Bosanski Petrovac (Bosnia i Hercegovina) 4,20 de
la tarde. En el cielo ya han aparecido las estrellas desde hace casi media hora,
cayó la noche de forma implacable. Caen guirnaldas de nieve con viento racheado
a una temperatura de 17 º bajo cero. El sol sólo aparece en los deseos de
cientos de refugiados que viven ateridos a una barraca moviendo su cuerpo al son
de un suave baile interior para no dejar congelar los dedos de sus pies. Sólo el
horno entreabierto de la minúscula cocina calienta las largas noches de este
habitáculo de nueve metros cuadrados al que no se resignan en llamar hogar.
Virginia
Serrano, nuestra voluntaria acabada de aterrizar de la Bahía de Cádiz,
acompañada de Dada, Sonia y Sergio, voluntarios permanentes desde hace la
friolera de 15 meses. Todos a una reparten 700 litros de leche para aliviar la
sensación de abandono al que las instituciones los tienen sometidos. Y los
mayores y enfermos reclaman más cantidad de leche porque no les llega hasta el
próximo reparto. Y el equipo revisa criterios y aumenta la cantidad de litros
para mujeres mayores de 45 años y personas enfermas, mientras revolotea en mi
mente la próxima actividad de recaudación que tendremos que hacer en Chiclana
para garantizar que ese compromiso adquirido con esta población pueda ser algo
más que un buen propósito.
A la tarde nos esperan 19 jóvenes del Campo de
Refugiados de Gorincani dispuestos a iniciar un curso de alfabetización de dos
meses de manera que les permita incorporarse a la aventura de un nuevo oficio
que le abrirá puertas allí donde el nivel de desempleo sobrepasa el 40%. Un
curso de fontanería, albañilería, alicatado y electricidad homologado por la
comunidad europea espera a estos refugiados en un contexto donde todo parece
casi mentira.
Y tras un recorrido de heladas carreteras en pleno
puerto de montaña para volver a la casa donde vive el equipo de voluntariado de
Caravana, suena el canto musulmán en la mezquita mas cercana que nos anuncia que
dieron las 8 de la noche, apuramos el primer sándwich del día y preparamos el
proyecto de Prevención sobre Violencia de Genero e Infantil que en colaboración
con ACNUR pretendemos dar a luz, con más imaginación que medios.
Terminar la formación, pionera en el Cantón de Una
Sana en materia de educación para niños con necesidades especiales del
profesorado de tres escuelas de zona serbia y musulmana es un reto en el que nos
ayuda la defectóloga venida de Bihac.
Se
amontonan la lluvia de ideas, para cubrir las numerosas necesidades que vemos,
pero nos tememos que no hay horas en el día ni medios para llenar el pozo seco
que aun queda en esta población olvidada por los gobiernos de esta Europa y
relegada por los medios de comunicación a una breve reseña en la pagina de
internacional .
Atrás nos queda un camino recorrido, un trabajo
bien hecho, parches al fin y al cabo de algo que debieron hacer los poderes
económicos. Actuaciones que redundaron en beneficio de la autogestión, de la
emancipación de los excluidos.
Hoy pasada ya la media noche, Virginia atrapa en
sus brazos esa guitarra que viajó desde Cádiz y afina los acordes de un tema
compuesto por ella que nos hace volar hacia una tierra de nadie.
2 de la madrugada, sigue cayendo una nieve intensa, el frío se
pega a nuestros cuerpos y los voluntarios duermen por fin en un nuevo deambular
por el sueño más cotidiano: la recuperación de los derechos de un puñado de
seres humanos. |