Algunos compositores suelen
decir que una sola nota ya es música. El espectáculo que Yllana y Ara
Malikian ofrecieron en ‘Pagagnini’ tuvo muchas notas; hubo mucha música.
Pero en sus manos fue un pretexto para elaborar un programa de humor sin
palabras sobre un texto musical sin sentido. Hay que reconocer que el
espectáculo es animado, a veces divertido, y en general muy previsible. Una
fiesta para el público, de todas las edades, que completó el aforo del
Falla.
El espectáculo está construido a
base de escenas, unas más logradas que otras, llevadas con ritmo vivo que
mantiene la atención del espectador en todo momento. Porque ese es el truco,
mantener atento al espectador sobre la truculenta y extravagante acción de
los actores-músicos y bastante menos sobre la interpretación de las piezas.
Elegidas las primeras piezas musicales entre las obras más conocidas del
público, Sarasate, Paganini, Falla, Bocherini se ejecutan con golpes de
efecto y evoluciones continuas de los actores en el escenario; por cierto,
habituales intérpretes de música clásica en valiosas agrupaciones, siendo
Malikian el más reconocido entre ellos. El libanés Ara Malikian es uno de
los más brillantes violinistas de su generación
Ciertamente, no pretenden
engañar a nadie; en el programa de mano, advierten de su pretensión de
conseguir un divertido y sorprendente des-concierto a fin de reinventar la
manera de concebir un recital.
Luego, ya justificada la
apariencia de un espectáculo musical y la necesidad de tan cualificados
intérpretes, se transforma en una parodia de sí mismos con la complicidad de
los espectadores. Dos de ellos, chica y chico no elegidos precisamente al
azar, participan de esta parodia y juntos rellenan una parte del
entretenimiento. Apartados del reclamo concertista, el espectáculo se
desarrolla en otro terreno, donde los actores tantean con atrevimiento
estilos musicales más actuales; incluso un músico súbitamente enamorado
canta con voz melosa La Javanaise de Serge Gainsbourg. Hay divertidos golpes
de efecto y números interesantes, incluso didácticos, como la demostración
de creación musical a partir de un violín eléctrico y un soporte electrónico
simple.
El respetable se entretuvo,
disfrutó, se rió, aplaudió, agradeció con prolongados aplausos el trabajo de
los ¿artistas?, ¿actores?, ¿payasos? No sé si da igual la respuesta, pero el
éxito de público indica que la propuesta funciona.
DIARIO Bahía de Cádiz