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 Crítica

Guerra de novelas, poemas, sonetos y tercetos en el aulario de La Bomba

Una auténtica batalla se libró anoche en el aulario de la Bomba, con la peculiaridad de que la confrontación fue literaria, y en la que un supuesto enemigo de malos poetas arremete, a los pies del Parnaso, contra otro ejército, el de los buenos vates, utilizando como armas un arsenal de novelas, rimas, breviarios y toda suerte de recursos literarios. Al final vencen los buenos... los buenos poetas, claro

  JESÚS SÁNCHEZ-FERRAGUT (Cádiz). 20-10-2005

 

Obra: Viaje del Parnaso

Sala: Aulario de la Bomba. Cádiz.

Compañía Nacional de Teatro Clásico

Autor: Miguel de Cervantes

Versión: Ignacio García May

Director: Eduardo Vasco


Difícilmente se podrá encontrar un escenario más adecuado que el aulario de la Bomba para dar vida a esta representación cervantina: Un antiguo cuartel, hoy sede universitaria, es sin duda el mejor marco para la figura de un Cervantes abrazado a una borgoñota* y sentado sobre un atadillo de libros.

 

Una auténtica batalla se libró anoche en el aulario de la Bomba, con la peculiaridad de que la confrontación fue literaria, y en la que un supuesto enemigo de malos poetas arremete, a los pies del Parnaso, contra otro ejército, el de los buenos vates, utilizando como armas un arsenal de novelas, rimas, breviarios y toda suerte de recursos literarios. Al final vencen los buenos... los buenos poetas, claro.

 

La Compañía Nacional de Teatro Clásico estrenó su primera representación en 1986, homenajeando a Calderón con la puesta en escena de una de sus obras: “El médico de su honra”. Desde ese momento no ha dejado de representar obras de nuestra literatura clásica en el Teatro de la Comedia de Madrid y recientemente, desde su cierre por reformas, en el Teatro Pavón, también de la Capital. La Compañía, dirigida en los primeros momentos por Marsillac (pasados unos años volvería a dirigirla de nuevo), contó con la inapreciable colaboración de Carlos Cytrynowski como director técnico y realizador de las escenografías y los trajes de las representaciones. Desde mi punto de vista, Cytrynowski fue el verdadero creador del nuevo estilo que la Compañía introducía en las representaciones de la comedia española clásica. Los diez años de trabajo del genial argentino en esta constante creación de los signos de identidad perduran hoy día tras su fallecimiento, y ya nos hemos acostumbrado a esta manera de poner en escena de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. La primera obra de ellos que tuve la suerte de ver fue en 1986 “Los locos de Valencia”, a la sazón segunda puesta en escena de la Compañía. Para mí, las diferencias (el antes y el después de la fundación de la Compañía) estaban, y están, en que el espectador, ahora, tiene la sensación en todo momento del “ritmo” de la obra, y ello se consigue a base de respetar lo mejor posible el verso del autor. La rima nos conduce sin altibajos durante todas las representaciones que la Compañía pone en escena. Las otras diferencias son la escenografía y los trajes, el vestuario. De repente, las representaciones es como si hubieran pasado del blanco y negro al technicolor. Todo cambia, y un aluvión de recursos de todo tipo son utilizados en la escena. Se cuidan los decorados acudiendo a conceptos mucho más universales y actuales. Se emplean técnicas propias del cine. Se huye de lo barroco y el recargo, y se cuidan los vestidos al máximo, de tal forma que en ocasiones el traje del actor o de la actriz se integra tanto en el decorado que llega a serlo.

 

La representación de ayer (por el miércoles 19 de octubre) en Cádiz de “Viaje del Parnaso”, basada en un poema extenso de Miguel de Cervantes, responde a la inquietud de la Compañía por participar en el IV Centenario de la publicación del Quijote. La obra supone una nueva apuesta por encontrar espacios más pequeños donde representar, y supone un reto al no ser el trabajo de partida, el poema extenso de Cervantes, una obra de teatro en sí misma. Sin embargo el resultado es magnífico, y lo básico no se cambia: La palabra en forma de verso sigue ahí. Es el motor de toda la representación, y así se percibe. A su vez se introducen los títeres y muñecos que son tratados de manera exquisita, sorprendente. El resto del decorado muy bueno, así como la iluminación, que además de jugar con las tonalidades te ayuda a seguir la trama en cada momento en el lugar donde se desarrolla lo principal. La orquesta: arpa, viola de gamba, corneta y percusión, estuvo bien integrada en todo el contexto. Los actores, de primera, demostraron sus habilidades multidisciplinares: Manejan los títeres, cantan y actúan. Israel Elejalde, José Luis Acobendas, Fernando Cayo, José Luis Patiño e Iñaki Rikarte merecieron el sincero y reconocido aplauso del respetable a un impecable trabajo. No se pierdan hoy la segunda y última representación en Cádiz. Merece la pena.


 

*BORGOÑOTA: Casco ligero, dotado de una cresta y desprovisto de visera,  y que por esto mismo dejaba el rostro completamente al descubierto, si bien tenía una parte saliente destinada a proteger los ojos. Fue utilizado por los soldados españoles avanzado el siglo XV, hasta el XVII.

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