No te
embauque una sonrisa o guiño, pueden ser fingidos. Argucias de quienes no han
rostro y si careta, para emplear su hipocresía y picaresca. Pues, para fingir
una emoción; práctica y condición, habrá de tener, para poder interpretar bien
esta farsa, con destreza y habilidad.
Una necesidad apremiante, una oportunidad ocasional
o la simple curiosidad del ser, serán los motores que pongan en marcha, la
argucia y perspicacia del despierto y sagaz descuidero, malandrín o ladrón.
Personajes todos, de mal vivir y poca confianza, cuando para ellos, el reclamo
de un talego o prenda, llama a sus puertas y se convierte en su objetivo
primordial. Ayer, hoy y mañana, siempre los hubo y habrá, patanes andrajosos,
mendigos o descuideros, bien o mal vestidos, dicho sea, de todas clases
sociales, pero doctos en este oficio de las malas artes, muy conocidas, en
todo lugar y tiempo.
Al igual que, las sensaciones orgásmicas fingidas
por la prostituta, tienen como función, estimular al embaucado varón, con objeto
de obtener de él, además de sus favores, beneficios varios lucrativos; así,
obran algunos individuos, en la vida real, también dentro de la sociedad, los
negocios, la política y otras actividades. Personas de dudosa o baja moral, que
experimentadas en valerse de lo ajeno, aprovechan ciertas coyunturas, como el
ambiente infecto en el que se desenvuelve esta ralea y la ocasión. Una
imperiosa ambición de poder riqueza o fama, les mueve a buscar a través del
engaño y la picaresca, adoptar este comportamiento, que de lograr su objetivo,
se beneficiará efímeramente. No hago mención en este grupo, al menesteroso o
hambriento, que acuciado por la necesidad, se ve obligado a emplear similares
tácticas, para sobrevivir.
Está en mi pensamiento, poner más énfasis en esa
otra ralea, que tras sus tareas cotidianas, se enriquecen ilegalmente, por
medio del fraude, como empleados públicos de empresas privadas o publicas que
son. Todos de moral y principios bajos, que valiéndose de sus cargos se
apropian indebidamente de fondos o títulos que no les pertenecen, y que les
reportan pingües ganancias o beneficios. Y como digo haciendo uso del engaño o
la trampa, en las transiciones o negocios que ilegalmente llevan a cabo. Un
sucio ambiente permisivo, por parte de sus respectivos superiores, y no menos
culpables, otras altas autoridades o mandos, que debiendo supervisar o
fiscalizar a sus subordinados, en sus trabajos, lo consienten, bien por
negligencia o intencionadamente. Y una vez caídos en esta trampa, de fácil
entrada y difícil salida, la ansia de enriquecerse les impedirá dejarlo, hasta
ser descubiertos.
No ha mucho, conversando sobre este tema, tuve la
ocasión de confirmar mis dudas sobre lo corrupta que anda la sociedad en todo el
mundo, en especial en aquellos países de renta baja, y aún más, en los de renta
media, que suelen padecer mayores desigualdades económicas, como son aquellos
países de América latina y África, donde el sueldo o honorarios de los
funcionarios son tan precarios, que los complementan con artificios
fraudulentos, aprovechando el cargo que ostentan, bien robando o exigiendo
cobros fraudulentos de este tipo, a personas de su entorno, siendo funcionarios
al servicio de la sociedad y obligados a custodiar o proteger, los intereses de
los ciudadanos.
Los que, viajan y han conocido países de esta
naturaleza, lo han podido experimentar, cuando han sido victimas de extorsión o
robo en aeropuertos, hoteles, u oficinas del estado, en donde por unos
dólares, se compran a los funcionarios para que les facilitarán todo aquello que
no han podido conseguir de forma honrada y por derecho propio. Será esa
permisibilidad, la que sus superiores, aprovecharán, también, ya a escalas más
altas, para también enriquecerse ellos. Fondos que irán a bancos extranjeros o
bien los invertirán en negocios con empresarios de igual catadura que ellos.
El caso del ayuntamiento de Madrid en la concesión
de licencias ilegales, para abrir nuevas industrias, que supongo ya estarán los
expedientes que se levantaron contra ellos, en los tribunales de Justicia que
les conciernan estos delitos.
No es mi deseo, enredarme en toda este ambiente
desmenuzando este entramado delictivo, sino la de fijar mi atención más, en
las madrigueras que engendran tan putrefacta forma de vivir y de las que suelen
salir esta clase de sujetos. Y todo porque, se les han enseñado a considerar al
dios dinero, por encima de todo principio. Pienso que, el Anticristo no sea
otro, que esa vaca de oro sentada en un gran pedestal, al que tanta gente le da
culto. Por él, se sacrifican los más altos valores de la persona, el honor, la
dignidad, el decoro, la decencia, la seriedad, y otros. Es como, si el signo
del dólar, expuestos lo llevaran en alto a todo lugar, exclamando, eslóganes
tales como: Tanto tienes, tanto vales. Todo tiene su precio. La
importancia que tiene el dinero para una sociedad llena de intereses y cada vez
más vacía de contenido ético, que exige más bien estar y riquezas, mientras la
infortunio y miseria, a otros invade. Tan fuertes estos brotes de amor al dinero
y al placer son, que, aunque se haya adquirido una educación moral
extremadamente fuerte, cuantos, por debilidad, no han podido superar estas
tentaciones seductoras, y han hecho que sus propias convicciones y voluntad,
rueden por los suelos, para formar parte de este entramado corrupto.
Es una lucha continua del bien contra el mal, en la
cual quien más la padecen son los de clase pobre y humilde donde los pusilánimes
o cobardes son los primeros en caer, por ser incapaces de rechazar cualquier
ofrecimiento deshonesto que se les hace. No importa su clase social, religión,
educación etc.- Solo se trata de un momento de duda y coger este tren, cada vez
más lleno, que les lleva a la perdición.
Ojos que se vuelven ciegos, al brillo del oro, y
prendados quedan, porque a través de él, creen conseguir una vida más cómoda, y
licenciosa, que les colmará de bienes y dará fin a toda clase de necesidades e
incluso “les proporciona seguridad en el futuro”. Una jugada de riesgo, “que si
logran “ganar”, dejarían de tener privaciones materiales”. Y es aquí, donde
suelen equivocarse, creyendo que la felicidad la da solamente la trae el
dinero. Por lo que no es raro, que aquellos que buscan prosperar rápidamente,
empleen tanto tiempo en estos medios, para al final, perder lo más importante:
dignidad, credibilidad y afecto con los demás.
La raíz de todo lo expuesto,
pende más de los padres, la familia, educadores y buenas amistades y de un
estado derecho capaz de reprimir estos abusos. De la mano de todos está el
instruir por el recto camino a la juventud, educándoles y mostrándoles un
ambiente de honestidad y ejemplaridad. Cualquier vástago que crece en un sano
árbol es difícil que se tuerza.
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"Pa"
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