Manuel Guillén comenzó la sesión
del pasado domingo día 23 explicando el desarrollo de su proyecto. También
tuvo palabras de agradecimiento para los distintos autores, un ejemplo
notable de igualdad de género en esta ocasión, lo que demuestra la presencia
cada vez más acusada de las mujeres compositoras en la música española.
Excusó también la ausencia de la compositora Alicia Díaz y presentó a la
joven compositora Olivia Carrión, que asistía a la audición de su obra.
A iniciativa de Manuel Guillén y
el apoyo de la Fundación Autor, salió el pasado año un doble CD (Sello
Autor) con obras de cuatro generaciones sin diferenciar edad ni estilo y
procedentes de diferentes puntos de España. El concierto del domingo incluía
obras de un nuevo disco, que incluye obras escritas entre el año pasado y
2008. Al respecto, escribe en José Luis García del Busto en las notas
interiores de la edición discográfica: “Cuando nuestro violinista empezó a
dirigirse a compositores con esta idea de dar un trascendental empujón al
actual repertorio de música para violín solo, quizá no podía prever hasta
qué punto su iniciativa iba a prender, a ser secundada con entusiasmo por
tantos compositores, a cuajar en una realidad tan hermosa”.
La diversidad de estilos y de
conceptos musicales de los compositores quedó de manifiesto en las
diferencias notables entre las obras presentadas. Mientras
Un templo para Ifis,
estreno de la compositora madrileña Alicia Díaz, utiliza la
microtonalidad como elemento estructural de la pieza en la que el juego de
tensión-relajación se manifiesta en múltiples formas y recursos tímbricos,
Transparencias (2007) de Tomás Marco
muestra una escritura más lineal con alternancia de motivos. La placidez
rítmica, la simplicidad de escritura deja entrever con claridad la
intensidad emocional que se amplifica progresivamente. El autor comenta a
propósito de esta obra: “Está dedicada a Manuel Guillén y también lo
está a la memoria de mi madre que falleció justamente cuando emprendía la
composición. La obra es una especie de planto, algo que ya tenía planeado
antes de ocurrir ese hecho pero que sin duda lo acentuó. La estructura de
la obra está íntimamente relacionada con sus aspectos expresivos que cobran
una especial relevancia, aunque ello no haga descuidar en absoluto los
elementos formales”.
Olivia
Carrión presentó, también como estreno absoluto, una obra de escritura más
compleja, Violino Subito que se expresa como un mundo sonoro
más denso, reflejo de la preocupación por modelar un sonido en el cual las
variaciones tímbricas, dinámicas y de densidad se ajustan al juego de
texturas y contrastes que se propone.
Et in
terra pax, op. 97(2004) es una obra de
sentido espiritual, quizás la pieza más larga del programa, con un dinámico
trazado melódico que explota en polifonía pausada, brusco contraste con el
inicio. La última parte superpone polifonía y melodía en una
propuesta-resumen de gran riqueza rítmica, modulada con el aumento continuo
de la tesitura. Salvador Brotons explica su propia obra: “es una obra
concisa, escrita en un solo movimiento, que se inspira en el versículo Et in
terra pax del Gloria de la misa. La obra pretende mostrar un anhelo de paz
en un mundo agresivo, bélico y cruel. Distinguimos tres partes, separadas
por los cambios de tempo. La primera, Furioso, es la evidencia de un mundo
violento, implacable y muchas veces inhumano. El Lento que sigue es una
reflexión interna sobre las consecuencias de las guerras; la utilización de
las dobles cuerdas procura tensión expresiva a la música. La última sección,
Calmo, refleja la búsqueda de una paz celestial imaginada que se visualiza
en la lejanía: el violín, con sordina, empieza en el registro más grave y,
poco a poco, asciende hacia el agudo, hasta el estatismo de los fríos
armónicos finales”.
Epílogo
César Camarero es un ejercicio del dominio del tiempo-música, en el que se
expresan múltiples ideas mediante repeticiones de ráfagas melódicas
contrastantes en continua variación. Parece la expresión de un pulso entre
dos fuerzas contrapuestas que se expresan como lucha en el armonioso final.
De su obra comenta César Camarero
que “está formado por el contraste entre momentos estáticos, de un
melodismo de alguna manera cercano a ciertas músicas antiguas -que coincide
normalmente con el empleo del arco flautado y con los valores rítmicos
lentos-, y momentos de gran tensión, en los que la linealidad del tiempo
resulta un elemento fundamental. Así mismo, como en toda mi música, las
alturas muestran procesos de polarización y de desarrollo modal, de forma
que casi nunca se está escuchando el total cromático”.
Bluescape,
creada en 2007 por David del Puerto, la define el propio autor como
“una canción para cantar en cuatro cuerdas, junto a la ventana, tras la que
se desgrana el paisaje en azul de una tarde en la que los recuerdos se han
puesto en fila india, con sus sonidos, con sus aromas, con sus imágenes,
de escritura transparente”. El trazado del sonido se realiza con sencillez
de líneas, alternando en contrapunto melodía y glissandos acórdicos.
Feelings
de Zulema de la Cruz incluye tres piezas para violín solo, escritas
entre 2004 y 2007. Dos de ellas, las danzas Locura (2004) y Recuerdo (2007),
son la cuarta y séptima, respectivamente, de un grupo de siete danzas para
distintos instrumentos introducidas en su ópera Tagol. Dice la
autora: “Entre ellas se sitúa Romanza (2006), que fue escrita como
pieza lenta para completar el ciclo. Un grupo de intervalos interrelaciona
todos los sonidos de las piezas y una estructura sustentada en el número
aúreo rinde las proporciones, tanto en la macro como en la microestructura
de todas ellas. Este tríptico está pensado para interpretarse de forma
conjunta o como piezas independientes”. En Locura se acentúa la
claridad de la escritura musical; Romanza,
con un tratamiento más sugerente y sentimental,
destaca por la sencillez en su desarrollo y la delicadeza en su expresión y
Recuerdo es una pieza con reminiscencias barrocas soportada por una
sucesión de líneas melódicas arpegiadas. DIARIO
Bahía de Cádiz Paco Mesa
La calidad
del violinista Manuel Guillen es incuestionable, pero su gran trabajo de
interpretación pasará como de puntillas en la memoria del Festival por mor
de la escasa asistencia de público. Y, en este caso, no vale la excusa del
encaje horario que sufrieron los jóvenes autores del Taller Sonoro matutino;
una sesión a las 7 de la tarde en el magnífico Salón Regio de la Diputación
y el interesante programa presentado bien mereció mayor presencia de
público.