CRÓNICA JORNADA 13. El Cádiz consiguió ante el Real Valladolid en casa su tercer empate a cero consecutivo en otro nuevo partido aburridísimo donde casi no fue capaz de crear ocasiones, y las que tuvo no las metió, mientras en defensa sigue aplicando el método de la acumulación junto a las buenas acciones de Víctor Aznar. Nadie sabe todavía qué busca Gaizka Garitano en el equipo, pero si es esto, es muy decepcionante. Con todo, el punto deja a los amarillos en playoff.
El técnico vasco puso sobre el césped la versión más equilibrada defensivamente de las que tiene este año. Dejó en el banco a Álex Fernández y Diakité regresó a su puesto en el centro geométrico del equipo. Por la izquierda, sorprendentemente volvió Brian Ocampo a la titularidad. En la parte de atrás, en el lateral derecho lo ocupó Caicedo acompañando a los clásicos Recio, Kovacevic y Climent.
Empezó el Cádiz mandando, con agresiva verticalidad comandada por la calidad y el regate que demostraba Ocampo, y secundada por la visión de Suso y el trabajo de García Pascual. De esta forma, Tabatadze en el minuto 7 logró perforar la portería visitante tras una jugada combinada obra de estos protagonistas. Sin embargo, el tanto fue anulado por un fuera de juego de fantasía.
Hubo un par de acercamientos más, pero la presión asfixiante de los locales duró hasta el 20, cuando ya la cosa se relajó un poco y el área blanquivioleta se empezó a ver más de lejos, a la vez que los visitantes montaban posesiones más largas.
Y a eso de la media hora, el partido ya era el típico tostón de la Segunda división, con parones, errores estrambóticos por todas partes y una escasez de juego alarmante en los dos bandos.
En el 35, tuvo el Valladolid su primer acercamiento medianamente serio, tras una jugada a trompicones que acabó con un centro de Iván Alejo al que por muy poco no pudo llegar ningún delantero. El excadista, que se aplicó de lateral derecho, experimentó la reprobación que el Nuevo Mirandilla le demostraba en cada momento en el que participó.
Y mientras, la primera mitad, cada vez más plomiza y espesa, se fue extinguiendo con cuatro tarjetas amarillas para los cadistas hasta llegar a su final para el alivio de todos. Principalmente para Kovacevic, Caicedo y Diakité que durante este tiempo demostraron tener serios problemas para controlar y mover el balón de la forma que se podría esperar de un jugador de la segunda categoría del fútbol español.
Aun así, en el último segundo un buen centro del uruguayo dejó solo a García Pascual que remató a bocajarro: el guardameta despejó la pelota que rebotó en el larguero. Así que el marcador inicial no se movió, aunque los amarillos se acercaron un poquito más.

TODOS CORREN PERO NADIE ACIERTA
La segunda parte empezó con Ortuño en la caseta, Joaquín en el campo y el conjunto pucelano atacando, pero fueron los gaditanos los que generaron la primera ocasión importante con una jugada en la que Suso dejó otra vez a Tabatadze delante del meta rival, que acertó a despejar con el pie.
Los de casa fueron poco a poco equilibrando el mando del partido, aunque sin crear peligro real. El encuentro estaba muy peleado por ambos lados, con mucha lucha, pocos acercamientos y un arbitraje que, en los detalles, molestaba al Cádiz.
En el 67, Ontiveros y De la Rosa saltaron al campo en sustitución de Suso y de Ocampo. Un poco más tarde, Roger entró en vez de García Pascual. El extremo charrúa y el capitán fueron los más destacados en el ataque amarillo. El delantero malagueño estuvo luchador y voluntarioso como siempre, pero peleado con el gol.
Mientras, el Valladolid aportó un par de acercamientos con disparos lejanos que sembraron la incertidumbre en la grada. Los de Garitano cada vez eran menos protagonistas en el verde y todos los choques eran ganados por el equipo violeta, que se mostraba más sólido que los locales en todas las zonas del campo.
A diez del final el georgiano dejó el campo cojeando y Efe ocupó su puesto, pero no hubo reacción. Víctor Aznar tuvo que resolver una clara oportunidad del Valladolid a la salida de un córner y su defensa empezaba demostrar inseguridad, a la vez que Ontiveros ni entraba en juego ni acertaba al servir los balones parados.
En los últimos minutos, el encuentro era una plasta deforme sin ninguna vistosidad, donde todos corrían pero nadie tenía ningún acierto. Es de reconocer el mérito de los más de 13.000 espectadores que se acercaron al estadio un domingo a una hora tan poco cómoda para presenciar otro sieso empate a cero antipático.
No hay mucho más que decir. Este Cádiz sigue imbuido en una nada extraña, donde ni ataca bien ni defiende con contundencia mas por algún motivo, llamado Aznar muchas veces, no recibe goles. Es un tostón que se mantiene en la parte de arriba de la tabla por el buen comienzo en resultados. Habrá que ver al final de la liga si estos empates son buenos o malos. DIARIO Bahía de Cádiz














