La historia de este hombre es tan emocionante como
sencilla, y contarla quiero, sin intención de levantar viejas heridas o
recuerdos de nuestra guerra civil. Porque a los muertos hay que dejarlos
tranquilos, los de un bando como los del otro, ya la afonía y el deseo de paz,
cubren sus tumbas para siempre, aunque aquél episodio los viejos no lo podremos
olvidar. Pero, en el caso de este personaje, una anécdota digna de
contar, por su valor humano y sentimental que he llevado gravado durante
muchos años en mi memoria, desde el día que me la contaron y que hoy, me ha
surgido de repente, por lo que, aquí mismo a descargarlo voy, si vuestra
generosidad me lo permite, quedando con ello mi espíritu satisfecho y mas
tranquilo. Porque en el pueblo de donde mi protagonista es/era oriundo, todavía,
es casi seguro, hayan mayores que lo recuerden.
Recién terminada la guerra, por motivos que
no vienen aquí narrar, me hallaba residiendo en, Huétor Santillán, pueblecito
cercano a Granada, en las estribaciones de la Alpujarra. Y aunque por aquél
entonces, yo era un chaval, con muchas ganas de jugar y pasarlo bien, siempre he
sido un cazador de testimonios, de aquellos lugares por donde pasaba, oyendo
toda clase de historias o leyendas, que la gente contaba.
Bruno, que si mal no recuerdo, así se
llamaba, éste, mi protagonista, era un pescadero ambulante, que diariamente
recorría con su bicicleta, ida y vuelta, a Granada, para traer al pueblo, tras
una agotadora jornada, pedaleando, una caja de pescado, que, él mismo, vendía,
en la villa. Bruno, solía sostener con su clientela largos ratos de charla,
porque aparte de pregonar sonoramente su pescado, era apreciado por todos.
Conmigo, también tuvo algunos párrafos. Añadiendo, que aparte de ese don de
gentes, que le caracterizaba, además, era padre de una hija bellísima, por la
que me ví impulsado a, “visitar la casa de Bruno y esposa, en más de una
ocasión”.
Un día, alguien, de la villa, me comentó,
la real vida de Bruno, y pude saber que además de ser un gran trabajador, era un
buen padre de familia. Nada más que comenzar la guerra, tuvo la desgracia,
irrumpieran en su casa, algunos números de la guardia civil y no se, si también,
algún otro falangista, para detenerlo. Preguntaron por él, que por cierto, no
estaba, y un hijo suyo, que en ese momento, allí se encontraba, adivinando las
intenciones que este grupo traía, ante ellos, irrumpió, diciendo, (y es
verídico) no mentía:”Que el tal Bruno, que buscaban, era él. De inmediato lo
detuvieron y esposaron para poco después fusilarlo. Más tarde, conscientes del
“error” cometido, optaron por dejar de perseguir a Bruno padre y “olvidar”
cuanto ocurrió y como sucedía en aquellos tiempos, callaron y no se dio ninguna
clase de explicaciones. Bruno júnior como yo siempre le he llamado, de esta
forma y una vez más, se convertiría en un héroe e hijo ejemplar. Un
inocente, victima propiciatoria de aquél holocausto, para salvar la... vida de
su padre. Así se portan siempre los verdaderos hijos, que hicieron patria.
Poco tiempo más, pude ver y visitar aquella casa,
después de que tal información se me hubiera dado, porque, me vi obligado a
cambiar de ciudad.. Pero aún así, durante años he recordado a esa familia con
cierto cariño, viendo en sus rostros aquella pena escondida dentro de sí, que yo
nunca supe descubrir, porque obligados estaban a esconder, por temor a
represalias. Pero Bruno siguió pregonando: “Pescado fresco, del día” y tan
fuerte como antes lo hacía.
Tal supe después, nunca fue, comunista, ni
anarquista, quizás, a todo más, de ideas republicanas, sin él saberlo, porque
ese hombre, a partir del asesinato de su hijo, se vería obligado a callar sus
muchas ideas para siempre.
Han pasado muchos años, no creo que viva, pero a
su familia si aún vive algún miembro de ellos, desde aquí, les mando mi mas
hondo pesar. y orgullo de haber conocido una gente como ellos como también les
mando mi OPINION, sobre aquél acontecimiento: La España de hoy no la hicieron
los que ganaron, sino todos aquellos que supieron, como ellos, mantener dentro
de sí, sus más nobles ideales.
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