A alguien le incumbe hablar, sobre cual es la
posición de España, ante este desconcierto de naciones en litigio y guerra,
porque: saturados de macabras crónicas y reportajes, de lo que acaece en
este planeta, estamos todos. Un bloque de noticias espeluznantes, son mostradas
en los medios de comunicación, cada día que nos levantamos. Un mundo en
continuo conflicto, que se extiende y no se detiene, una bomba, a punto de
explotar y hacer saltar por lo aires la vida en la tierra, por culpa de “Los
Intereses Creados de unas Naciones” que codician petróleo y recursos ajenos,
solo para vivir en mejores condiciones, sin escatimar recursos en el empleo de
armas cada vez más sofisticadas peligrosas y controversias políticas, cometiendo
o permitiendo se produzcan los genocidios más sanguinarios diariamente.
Estampa de estupor contemplada por la gente
sensata, y no por los ingenuos, que creen vivir en paz, considerando esta
situación como una rutina de cuanto sucede, porque, por ahora, no les alcanza,
ni les interesa conocer la gravedad que encierra en sí.
¿Cuántos son los pueblos que viven en paz, y en
buena armonía con otros? ¿Cuántos son los temerosos de que la llama de la
guerra, les alcance a ellos? Los hay, jugando al ratón y al gato, para no ser
metidos en la hoguera, o pegan y esconden la mano, o la de esos otros
“postergados” acusados de comunistas, terroristas, y colaboradores con el
enemigo, y no se cuantas cosas más, apoyados todos con material bélico, de otras
naciones.
¡Pero, por qué hablar de algo ya tan sabido y
odioso que nos revuelve el estomago! ¿Por qué no buscamos otros culpables?: A
los tibios, medrosos, que siguen el juego al más poderoso, pagando alto precio
por la paz, a los que andan con el culo pegado a tierra por miedo a levantarse,
no les vayan a zurrar, a los que juegan dos partidas al mismo tiempo
diferentes, por si pierde la una, ganar la otra, (cuando no pierden ambas), y
por último, para mi, la más vil, e indigna de las posiciones, los
desplantes, desprenderse de la mano de aquél amigo que un día te la tendió en
señal de buena amistad y hoy, por hallarse aislado y empobrecido, tú, se
la retiras, porque otras relaciones más sustanciales, te lo recomiendan.
En una palabra, traicionar a un amigo por falta de principios y obrar de
forma hipócrita, cuando deberían elaborarse, políticas encaminadas a
engrandecer las relaciones con los demás, de forma más equilibrada y digna
que engrandezca a nuestra nación
En cuanto a España, emplee el político su mente y
abra bien los ojos, para mantener a este país, con una perspectiva de buena
vecindad entre todos los pueblos que la componen, trabaje para que el desarrollo
progrese, a costa de nuestro propio esfuerzo, y no, con la de otros. Una España
independiente y libre, capaz de mandar a tomar vientos frescos a aquél que desde
otras tierras, desea manejar nuestro destino e intereses para estar él más a
salvo, aprovechándose de nosotros. En España hay recursos suficientes
intelectuales, humanos y naturales para sobrevivir sin la necesidad de recibir
limosnas, que después se cobrarían con creces.
Llamemos a cada cosa por su nombre y estar allí
donde debiéramos y hacerlo, sin imposición alguna o miedo,
corrigiendo desatinos y equívocos, para que los más jóvenes, con ello, aprendan
a conocer lo que es, la dignidad de un país y puedan vivir orgullosos de su
patria. Y tampoco duden éstos, cuando deseen hacerlo, decir, arriba España, a
pesar de algunos postergados o retrasados, que por el solo hecho, de
amar a la patria, les llaman facha. Como español, lo digo sin ambigüedades,
¡Arriba España! Se enarbole con orgullo nuestro propio estandarte, (que
no es patrimonio de unos pocos, sino de todos los españoles). Dejen los
políticos de echarse las culpas unos a otros y de decir más sandeces para
engañar al pueblo y conseguir con ello, más votos.
Tampoco necesitamos más “salvadores”. Lo único
que puede librar una situación como la que tenemos, es la dignidad, el trabajo,
el respeto mutuo y una justicia ecuánime y enérgica para todos. Porque
(como ya se ha dicho aquí antes) las cosas no andan bien en casa. Y por último:
cada cual en su puesto, cumpliendo con sus obligaciones y deberes.
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