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 LAS CARTAS DE DON MANUEL

La manzana seductora

 MANUEL RUBIO

 

No te embauque una sonrisa o guiño, pueden ser fingidos. Argucias de quienes no han rostro y si careta, para emplear su hipocresía y picaresca. Pues, para fingir una emoción; práctica y condición, habrá de tener, para poder interpretar bien esta  farsa, con destreza y habilidad.

 

FOTO: MANUEL RUBIO

Una necesidad apremiante, una oportunidad ocasional o la simple curiosidad del ser, serán los motores que pongan en marcha, la argucia y perspicacia del despierto y sagaz descuidero, malandrín o ladrón.  Personajes todos, de mal vivir y poca confianza, cuando para ellos,  el  reclamo de un talego o prenda, llama a sus puertas y se convierte en su objetivo primordial. Ayer, hoy y mañana, siempre los hubo y habrá,  patanes andrajosos, mendigos o descuideros, bien o mal vestidos, dicho sea, de todas clases sociales, pero doctos en este oficio de las  malas artes,  muy conocidas, en todo lugar y tiempo.

 

Al igual que, las sensaciones orgásmicas fingidas por la prostituta, tienen como función, estimular al embaucado varón, con objeto de obtener de él, además de sus favores, beneficios varios lucrativos; así, obran algunos individuos, en la vida real, también dentro de la sociedad,  los negocios, la política y otras actividades. Personas de dudosa o baja  moral, que experimentadas en valerse de lo ajeno, aprovechan ciertas coyunturas, como el ambiente infecto en el que se desenvuelve esta ralea y  la ocasión. Una imperiosa ambición de poder riqueza o fama, les mueve a  buscar a través del engaño y la picaresca,  adoptar este comportamiento, que de lograr su objetivo, se beneficiará efímeramente. No hago mención en este grupo, al menesteroso o hambriento, que acuciado por la necesidad, se ve obligado a emplear similares tácticas, para sobrevivir.

 

Está en mi pensamiento, poner más énfasis en esa otra ralea,  que tras sus tareas cotidianas, se  enriquecen ilegalmente, por medio del fraude,  como empleados públicos de empresas privadas o publicas que son. Todos  de moral y principios bajos, que valiéndose de sus cargos se apropian  indebidamente de fondos o títulos que no les pertenecen,  y que les reportan pingües ganancias o beneficios. Y  como digo haciendo  uso del engaño o la trampa, en las transiciones o negocios que ilegalmente llevan a cabo. Un sucio ambiente permisivo, por parte de sus respectivos superiores, y no menos culpables, otras altas autoridades o mandos, que debiendo supervisar o fiscalizar a sus subordinados, en sus trabajos, lo consienten, bien por negligencia o intencionadamente. Y una vez caídos  en esta trampa, de fácil entrada y difícil salida, la ansia de enriquecerse les impedirá dejarlo, hasta ser descubiertos.

 

No ha mucho, conversando sobre este tema, tuve la ocasión de confirmar mis dudas sobre lo corrupta que anda la sociedad en todo el mundo, en especial en aquellos países de renta baja, y aún más, en los de renta media,  que suelen padecer mayores desigualdades económicas, como son  aquellos países de América latina y África, donde el sueldo o honorarios de los funcionarios son tan precarios, que los complementan con artificios fraudulentos, aprovechando el cargo que ostentan, bien robando o exigiendo cobros fraudulentos de este tipo, a personas de su entorno, siendo funcionarios al servicio de la sociedad y obligados a custodiar o proteger, los intereses de los ciudadanos.

 

Los que, viajan y han conocido países de esta naturaleza, lo han podido experimentar, cuando han sido victimas de extorsión o robo en aeropuertos,  hoteles, u oficinas del estado, en donde por  unos dólares, se compran a los funcionarios para que les facilitarán todo aquello que no han podido conseguir de forma honrada y por derecho propio. Será esa permisibilidad, la que sus superiores, aprovecharán, también, ya a escalas más altas, para también enriquecerse ellos. Fondos que irán a bancos extranjeros  o bien los invertirán en negocios con empresarios de igual catadura que ellos.

 

El caso del ayuntamiento de Madrid en la concesión de licencias ilegales,  para abrir nuevas industrias, que supongo ya estarán los expedientes que se levantaron contra ellos, en los tribunales de Justicia que les conciernan estos delitos. 

 

No es mi deseo, enredarme en toda este ambiente desmenuzando  este entramado delictivo,  sino la de fijar mi atención más, en las madrigueras que engendran tan putrefacta forma de vivir y de las que suelen salir esta clase de sujetos. Y todo porque, se les han enseñado  a considerar al dios dinero, por encima de todo principio. Pienso que, el Anticristo no sea otro, que esa vaca de oro sentada en un gran pedestal, al que tanta gente le da culto. Por él, se sacrifican los más altos valores de la persona, el honor,  la dignidad, el decoro,  la decencia, la seriedad, y otros.  Es como, si el signo del dólar, expuestos lo llevaran en alto  a todo lugar, exclamando,   eslóganes tales como: Tanto tienes, tanto vales. Todo tiene su precio. La importancia que tiene el dinero para una sociedad llena de intereses y cada vez más vacía de contenido ético, que exige más bien estar y riquezas, mientras la infortunio y miseria, a otros invade. Tan fuertes estos brotes de amor al dinero y al placer son, que, aunque se haya adquirido una educación moral extremadamente fuerte, cuantos, por debilidad,  no han podido superar estas tentaciones  seductoras, y han hecho que sus  propias convicciones y voluntad,  rueden  por los suelos, para formar parte de este entramado corrupto.

 

Es una lucha continua del bien contra el mal, en la cual quien más la padecen son los de clase pobre y humilde donde los pusilánimes o cobardes son  los primeros en caer, por ser incapaces de rechazar cualquier ofrecimiento deshonesto que se les hace. No importa su clase social, religión, educación etc.- Solo se trata de un momento de duda y  coger este tren, cada vez más lleno, que les lleva a la perdición.

 

Ojos que se vuelven ciegos, al brillo del oro, y prendados quedan, porque a través de él, creen conseguir una vida más cómoda, y licenciosa, que les colmará de bienes y dará fin a toda clase de necesidades e incluso “les proporciona seguridad en el futuro”. Una jugada de riesgo, “que si  logran “ganar”, dejarían de tener privaciones materiales”. Y es aquí, donde suelen equivocarse, creyendo que la felicidad la da solamente la trae el dinero.  Por lo que  no es raro, que aquellos que buscan prosperar rápidamente, empleen tanto tiempo en estos medios, para al final, perder lo más importante: dignidad, credibilidad y afecto  con los demás.

 

La raíz de todo lo expuesto, pende más de los padres, la familia, educadores y buenas amistades y de un estado derecho capaz de reprimir estos abusos. De la mano de todos está el instruir por el recto camino a la juventud, educándoles y mostrándoles  un ambiente de honestidad y ejemplaridad. Cualquier vástago que crece en un sano árbol es difícil que se tuerza.


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