Dicen que
Cai es la luz, y Sara Baras le puso la elegancia, con su baile
Dicen
que Cai es la luz, y Sara le puso la elegancia, con su baile. Homenaje a su
madre, Concha, creadora de una rosa de La Isla y su Tertulia, de su sal y de su
sabiduría flamenca. Sabiendo estar. Modelando el tiempo. Envolviendo el compás
en seda y arte. Cómplice del viento en una noche de levante para darle a su
público lo mejor de ella... y del flamenco |
Sala: Teatro José María Pemán. Cádiz.
Espectáculo: Sabores. (Para Concha, mi madre).
Sara Baras.
Artistas invitados: José Serrano; Luis Ortega.
Dirección y coreografía: Sara Baras.
Director musical: José María Bandera.
Programa:
Bolero; Tangos; A fuego lento; La noche oscura;
Seguiriya; Taranto; Tanguillo; Alegrías; Martinete; Zambra; Soleá por bulería;
Bulería de Concha; Fin de fiesta.
La elegancia no va impresa en un código de barras
del Corte Inglés o del Lidl. Se lleva dentro e impide que otras cosas se noten.
Es hacer con naturalidad y sin actitudes forzadas que el espectáculo sea único,
diferente del resto. Tampoco es glamour. Es la finura de lo auténtico puesta de
manifiesto como si la discreción y la naturalidad fueran el “leit motiv”, pero
sin serlo. Si una
situación
es complicada, si surge la duda, siempre Sara, (Sarita) resuelve a favor de la
elegancia. Sara Baras estuvo inmensa. Sus manos y sus brazos llenarían por sí
solos el espectáculo, si no fuera por la fuerza que le ponen al baile sus
piernas, dominadoras del taconeo, aunque se trate del más difícil de los
compases.
El final de la gira en Cádiz, nos ha dejado un
espectáculo cargado de experiencia y sabiduría. Sara, de manera inteligente, da
su sitio a cada uno de los componentes del cuadro y a los artistas invitados,
que van desplegando a lo largo del espectáculo todas sus capacidades y arte. Una
apuesta que a priori pudiera parecer arriesgada, pero que al final resulta ser
inteligente, ya que sin sobreactuaciones, sin intervenciones innecesarias, Sara,
de la manera más elegante, va tomando el mando del espectáculo, poniéndole el
rumbo a su medida. Cuando le llega el turno al martinete, todo es compás, ritmo,
y entonces Sara los envuelve en seda
y
arte y nos los lanza desde el escenario. Un pase de pecho y deja el espectáculo
en suerte. La antesala del homenaje a su madre, Concha. Ahí queda eso,
mamá...Sin decirlo, porque sobran las palabras en este gran espectáculo que es
“Sabores”. Y luego el Fin de fiesta, con toda la compañía, con Sara jaleando,
como una más, derrochando simpatía, y belleza, de las que anda sobradísima.
Pocas cosas que criticar de la representación en
el Teatro Pemán. Si acaso, en cuanto a la escenografía, unos biombos laterales
que impedían ver a todos los músicos, y tal vez un poquito menos de sonoridad le
hubiera venido bien al tablao, que recogía hasta los deslizamientos de los pies.
Los
músicos estuvieron sobresalientes. La percusión y las guitarras en su sitio,
garantizando la musicalidad de los diferentes números creados por Sara. Bien al
cante.
Sarita ha crecido en arte, y en capacidad de
concebir un espectáculo, que de manera elegante es flamenco, distinto a los
demás. Con tradición y actualidad a la vez. El público vio un gran espectáculo y
a una gran bailaora, pero además se llevó a casa algo más. Algo difícil de
definir. Esa diferencia que marca Sara: Su elegancia. |
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