El sí de las piñas
La foto de Suarez preside una portada y nos da igual, porque la vida pliega y nos convierte en rutina. Corremos sin ir a ninguna parte y nos afanamos por existir en una vaguedad de alma que nos consume y disloca. Frenéticos esqueletos revestidos de humanidad galopante que huyen del Ébola, atrincherados tras concertinas hirsutas...