Día
07-01-06
I
D.Shostakovich “Obertura Festiva Op.96”
S.Rachmaninoff “Concierto nº 3 para piano y
orquesta Op.30”
Solista Leonel Morales
II
I.Albéniz “Tres piezas de la Suite Iberia”
S.Revueltas “Sensemayá, ritual para matar una
culebra”
A.Márquez “Danzón nº 2”
J.P.Moncayo “Huapango (tres sones
veracruzanos)”
Día
08-01-06
I
Bxtehude-Chávez “Chacona en Mi Menor”
J.Sibelius. “Concierto en Re Menor, para violín
y orquesta Op.47”
Solista Giovanni Angeleri
II
E.Granados “Tres danzas españolas”
H.Villa-Lobos “Bachiana Brasileira nº 4”
Carlos Chávez “Sinfonía nº 2 India”.
Uno de los platos fuertes de esta primera edición
del Festival Sevilla 05*06 Entre Culturas, sin duda fueron los dos conciertos
ofrecidos por la Orquesta Sinfónica del Estado de Méjico (OSEM), que bajo la
batuta de su Director Titular, Enrique Batís, actuó los días 7 y 8 de enero de
2006 en el Teatro de la maestranza de Sevilla.
Más de 90 músicos llenaron el escenario de La
Maestranza, en un despliegue lleno de ilusión por parte de los componentes de la
OSEM.
Enrique
Batís, mejicano, no sólo es el director actual de la OSEM, sino que en su día,
hace 35 años, fue fundador de la misma. Goza de una merecida reputación en toda
Hispanoamérica, y ha dirigido multitud de orquestas importantes de todo el
mundo. Posee destacadísimas grabaciones discográficas, y es Director invitado
permanente de la Royal Philarmonic Orchestra de Londres. Durante dos días
consecutivos ha hecho disfrutar a un variopinto público sevillano del sonido de
una impresionante orquesta, como es la OSEM. Y eso que el primer día de
representación, no vimos a un Bátiz a gusto, sino más bien un poco forzado, lo
que sin duda le llevó a responder en las postrimerías del concierto a un
espectador que, emocionado gritó “Viva Méjico lindo y bonito”, con un “También
sabemos tocar otras cosas...”
El programa de ambos días estuvo concebido bajo la
fórmula de la convivencia de culturas, unidas por un puente musical figurado,
donde el paso de una cultura a otra se hace por la Península Ibérica, con
composiciones españolas, o más bien de compositores españoles. Así, ambos
conciertos, dieron comienzo, un día por los lejanos parajes siberianos de
Shostakovitch, y otro por los cuasi polares de la Finlandia de Sibelius, para
pasar por España y finalizar en Hispanoamérica, fundamentalmente Méjico.
Para llevar a buen puerto este propósito musical,
la OSEM contó con dos solistas de lujo: El pianista cubano nacionalizado y
afincado en España (catedrático del conservatorio de Castellón) Leonel Morales,
y el violinista italiano Giovanni Angeleri, en posesión del premio “Paganini” de
Génova, uno de los galardones para violín más importantes del mundo.
Leonel Morales, interpretó el conocido Concierto
nº 3 de Rachmaninoff de manera impecable, destacando la ejecución del “Finale”.
El día siguiente le correspondió el turno de
solista a Angeleri, quien tuvo una interpretación verdaderamente virtuosa del
concierto en Re Menor para violín y orquesta de Sibelius, concierto proclive al
lucimiento del violín solista, y que Angeleri supo aprovechar perfectamente,
pese a la compleja frialdad que transmite esta obra, no demasiado conocida, de
Sibelius al público.
Del resto de la programación hay que decir que
Enrique Bátiz con la OSEM estuvo sobresaliente en la interpretación de la
Obertura Festiva de Shostakovich, pero donde realmente llegaron al punto más
álgido de todas las representaciones fue a la hora de interpretar a los autores
hispanoamericanos. “Sensemayá, canto para matar una culebra” del mexicano S.
Revueltas, fue sencillamente una interpretación maravillosa, y la fuerza,
decisión y contundencia de “Huapango” del también mejicano José Pablo Moncayo
nos mostraron el Méjico limítrofe con los Estados Unidos. Del segundo día de
representación me quedo con la “Bachiana brasileira nº 4” de H. Villa-Lobos,
brasileño del siglo XX que nos va nombrando sutilmente ritmos y sonidos
populares brasileños, sobre la base de la música de Bach. Verdaderamente
interesante. También impresionante la “Sinfonía nº 2 “India” “del afamado
mejicano Carlos Chávez, donde por fin la OSEM desplegó todas sus posibilidades
en la percusión, haciendo gala de una pluralidad de instrumentos autóctonos. La
decisión, el empuje y la fuerza del director son decisivas en este tipo de
obras, que necesitan de un buen “chile jalapeño” como acompañamiento, cosa que
sabe hacerle director.
Sin embargo, no estuvo tan bien Bátiz en lo que a
las interpretaciones de piezas españolas se refiere. Ni las “Tres danzas
españolas” de Granados, ni las “Tres piezas de la suite Iberia” estuvieron a la
altura deseada, que desde mi punto de vista no necesitan del exceso de énfasis
y vehemencia con que Bátiz ataca muchas de las obras que dirige.
Después del programa oficial hubo propinas para todos los gustos,
y el segundo día, con un Bátiz mucho más suelto, y que agradeció al público el
“Pequeño Paraíso” que es Sevilla, todos contentos y en la confianza de volver a
ver a la OSEM en futuras ocasiones.
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