Iturralde dio un “peaso
concierto” en el Real Teatro de las Cortes de San Fernando el viernes 24,
dentro de la programación de Otoño. Así de rotundo. Pero además mimó al
público, que también es cierto que se volcó en aplausos con el veteranísimo
maestro navarro, pionero del saxofón en España. El maestro, catedrático del
conservatorio de Madrid, se encontró a gusto sobre las tablas del Teatro,
pese a que tuvo que tocar todo el tiempo sentado, aquejado de una lesión en
la pierna derecha.
Y esa buena sensación del
maestro, se reflejó en dos cosas: La primera, que interpretó un concierto,
concebido por él mismo desde la primera a la última nota, poniendo una gran
empatía con el público isleño, fruto de su larga trayectoria profesional, lo
que a la postre se tradujo en un pequeño homenaje al recordar a Manuel de
Falla, Joaquín Turina e incluso la
improvisación que hizo de ‘La
zarzamora’, en un solo de saxo que dejó boquiabierto a tirios y troyanos
La segunda, que se puso el traje
de maestro (quizá en parte por la presencia en la sala del director del
conservatorio de Cádiz, alumno de Iturralde, y amigo), y dio una lección
magistral al respetable, con ternura y cariño, explicando paso a paso porqué
tocaba cada pieza, sus modos tonales, cadencias y motivos que le inspiraron
para componerlas. El público no daba crédito a lo que estaba viviendo.
El concierto abarcó músicas que
el artista calificó de “etnofonías”, fruto de sus vivencias y experiencias
personales a lo largo de su vida. Hizo un alarde multiinstrumentista, y
utilizó el saxo soprano, el saxo tenor, y el clarinete, lo que le dio
diversidad, calidez y cercanía a la actuación.
Comenzó tocando al clarinete
“summertime” de la ópera Porgy and Bess de George Gershwin, para seguir por
un recorrido netamente norteamericano. Cómo no, un recuero para Donna
Hihgtower, con quien vivió horas y horas de jazz en el “whisky jazz Club de
Madrid”. Luego el paso a Portugal, versionando fados. De Portugal a Francia,
para poner los pelos de punta al público con su versión completa de “Les
feuilles mortes”. Luego Grecia, donde
a ritmo de 7 x 8 versionó
folclore griego en una obra compuesta por él mismo “Suite Helénica”, una
composición interesantísima, plena de sabor y donde puso de manifiesto las
concordancias de la música griega con la española.
Luego a España, tocando la
“nana” y “fuego fatuo” de Falla. Rindió homenaje a Turina, a quien conoció
fruto de sus primeras interpretaciones en público a los 15 años. Galicia y
País vasco también tuvieron su hueco en el concierto, junto con el homenaje
a Andalucía y el Flamenco, ya que no en vano Iturralde fue de los pioneros
en darle un toque flamenco al jazz.
Finalizó tocando sólo el piano,
como propina, y para sorpresa del respetable, interpretando a García Lorca.
Un concierto para
recordar, y para felicitarse por haberlo vivido. Los aficionados que no
pudieron asistir pueden comprar su disco donde recoge esta “etnofonía”
iturraldiana. DIARIO Bahía de Cádiz