencial en el que se colocaba primero la quilla, seguida de las cuadernas maestras, las varengas, el forro externo, los genoles flotantes y, por último, el forro interior”. A partir de los restos, los técnicos calculan que este barco pudo alcanzar unos 50 metros de eslora y los 6,80 metros de manga.
Además, durante el proceso de excavación y limpieza han aparecido vestigios que ofrecen una valiosa visión de la vida y el comercio marítimo de la época, el siglo XVII. Es el caso de huesos de frutas, restos de tinte azul y fragmentos cerámicos y metálicos que ilustran la diversidad de objetos cotidianos y defensivos presentes a bordo. También se han hallado marcas de juegos en la madera (tres en raya) e incisiones triangulares que podrían asociarse con el juego del cuchillo o “filete de cinco dedos”.
Por otro lado, con la limpieza de las concreciones se han recuperado elementos de especial interés, como nueve fragmentos de cañones reutilizados como lastre y más de 80 balas de hierro. Asimismo, se han tomado muestras de las especies marinas adheridas y muestras de madera -destinadas a análisis dendrocronológicos- y de diversos elementos como estopa y brea. Los resultados que se obtengan permitirán concluir las investigaciones sobre Delta I.
El estudio integral combina el análisis de la información arqueológica recuperada en la excavación, el estudio de fuentes documentales históricas y la aplicación de técnicas propias de las ciencias experimentales.
El conocimiento generado, se sentencia, “va a sentar las bases para futuras investigaciones sobre la construcción naval y la historia marítima global”.

“UNA OPERACIÓN SIN PRECEDENTES EN ESPAÑA”
A la vista de este avance de resultados, la consejera de Cultura y Deporte, Patricia del Pozo, ya afirma que “Andalucía se ha situado a la vanguardia en materia de conservación y estudio del patrimonio arqueológico subacuático con un proyecto que ha permitido estudiar por primera vez en España fuera del agua un barco datado en el siglo XVII”. El CAS depende de su consejería.
Por su parte, la presidenta de la APBC, Teófila Martínez, ha destacado, por un lado, el importante trabajo realizado por los técnicos del departamento de Infraestructuras y la propia dirección de la Autoridad Portuaria, que han conseguido diseñar y desarrollar con éxito una operación sin precedentes en el Estado español y han colaborado activamente con los trabajos de estudio del pecio una vez el mismo ha estado fuera del agua; al mismo tiempo que ha hecho hincapié en el compromiso del organismo portuario con la salvaguarda y conservación del patrimonio subacuático de la Bahía, en el que lleva invertidos en los últimos tiempos más de 5,7 millones de euros.
El proyecto Delta I, “ejemplo de buenas prácticas a la hora de compatibilizar el desarrollo portuario con la preservación del patrimonio cultural subacuático”, ha sido posible gracias a la colaboración entre la Autoridad Portuaria, promotora de los trabajos, y la consejería de Cultura, a través de la delegación territorial y del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), que ha coordinado la investigación desde el Centro de Arqueología Subacuática. En las actuaciones también han participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y las universidades de Alicante y Gales, junto a otros profesionales.
Durante el inicio de las obras de construcción de la nueva terminal de contenedores del Puerto de Cádiz, en febrero de 2011, apareció este primer pecio. Tras estudiarse distintas opciones, la posición del mismo obligaba a moverlo, decidiéndose su traslado a una zona contigua a la obra que tenía un menor calado y mejor visibilidad, facilitándose así las labores de estudio. Y el lugar en el que se depositó era concretamente la zona de la fase 2 de los trabajos (la ampliación, pese a que la terminal sigue sin inaugurarse) que se retomaron en los primeros meses de 2024, siendo necesario un nuevo traslado.
Así, se aprovechó para su extracción a la superficie y este estudio en profundidad: una oportunidad única para conocer cómo se construían los barcos a mediados del siglo XVII.