Spiritus et Alme presentó en el
Oratorio el programa titulado ‘El paraguas alemán’ para interpretar música
de compositores escogidos de la cultura barroca alemana. El concierto se
incluye en la serie programada en el IX ciclo de Música Antigua para jóvenes
intérpretes. El grupo Spiritus et Alme, con sede en Cataluña, es de reciente
creación y está formado por intérpretes cualificados, quienes actúan también
en otras formaciones y orquestas de música antigua de España y Francia.
Pocas veces la conjunción de los
factores adecuados no da el resultado esperado y se frustra el deleite de
una gran velada musical. En la noche del sábado tuvimos ocasión de
comprobarlo. La calidad técnica de los intérpretes de Spiritus et Alme, la
utilización de réplicas instrumentales del Barroco, una atractiva
programación musical no fueron suficientes para levantar el ánimo de los
presentes que, poco a poco, se diluyó en la apatía ante la interpretación de
un concierto que pasó para el público sin pena ni gloria. Quizás la palabra
más adecuada para calificar el concierto puede ser desangelado: le faltó
calidez, emoción; y eso a pesar del esfuerzo evidente de todos los músicos
en conseguir un exitoso concierto, que no cuajó.
De entrada, dejaron fuera uno de
los atractivos del grupo, la voz de la soprano francesa Céline Bros, para
limitarse a música puramente instrumental. El conjunto presentó su versión
más introvertida y resultó poco comunicativo, más preocupado por la
partitura y menos del resultado sonoro final. Por otro lado, la ausencia de
información sobre los compositores y las obras en el usualmente brevísimo
programa de mano de este ciclo impidió que los oyentes se instruyeran acerca
de los detalles del repertorio. Finalmente, la acústica del Oratorio no es
la más adecuada para el débil y delicado sonido del antiguo traverso,
instrumento utilizado en gran parte del programa,
Jordi Gironés agradó con su
interpretación en la tiorba, especialmente con la infrecuente interpretación
de pie con este instrumento. Muy eficaz resultó la interpretación de Eva del
Campo al clavicémbalo en su labor de acompañamiento del conjunto. Al violín
barroco de Giséle López, de sonido limpio en general, un tanto enmarañado en
algunos pasajes, le sobró sequedad en los finales de recorrido y, sobre
todo, errores de ejecución. Peter Krivda demostró un control y sensibilidad
notables en la viola da gamba. La depurada técnica en el traverso de Juan
Bosch y, sobre todo, su animosa interpretación ayudaron a sostener el
interés del público, a pesar del sonido tenue y matizado del instrumento.
Una ocasión malograda para el
grupo Spiritus et Alme, que acusó su bisoñez en esta ocasión, al que
deseamos mejor suerte en el futuro. DIARIO Bahía de
Cádiz Paco Mesa