El
público de Jerez demostró en el concierto de Pasión Vega en el Teatro Villamarta,
que no sólo sabe hacer palmas por bulerías, dando una verdadera lección de cómo
se lleva el compás por tanguillos, mientras Pasión cantaba las “Habaneras” de
Carlos Cano. Y es que Pasión Vega las canta como pocos saben hacerlo, y el
público la acompañó y la ovacionó.
Pasión Vega es la “nueva ola” femenina de la copla
española. Su voz cautiva, y sabe combinar en justa medida canciones del
recuerdo, de toda la vida, con composiciones plenamente actuales, con arreglos
de piano y violín fenomenales, utilizando recursos musicales “globales”. Así, no
es extraño encontrar en sus canciones influencias caribeñas y sudamericanas,
junto con las nuevas tendencias del flamenco fusión, incluso jazz y blues, donde
el piano trabaja las inversiones de acordes y disminuciones, manteniendo la
continuidad del sonido a base de llenar de notas y ligados el ambiente sonoro de
la sala. El violín interviene, pero de otra manera, es decir, como instrumento
cuasi-solista, con papeles mucho más destacados que el de antaño, de hacer
música de fondo, o rellenando huecos. Junto a todo ello, la guitarra flamenca
está siempre presente y en un lugar destacado, abriendo el tarrito de las
esencias en su momento oportuno, con un rasgado, con una falseta...
Pasión
posee una voz cálida y bonita, llena de matices y recursos, y si alguna
sugerencia podría dársele en sus interpretaciones, solo cabría la de pedirle que
trabaje un poco más la respiración, perfeccionando la técnica, lo que le
permitiría llegar a cotas más altas aún, si cabe, en sus interpretaciones de
temas tradicionales.
El concierto comenzó con “De tripas corazón”, una
canción de su último álbum, compuesta por Arturo Pareja Obregón, para luego
seguir con “Miénteme”, “Flaca de amor”, “Lunares”, “Las carceleras del puerto”,
“Teresa”, “Calle del almíbar”, “Lejos de Lisboa”, y “Bocas”, en lo que fue la
primera parte del concierto. La acompañaron ocho músicos y dos vocalistas a los
coros y palmas, en un formato que estuvo muy cuidado, con una iluminación que le
dio al escenario diferentes aspectos, según el tema interpretado. Al fondo del
mismo un telón simulado caía cada vez que finalizaba un tema, dando una
sensación más cálida e íntima al espectáculo, mientras que durante la
interpretación de los temas, servía de fondo de proyección de estrellas, dibujos
y otros motivos.
La segunda parte del concierto se la reservó
Pasión casi íntegramente para dar rienda suelta a la emotividad. “El viajero”,
“Curro agujetas” y “Ojos verdes”, pusieron al público en situación, y el momento
álgido llegó con la interpretación de “Como te extraño”, canción de Sabina,
dedicada a Camarón de la Isla,
que
cautivó los sentimientos de todos los que estábamos en el Teatro. Y no es para
menos, ya que como si de un recital flamenco se tratara, acabó regalándole al
respetable las últimas estrofas de la canción sin micrófono. A su vez, dos
sillas de enea en el escenario. Una vacía, en la otra Pasión. Cesa la música.
Calla el micro, se atenúa el escenario, y una luz blanca, resplandeciente,
ilumina la silla vacía. Fue el homenaje a Camarón. Todo el teatro puesto en pie
aplaudiendo. Después de eso sólo un tema como las “Habaneras” podría devolver el
público a sus asientos. Y así fue. Luego, “Tan poquita cosa” y “Malagueña”
cerraron “oficialmente” el concierto. Al final, de verdad, hubo dos propinas:
“Lucía” de Serrat y “María” de su disco “Banderas de nadie”.
No cabía un alfiler en el Teatro Villamarta. Todas
las entradas vendidas y un concierto esperado y agradecido por el público
jerezano. Como dijo al terminar, nos vemos el año que viene. Eso esperamos. |