Sí, aún, le queda un largo camino por
recorrer al hombre, para dar por finalizado su proceso de evolución o paso de
simio a hombre. Un ciclo largo y continuo que no borrará jamás sus orígenes y
que algunos pesimistas están en que no lo consiga nunca.
Un estudio, que hizo Darwin, un naturalista del
siglo XIX el cual sacó a la luz, y escandalizó al mundo entero, no ha dejado
de crear polémicas hasta la fecha, sobre todo con iglesia, ora ésta,
excomulgando y combatiendo al propio científico y seguidores, ora, trayéndolo a
examen y suscitando controversias, que nos hacen dudar, de si será cierto o
no, seamos descendientes del simio. Y por ampliación, sobre este estudio, sí,
los seres que pueblan la tierra, emergieron o no de los mares, transformándose
en lo que hoy son y ayer fueron aquellos otros que se extinguieron. ¡Vaya….
usted…. a saber!
Pero sí, puede ser lógico, de que se diera
la circunstancia, de que el simio, después de haberse columpiado en las
ramas de los árboles, durante tantos milenios, un día, “se apeara” y se pusiera
de patitas, en tierra firme y aprendiera a dar sus pasitos con las dos de atrás
y con las dos de adelante a coger objetos del suelo, mientras su rabo
prensil, al que nadie le ha prestado atención, “sin él darse cuenta”, se
le fuera encogiendo, hasta quedarse sin él. Y harto de mascar tanta semilla
y hojas de árboles, eligiera otro menú más variado, incluyendo en su dieta, a
otros animales. Todo ello nos llevaría a especular, que se le complicaría la
existencia a este ser y obligado se viese a optar por nuevas formas de
comportamiento, manejando estacas, lanzar piedras; y aún más “de forma
organizada” siguiera cazando en compañía de otros congéneres suyos, para obtener
el alimento suficiente para poder sobrevivir y defenderse de la competencia.
Demos por hecho, el origen del hombre, que hasta
ahora ha sido apoyado sin reservas por estudiosos de la antropología,
aunque, con mis dudas me quedo, de que este proceso, tan bien plasmado, haya
transcurrido de forma muy distinta a la que se nos expone.
Mas, como mi idea es, no la de seguir por este
camino sino dar, la opinión sobre la evolución del hombre y sus
orígenes, para contemplar a éste, en que escala de valores humanos
actualmente se encuentra, y de los que pueda ir adquiriendo a su favor en lo
sucesivo, es por lo que deseo, detenerme sobre este punto.
Así que partiendo de que ha sido lenta su
evolución, también existen razones para sospechar, que en la misma
medida, que se ha ido desarrollando su intelecto también ha sufrido un cambio
substancial en cuanto a su sensibilidad y sentimientos, al evidenciar, que
se ha inclinado más hacia el mal que hacia el bien, aún más añadiría, que este
homo sapient, no solamente, no ha terminado de dar sus primeros pasos, para
alcanzar el grado de humano, que le hubiera correspondido a estas alturas,
sino que debido a este retraso, le queda un largo camino por recorrer. Y si,
se siente orgulloso de ocupar el primer puesto en la escala animal,
habría que dudarlo, porque cierto es, que si un paso ha ido dando hacia delante,
tengo la certeza, de que por otro lado, dos ha dado para atrás y de que por
el hecho, de haber adquirido un pequeño grado de inteligencia, esté, ya se
proclame “humano”. Comparemos aquél con este otro, y veamos cual de los dos es
peor en sentimientos. y es que la cadena que le unía al simio, aún no se ha
roto.
Como cierto es, también que haya otros giros
negativos, dignos de apreciar en este mono “desarrollado”, que son, vicios
y lacras adquiridos, con el pasar de los tiempos, hoy quizás más refinados que
los de ayer pero siempre en menoscabo de su dignidad como tal persona.
Ahora hagamos una connotación en esa faceta del
mono primitivo, cuando vivía felizmente en la selva relacionándose con los de su
especie, el daño mayor que se producían entre ellos, era el de darle una
dentellada al compañero/a o bien arrastrar a éste/a de aquí para allá. ¡Y hoy!,
por el contrario, al que se le llama hombre, estas agresiones las causa con
más ensañamiento y consciente de lo que hace, pues las ejecuta con un grado
de conocimiento, que antes el mono no tenía, o sea, en línea general, emplea
todo su entendimiento e inteligencia de forma premeditada, para hacer el mal,
a veces, depravadamente hasta causar la muerte y pocas otras, para hacer el
bien. No se diga, que el hombre ha mejorado, por el hecho de tener los pies en
tierra, donde ya se cree seguro, o porque los medios que tiene a su alcance, le
impiden, darse ese morrocotudo testarazo, que antaño, sus ascendientes se
daban, cuando se ponían enfermos en lo alto de los árboles y se precipitaba al
vacío.
Ayer, ese gorila, manejaba palos y piedras
que se las propinaba a quien odiase, pero luego, inventaría las flechas, los
venablos y lanzas y espadas, para llegar, a manejar un tanque y cañón al mismo
tiempo, y dispararlo contra aquellos que él considera son sus enemigos.
¡Hombre no se diga que va evolucionando! ¡Sí! ¿Y
en que dirección?
Y aunque sea tema este demasiado trillado, pero si
es digno, de que hagamos una pausa y pensemos, cual puede ser el destino del
hombre en la tierra, autosuficiente para gobernar y dirigir, pero con la
desventaja de que en su deseo de ser justo, a menudo, a veces, con intención o
sin ella, se ve propenso a cometer errores que repercutirán en él y en el resto
de la sociedad. Y termino con una cita de Sócrates, cuando dijo “No hay
hombres malos, sino ignorantes”, porque según él, “Saber equivale a ser
bueno”. Por lo que deduzco que toda maldad a la que me refiero, no estriba
en la falta de sabiduría del hombre, sino en como ha ido inclinándose hacia el
mal, más que hacia el bien.
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