La rapidez en los
monólogos, la incisividad y el gesto medido, claves de “Las Noches de Paramount
Comedy”
El Gran Teatro Falla se llenó para ver las
actuaciones de Juan Diego, Ángel Martín y Ricardo Castiella, bajo la conocida
fórmula de “Las Noches de Paramount Comedy”. La rapidez en los monólogos, la
incisividad del comentario y el gesto medido son la clave del éxito de este
formato de espectáculo que ya tiene sus añitos, dentro y fuera de España |
Sala: Gran Teatro Falla
Espectáculo: Las Noches de Paramount Comedy
Juan Diego; Ángel Martín; Ricardo Castiella
El Gran Teatro Falla se llenó para ver las
actuaciones de estos tres actores cómicos bajo la conocida fórmula de “Las
Noches de Paramount Comedy”. La rapidez en los monólogos, la incisividad del
comentario y el gesto medido son la clave del éxito de este formato de
espectáculo que ya tiene sus añitos, dentro y fuera de España.
A veces, decir muchas cosas en poco tiempo,
seguidas y sin dejar que la mente del espectador descanse ni un segundo, suele
funcionar, pero sin duda el saber alcanzar un buen ritmo no solo se consigue
haciendo que el monólogo sea trepidante. Ocurre
como en la música, que los tiempos de silencio son tan importantes a veces como
el sonido de una nota musical. Saber parar un segundo y decir lo que falta con
un gesto, con la escasa mímica que permite la atadura permanente del micrófono,
a veces produce una mayor risotada por parte del público.
Juan diego Martín, tuvo sin duda la mejor
actuación del trío de actores monologuistas, al menos en la actuación del
sábado, que es la que yo presencié. Sus referencias al género musical y luego al
cinematográfico hicieron reír al público con ganas. Su técnica esta basada en un
monólogo que busca el chiste en una temática, para ir metiéndote, sin que te des
cuenta, en otra temática diferente, para llegar a alcanzar en esta un nivel de
hilaridad parecido al de la anterior, y de inmediato busca la conexión con la
primera temática, con lo que consigue que vuelvas a reír con el recuerdo de lo
anterior, y así sucesivamente, manteniendo uno o dos especies de “leit motiv”
recurrentes que mantienen el pulso de la risa en el monólogo. El resto es ritmo
puro.
Ángel Martín le siguió en brillantez, y por último
Ricardo Castiella, que tuvo la actuación menos afortunada de la noche, tanto por
la temática, más complicada, como por la técnica utilizada, basada más en el
ritmo trepidante que en el cálculo del “tempo”.
Puede que yo haya visto muchas versiones de esta
fórmula de espectáculo, quizá demasiadas, entre las teatrales y las televisivas,
y quizá se me antoje ya un poco agotado el formato, pero lo cierto es que el
Falla estaba hasta la bandera, y con un alto predominio de jóvenes. Desde mi
punto de vista, sería bueno ir pensando en introducirle al espectáculo alguna
innovación que lo actualice. Aunque sea solo cambiar los carteles y el fondo de
ladrillos, o añadirle algún versillo, de vez en cuando... |
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