Con la que está cayendo en
Palestina, parece que lo más normal del mundo es opinar, decir esto o aquello
otro, querer que acabe el horror o darle una explicación que sólo unos pocos
entiendan, pero no todos podemos “hablar” o expresar aquello que sentimos.
No estamos en uno de esos países que
van de seudo demócratas y ventilan páginas de Internet porque no son
políticamente de su agrado, no estamos agazapando la verdad porque estatalmente
no interese que se sepa, no, es mucho peor que eso, estamos frenando la libertad
de expresión de los ciudadanos que viven en nuestro país.
No me digan que la censura no existe
ya, cuando genética y históricamente nos gusta tanto prohibir, pero ahora está
más que contrastado porque los deportistas no pueden opinar públicamente en el
ejercicio de su actividad profesional y si a Ali le costó el título de campeón
mundial de los pesos pesados el negarse a combatir en Vietnam, a Frederic
Kanouté, delantero del Sevilla, festejar un gol luciendo en su camiseta la
palabra Palestina, en plena invasión israelí de la franja de Gaza, le ha costado
una multa de 3.000 euros.
Ciertamente no es lo mismo, pero
podría llegar a serlo.
¿Y hasta dónde -me pregunto-
podríamos llegar?, porque qué valor se le da a las declaraciones más o menos
visuales de un deportista, más o menos afamado, que no tenga cuando representa a
una determinada firma o se sienta en sus ratos libres a mantener amistades con
líderes políticos.
Bien es verdad que Maradona nunca
lució bajo su camiseta un fervoroso ¡Viva el Che!, pero las entrevistas que le
han hecho, las visitas y las fotografías avalan ante cualquiera cuales son sus
pensamientos.
Lo que me parece una hipocresía es
que no sé, si se acordarán de que los jugadores del Atlético lucían la
publicidad de Marbella, en la época de Gil, con el entramado de corrupción,
negocios y demás que después han salido a la luz publica a costa de tonadilleras
y cadenas privadas de máximas horas de audiencia, y ,en cambio, ninguno de los
jugadores podía llevar bajo su camiseta un slogan referido a sus mas íntimos
pensamientos, porque la FIFA se lo impide en su artículo 4 de las reglas del
juego.
Lo mismo tiene una explicación, por
no escuchar insultos específicos y en vez de acordarse de la madre del jugador,
el fororo del equipo contrario sólo es meter gol el futbolista y habiendo
abusado ya mucho de su color de piel, ahora podrían empezar a meterse con su
ideología...¡no si socialista tenia que ser el tío! O ¡si ya sabemos que eres de
derechas de todo la vida, pedazo de facha!
Las marcas de zapatillas, prendas
deportivas, o accesorios,… se gastan auténticas fortunas en que los mejores
deportistas las vistan, llegando el caso de que uno de mis lectores al sentirme
contenta porque Nadal había ganado no sé ya ni que premio, se enfadó mucho
porque decía que una de las marcas que llevaba en su camiseta estaba hecha con
el sudor de niños inocentes, no me acuerdo en que lejano país.
¿Y entonces nos parece más justo y
más ético que un deportista se lucre por la publicidad que lleva como un
abanderado del dinero y no nos parece bien que indique lo que piensa de
política, de religión o de la vida normal?... pues me parece una estupidez y una
tontería.
Nunca me gustaron las mordazas y no
me gusta que la gente calle lo que piensa, sobre todo porque mientras la gente
se siente a hablar, las guerras permanecerán quietas y los fusiles y las bombas
callados.
Las
opiniones son el reducto más intimo y más propio de cualquier ser humano, no me
gustan aquellos que lo ejercitan echándonoslas encima a los demás como si nos
vomitaran, pero lo prefiero mil veces a verlos amordazados o con la boca cosida
por normas o por leyes, por épocas o dictadores, por el poder del dinero o la
elección de alguien que pone sobre una mesa que se publica y que no.
DIARIO Bahía de Cádiz
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