En el caso de La Mano Negra “fue la primera vez
donde la prensa española crea un estado de ánimo de terror y especulación; la
prensa se decanta hacía el horror y la exageración”, sentencia Juan Madrid.
Y en realidad fue así, sobre todo, en la primera
etapa de los procesos contra La Mano Negra. El tiempo trae consigo un giro en
el tratamiento de los casos, ya que, una vez comprobadas las injusticias, la
prensa proclama la inocencia de los encausados, hasta el punto de favorecer
alguna campaña –como hizo, por ejemplo, Soledad Gustavo– a favor de los
procesados con resonancia europea.
Uno de los más destacados periodistas del
momento que abordó el caso fue Leopoldo Alas ‘Clarín’, que inició en diciembre
de 1882 una gira por el sur como corresponsal de El Día en Jerez. Éste
afirmaba entonces, tras la observación in situa, que “la situación de las
clases obreras es angustiosa, y que a diferencia de Córdoba, la miseria
jerezana recurre a la mendicidad, puesto que el Ayuntamiento no alivia las
estrecheces populares”.
El escritor no se limitó a describir los hechos
como asuntos de actualidad sino que, además, se interesó –sentando precedente
del periodismo de investigación en Andalucía– por el contexto que los
originaba: la situación en el campo andaluz. Publicó sus conclusiones de forma
anónima a lo largo de 1883 en El Día a través de una serie de artículos bajo
títulos genéricos como "El hambre en Andalucía" o "La crisis de Andalucía",
textos "con un marcado aire de modernidad".
Ya un par de años antes, en julio de 1880, La
Révolté informaba: “la guerrilla continúa en la provincia de Jerez, los
campesinos siguen incendiando las casas y los campos de sus patronos y se
encarnizan sobre todo con los más rapaces. Los incendios se llevan a cabo con
un plan bien organizado”.
El mismo tema -el problema de la tierra y sus
consecuencias- es la causa de que José Martínez Ruiz "Azorín", publicase
artículos en El Imparcial (entre el 3 y el 24 de abril de 1905) bajo el título
"La Andalucía trágica". Azorín observó sobre el terreno el estado en que
subsistía el campesinado andaluz, en plena efervescencia del movimiento
anarquista, y denunció, incluso, la ineficacia del recién creado Instituto de
reformas sociales.
El giro observado en la línea ideológica de la
prensa del momento queda reflejado en el paso de la apuesta inicial por crear
una situación de alarma que condujera a la represión contra un grupo de
asesinos a la defensa a ultranza de estos. Como muestras, El Imparcial
reproduce indirectamente las palabras de uno de los procesados en las que,
según palabras del periódico, “se declara inocente y dice que se opuso a la
muerte del Blanco. Confiesa ser partidario acérrimo del socialismo, pero añade
que no se ha mezclado en crimen alguno”. Por su parte, El Globo publica que
“en el sumario, no hay otro cargo contra Juan Ruiz, sino su propia confesión,
que ya no se repite ni se confirma en el plenario”.