Sala:
Teatro Villamarta de Jerez
Münchner
Symphoniker.
Director: Philippe Entremont
Programa :
Ludwig van Beethoven
I Parte
Las criaturas de Prometeo Op.43g
Concierto para piano y orquesta nº4 en Sol mayor
Op.56
II Parte
Sinfonía nº 4 en Si bemol mayor Op. 60
Un brillante Philippe Entremont, director y
pianista, trajo al Teatro Villamarta de Jerez al Beethoven menos conocido. La
Orquesta Sinfónica de Munich se encargó de demostrar la genialidad del
compositor alemán, en una interpretación sencillamente extraordinaria.
No es común la audición de la Obertura del ballet
de Beethoven “Las criaturas de Prometeo”, obra joven del genio alemán. Prometeo,
mito griego recurrido con frecuencia por los compositores clásicos, no es sin
embargo
una obra que le haya dado mayor gloria a Beethoven. La interpretación de la O.S.
de Munich nos dejó fiel reflejo de una obra tildada de academicista, y sin
especiales peculiaridades en sus dos partes.
Philippe Entremont comenzó la segunda obra de la
noche, ocupando la banqueta del pianista solista, dirigiendo a la vez el
Concierto para piano y orquesta num. 4 en Sol mayor Op.56. El concierto
sorprende nada más iniciarse las primeras notas, pues son ejecutadas sólo por el
piano, nada común en la obra beethoveniana. Entremont hizo gala de su bien
merecida reputación como uno de los grandes pianistas y directores de la
actualidad. Pianista antes que director de orquesta, el maestro francés, es un
director bastante itinerante, habiendo dirigido infinidad de orquestas de todo
el mundo, además de poseer una importantísima lista de grabaciones con varias
casas discográficas. Su interpretación del concierto de Beethoven fue
extraordinaria. Un autentico lujo para el público del Teatro Villamarta, que
tuvo una aceptable entrada en esta noche dedicada por completo a Beethoven.
El programa concluía con la Sinfonía numero 4 en
Si bemol mayor Op. 60, obra escrita en cuatro movimientos y que refleja un
Beethoven plagado de jovialidad.
La cuarta sinfonía, ciertamente se encuentra
condicionada al encontrarse situada entre la tercera y la quinta sinfonías del
genio alemán, ambas rompedoras de convencionalismos, y a su vez suficientemente
justificadoras de la gloria del compositor de Bonn. A ello se suma el que la
misma responde a una concepción bastante más clásica que el resto de la
producción sinfónica de Beethoven. Quizá esto pueda explicar en parte la poca
frecuencia de su interpretación.
Sin embargo, objetivamente hablando, sin entrar en
comparaciones con las demás sinfonías beetovenianas, la obra merece la pena
desde el principio al final. Para mi, lo mejor es el último movimiento “Allegro
ma non troppo” donde la orquesta debe demostrar sus dotes de virtuosismo. La
Münchner Synphoniker hizo gala de ello, ejecutando a la perfección todos los
acordes, destacando clarinetes, fagotes y percusión, sin quedarse atrás toda la
madera.
Fuera de programa y como propina, Entremont nos
regaló la Obertura de “Le nozze di Figaro” de W.A. Mozart, ante el aplauso
insistente del público. Sencillamente genial.
En resumen una noche dedicada a Beethoven para
recordar, llena de virtuosismo tanto de Philippe Entremont como de la Sinfónica
de Munich. |
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