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 La Mano Negra: Luces y Sombras

Contexto
 

Realidad o Invención

 El Crimen 

 

 TEXTO: CARLOS ALBERTO CABRERA / TOÑI CARAVACA

 

“El estado general de Andalucía, sus costumbres, el régimen de la propiedad y del gran cultivo, la tradición del bandolerismo que se ha conservado, sin contar con la miseria y el hambre de los últimos años, serían suficientes, en muchos puntos, para explicar la explosión de una crisis que no tiene nada que ver de súbito ni tampoco de misterioso. El espanto causado por las primeras revelaciones ha podido, de igual forma, extraviar en una falsa pista a bastantes espíritus alarmados y hacerlos ver concialiábulos secretos y criminales en las reuniones que autoriza la Ley de 1881 concerniente a la Federación, regularmente establecida, de los trabajadores españoles. La Mano Negra no me parece que sea más que un nombre nuevo para un malestar que desde hace mucho tiempo agita e inquieta las provincias meridionales andaluzas”. Esta reflexión del marqués des Moulins, embajador francés en España en 1883, nos dibuja las circunstancias que propiciaron el desencadenante de los sucesos, en una etapa conocida como la Restauración.

 

“Un nombre nuevo para un malestar que desde hace mucho tiempo agita e inquieta las provincias andaluzas”

 

Una Restauración que sobrevino gracias al pronunciamiento militar de Arsenio Martínez Campos, el 29 de diciembre de 1874. Un pronunciamiento que devuelve la monarquía española a la dinastía borbónica, personificada en Alfonso XII, y que fue encauzada por la vía civilista por Antonio Cánovas del Castillo, el cual durante el primer quinquenio actuó de forma autoritaria.

 

Los dos pilares básicos del nuevo régimen instaurado fueron una Constitución moderada (1876), que no impidió el sufragio universal pero otorgaba al monarca numerosas prerrogativas,  y un sistema político turnista, denominado sistema canovista, fundamentado en la alternancia en el poder de los dos principales partidos, el conservador –liderado por Canovas– y el liberal –representado por Sagasta.

 

La alternancia entre conservadores y liberales, casi con igual duración, resultaba perfecta. Sin embargo, tal regularidad escondía la presencia real de un sistema parlamentario viciado por el caciquismo, que al pervertir los resultados electorales imponía gobiernos desde arriba, de acuerdo con los intereses de una minoría oligárquica.

 

En el terreno económico, la década de 1880 resultó, en líneas generales, claramente positiva para el país. Los motores socio-económicos giraron especialmente, dentro de una economía fundamentalmente rural, sobre las burguesías: textil (catalana), harinera (castellana), ferretera (vasca), vinatera (andaluza y manchega y la de las cuencas del Ebro y del Duero) y comerciante (mediterránea).

 

En cuanto al componente social, estos años ‘bobos’ –tal y como los llamó Benito Pérez Galdós– presentan una nueva clase burguesa; nuevos ricos que se hicieron presentes de forma ostentosa en la sociedad del fin de siglo. Una burguesía que en algunos casos consiguió incluso títulos nobiliarios.

 

Mientras, a su lado, se fue desarrollando, especialmente en las zonas más industrializadas (Cataluña o Madrid), un obrerismo cada vez más numeroso, organizado y reivindicativo. Sobresalía especialmente el anarquismo, casi siempre ilegalizado, por su cuantía y grado de agresividad, que en situaciones críticas recurrió a la propaganda 'por el hecho', o sea, a actos terroristas. También el socialismo, a partir de 1879 consiguió establecer su primer núcleo organizativo, especialmente en el área madrileña.

 

Este desequilibrio entre las clases sociales, debido a la casi inexistencia de la clase media, condenó a una paupérrima situación a las clases jornaleras de Andalucía, que vieron en los nuevos principios legales de la asociación los elementos necesarios para mejorar sus condiciones de vida.

 

Estos años de Restauración en Jerez vienen caracterizados por los acontecimientos de La Mano Negra y el Asalto Campesino a la ciudad de 1892. Los sucesos de La Mano Negra en 1883 encuentra, teórica y oficialmente, justificación en la existencia de un grupo anarquista clandestino partidario de la acción directa contra la represión gubernamental y empresarial que llegan a crear organizaciones secretas como ‘los desheredados’. Este grupo se opuso a la legalización del movimiento anarquista propuesta en el Congreso de Barcelona de 1881, donde se creó la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Sus acciones se producen en el contexto socio-económico de la crisis de subsistencia que azotó a Andalucía occidental en 1882.

 

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