Aunque el tema de la noche se
desarrolló en torno a la música del tiempo de la Guerra de la Independencia,
que en este año cumplió su bicentenario, el principal mérito del concierto
fue la presentación de un tipo de música que parecía periclitada, la música
política o patriótica. El máximo exponente fue la audición de la obra de
José Luis López Aranda Tres canciones patrióticas.
La primera parte del concierto
se enfocó exclusivamente a la música instrumental. Fernando Sor, “el
Beethoven de la guitarra” en su época, también hizo incursiones en otros
géneros como la música sinfónica, óperas, canciones y piezas para piano. De
las tres sinfonías que compuso durante los primeros años del 1800, la única
que se interpretaba hasta hace poco era la tercera.
El asturiano Ramón Garay,
maestro de capilla de la catedral de Jaén, compuso, además de la música
religiosa a la que estaba obligado, diez sinfonías clásicas y una ópera, que
le dieron la fama suficiente para recibir una invitación para dirigir la
orquesta de Fernando VII en 1815. Fiel seguidor de Haydn, llega a citar un
tema de Haydn en la sinfonía nº 5, interpretada en este concierto.
A las obras instrumentales,
interpretadas con parsimonia, bien delineadas las voces, con gran equilibrio
sonoro, pero con pequeños desajustes entre las cuerdas, les faltó viveza. La
dirección de López Aranda, de amplio gesto, casi didáctico, pareció estar
más pendiente de evitar fallos que determinar un sentido lógico al discurso
musical. No son obras especialmente difíciles para los intérpretes como para
quedar tan condicionado a sus capacidades.
En la segunda parte, la
parsimonia se tornó en pesadez en algunos momentos de la interpretación de
las obras corales, especialmente en las Canciones Patrióticas de
Fernando Sor. La lentitud en la interpretación aumentó la dificultad para
las voces solistas que no estuvieron en su mejor nivel; secundadas en este
punto por una camerata vocal con voces justitas en fuerza y registro.. La
obra de encargo
Tres
canciones patrióticas
dedicadas
al bicentenario de la batalla de Bailén, con un final épico propio de este
tipo de piezas, está pensada como una canción estructurada en tres bloques
relacionados entre sí. Utiliza José L. López Aranda los recursos vocales de
forma inteligente, incluido recitados, con una interesante paleta melódica
y escénica; sobre todo en el núcleo central de la obra, una trama
multicolor de plegarias, imprecaciones y exhortaciones como contrapunto o
soporte de la inspirada voz solista.
DIARIO Bahía de Cádiz Paco Mesa