La Audiencia apostó por el término medio a la
hora de aplicar las penas (siete
condenados a muerte, uno de los cuales se había ahorcado en la cárcel, y diez
a cadena perpetua), circunstancia que provocó la interposición de un recurso
de casación sostenido por el Fiscal del Tribunal Supremo, pues no se
especifica con claridad quién es considerado autor y quiénes los cómplices,
sino que se aplica una condena generalizada.
“¿Cuál ha sido el móvil del
crimen? ¿A qué asociación pertenecen los acusados? No se ha logrado
averiguar”
En marzo de 1.984, la Sala Segunda del Tribunal
Supremo, permanece reunida durante tres días, tratando este asunto. A
principios de abril hace publica la sentencia. Esta es un mazazo para los
condenados en Jerez. No sólo no se conmutan las penas de muertes, sino que
éstas se elevan a quince, o sea, a la totalidad de los procesados, a excepción
de Juan Cabezas, que fue declarado absuelto en Jerez.
Esto provoca múltiples protestas en toda España,
incluso de los Colegios de Abogados, por parecer a todas luces excesiva la
sentencia del Supremo. Es probable que el Consejo de Ministros se viera
influenciado por dichas protestas, ya que decide indultar a siete de ellos.
Entre estos indultados se encontraba Cayetano de
la Cruz, que de todas formas no viviría el día de las ejecuciones.
En el recurso interpuesto en esa causa, el
abogado defensor había dirigido al Ministerio Público estas palabras:
“Siete hombres han sido condenados en esta causa
a muerte; a ocho más avanza con sanguinaria codicia esa acusación. ¡Señor,
quince por uno! ¿Es posible que la muerte de un hombre clame por la de quince,
y que la justicia de la tierra no se satisfaga o no se sacie sino pensando
quince veces la sangre derramada, en los platillos de su inmortal y simbólica
balanza?”.
Más adelante,
en tono no menos apasionado, hacía estos retóricos pero punzantes reproches a
la acusación:
“¿Cuál ha sido el móvil del crimen? ¿A qué
asociación pertenecen los acusados? No se ha logrado averiguar [dice la
sentencia]. ¿Era tal vez reliquia funesta de la extinguida Internacional, o
era un grupo de la federación nacional de trabajadores, o la inicua justicia
popular y otra colectividad que la fantasía del vulgo ha denominado La Mano
Negra? Nadie lo sabe. ¡Misterios por todas partes...!”