El VI Festival de Música
Española se revitaliza con la incorporación de una novedad respecto a los
años anteriores: la colaboración de una agrupación orquestal de fuera de
Andalucía, la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Sería deseable que se
mantuviese esta iniciativa y que, en sucesivas ediciones, pudiésemos
disfrutar en este ciclo de la presencia de otras orquestas españolas, muchas
de ellas de gran nivel artístico.
La Orquesta Sinfonica de Esukadi
denota la madurez propia de las grandes orquestas, con la experiencia y
equipo suficientes para afrontar giras como la realizada en estos días por
Andalucía. Es el resultado de un gran trabajo de equipo con una confianza
inexhausta en sus posibilidades, que mantiene intacto su proyecto de
armonizar lo tradicional con lo nuevo, fuertemente enraizado en la tradición
cultural vasca. El trabajo de recuperación musical y de modernización que en
su día inició en el País Vasco el compositor Carmelo A. Bernaola con “su”
escuela de Vitoria, y que tiene su continuación en el prestigioso Musikene, Centro Superior de Música del País Vasco, y en otras instituciones, ha dado
impulso a una nueva generación de intérpretes y compositores, como los que
se dieron cita en el concierto sabatino.
Se abrió el programa con la obra
Itaun de Ramon Lazkano en la que intervino como solista el irunés
Iñaki Alberdi. Itaun surge de la colaboración de Ramón Lazkano con
Iñaki Alberdi, a quien el compositor donostiarra destinó unos años antes una
pieza para acordeón solo: denominada Aztarnak. En Itaun, pieza
de tipo concertante, “hay un diálogo directo entre el solista y la orquesta,
entre el individuo y el grupo” en palabras del propio autor. El compositor
utiliza el acordeón como inusitado medio para su tarea de inventar música
orquestal. Una obra que la Orquesta Sinfónica de Euskadi ejecutó con
disciplina y concentración para conseguir la construcción de un diálogo de
tensión creciente, elaborado en torno al acordeón como protagonista; música
de tesitura mutante, de motivos melódicos encapsulados, ahormada por
contrastes multiformes y que conduce al oyente a un universo de preguntas
que se expande en distintos planos musicales hasta extinguirse en un final
sin respuestas.
El joven Alberdi, considerado
el mejor acordeonista clásico actual, agradeció el caluroso recibimiento del
público a su interpretación con una propina, Alone de Erkki Jokinen,
en la que pudo exhibir su virtuosismo técnico.
La segunda parte del programa,
basada en la extensa Sinfonía Pirenaica, obra en tres movimientos que
el compositor vasco Jesús Guridi compuso en 1946, gustó mucho al público,
por su colorido y gama de contrastes, interpretada de forma entusiasta por
una orquesta espoleada con la agitada dirección del joven director, poco
atenta a contener los excesos de los tutti orquestales.
Como propina y cierre del
concierto se interpretó La Amorosa incluida en las Diez Melodías
Vascas de Guridi, en la que la orquesta volvió a retomar la senda del
equilibrio musical y dar intensidad emocional a esta preciosa obra.
DIARIO Bahía de Cádiz Paco Mesa