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 EL SECRETO DE COPÉRNICO

¡Mira que la vida aprieta!

 ANA ISABEL ESPINOSA

 (Abogada, escritora y columnista  - http://anaisabelespinosa.blogspot.com -)   opinionanaespinosa@hotmail.com

 

ANA ISABEL ESPINOSA

Mientras se sigue debatiendo sobre la idoneidad de la sentencia a la madre sordomuda por la bofetada a su hijo, vamos pasando páginas del calendario, acercándonos al final de un año más, en el que habremos sido felices o nos habremos enamorado, en el que habremos perdido o ganado, o, incluso con suerte, con muchísima suerte, habremos sobrevivido a la propia vida, que nos campa alegremente ganándonos siempre la carrera.

 

Seguramente, en algún mágico momento, habremos suspirado de alivio frente a esa hija de mala perra que se nos sube a los hombros y nos oprime contra la tierra como diciéndonos lo poca cosa que somos y lo humanos que seremos, en comparación con los dioses que pueblan los cielos.

 

Y mientras Ulises volverá -como siempre- a Itaca por Navidad y Penélope le esperará con las trenzas hechas, o quizás no, porque definitivamente se hartó de esperar y se fue con un campesino -campechano y sonrosado- a labrar otras tierras donde la mujer no tenga que hilar frente al telar esperando al padre de su hijo, viendo como se comen su hacienda y no haciendo nada, por eso, porque es mujer y como tal objeto de codicia y deseo.

 

A estas fechas, Helena se habrá hartado de ser hija de Zeus y como tal hermosa y disputada por todos los Menelaos y Paris de este mundo y se habrá fugado con la Gorgona, que, de cerca y mirándola con cariño, ya no deja de piedra ni a las pobres rocas de río.

 

Y el mundo seguirá dando vueltas de necio, porque está agarrado a la peana de la mesa, porque es de plástico y con una bombilla clavada en el recto, igual que el pavo de navidad con su relleno efímero y festivo.

 

La gente recorrerá las calles en estos días y se olvidarán de todo al ritmo que marcarán las rebajas, mientras las carreteras se llenan de coches de aquí para allá, de gente sin felicidad en los rostros, atareados y vencidos.

 

Miriam ya debe andar por los madriles con los amigos que no la esperaban para navidad, porque ya la tenía comprometida, desde agosto y por todos los años mientras vivan, con los abuelos en el Ferrol, que ya se libró del caudillo.

 

La mayoría vegetaremos tirando de niños palante y cerrando oídos a todo lo que no queramos escuchar, viendo como nuestros padres ya son ancianos y les fallan las piernas y la vista y los dictámenes, antes tan seguros.

 

Recordaremos otros tiempos, que siempre serán mas felices porque se fueron y el cerebro es experto en desflorar la verdad y travestirla de princesa de Disney o cuento de hadas, para mostrárnosla como le da la gana y así hacernos meditar y parecer sabios y sesudos, cuando no somos más que aprendices de hilipollas.

 

Los días se harán cortos, porque es la cortedad la que nos envuelve, cortedad de miras y cortedad de dinero, de alma, de principios, de gente abocada a hacer cada día lo mismo, durante años.

 

Por eso Penélope cogió las maletas antes de Navidad y no esperó que volviera Ulises, que quizás, solo quizás, estaba muerto de gusto en los brazos de Circe, la maestra en maestría que enseñó a las mujeres a pensar y a transformar a los maltratadotes en cerdos, para luego comérselos. DIARIO Bahía de Cádiz

 

Volverán las golondrinas y se marchará el frío, volverán los niños al colegio y dejaremos de comer un turrón, que ya se nos atraganta en el empaste que nos pusieron hace meses, pero eso será mañana ,porque hoy aún silba el viento de poniente congelando mis oídos y aún puedo ver la barca de Helena y la Gorgona dirigiéndose a Melilla, o a Rota, o a alguna isla paradisíaca, donde no te miren por lo que siempre fuiste, ni por el que dirán, sino por tus hechos y acciones y donde amar por el hecho de amar, no sea considerado sacrilegio.


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