Dentro del XXIV Festival
Internacional de Música ‘Manuel de Falla’ organizado por el Ayuntamiento de
Cádiz, se presentó el pasado sábado 24 de mayo en esta ciudad esta
reconocida agrupación de cuerdas. La Camerana de Praga participa
habitualmente en importantes festivales europeos y ofrece conciertos con un
repertorio que incluye obras del barroco, clasicismo, romanticismo y
composiciones contemporáneas.
Para esta ocasión, sin embargo,
el grupo eligió un programa poco arriesgado tanto desde el punto de vista
artístico como técnico. La agrupación checa liderada por el violinista Pavel
Hula, estructuró su programa en torno al nacionalismo romántico, destacando;
en especial, a los representantes checos de este movimiento musical. El
núcleo del programa, el clímax, se vivió en la parte central del concierto
con las obras de los compositores checos Smetana y Dvořák.
El concierto resultó entretenido
pero apenas brillante, las obras interpretadas gustaron pero, en general. no
entusiasmaron al público. La velada musical, en la cual la emoción y
sensibilidad predominó sobre la brillantez de la interpretación, se
desarrolló en un clima de placidez y sin sobresaltos. Se antoja este
concierto una ocasión malograda por la Camerata Praga para obtener un éxito
rotundo en Cádiz. En todo caso, merecerá la pena verlos pronto de nuevo,
mejor con una programación más arriesgada y variada.
Comenzó el concierto con el
Adagio y fuga KV 546 de Mozart, con el público poco centrado en la
interpretación y algo ruidoso. La interpretación, profesional y sin fisuras
pero rutinaria y algo desganada, no contribuyó mucho en captar la atención
del público que llenaba a medias el Teatro Falla. La versión para cuerda del
Nocturno Op. 8 y el Andante festivo de Sibelius, posiblemente
el último representante del nacionalismo romántico aún en el siglo XX,
agradó al público asistente a este concierto que paulatinamente ganaba en
emoción e interés.
La adaptación para cuerda del
célebre Moldava de Smetana mostró las cualidades esenciales de la
Camerana Praga: precisión y contención en la interpretación, conjunción
excelente y equilibrio entre las voces e invitación a la placidez. Aunque la
ampulosidad y brillantez orquestal de esta obra se pierde en su reducción a
cuerdas, la aplicación de un tempi más ligero y el toque más vivo en las
cuerdas ayudaron a dotar de intensidad y emoción a esta versión. El público
percibió estas cualidades y escuchó con interés y expectación la adaptación
del Moldava, que no hace olvidar la versión original.
El comienzo de la segunda parte
del concierto se vivió con silencio reverente y emoción contenida: Martin
Sedlak, como cello solista, junto con el resto de la agrupación checa
interpretó una sentida y apreciada interpretación de Silencio del bosque
Op. 68 y el Rondó Op.94 de Dvořák. No es frecuente asistir a
conciertos con el cello como solista, que suelen reservarse a figuras
consagradas; pero el joven Sedlak demostró tener recursos sobrados para
afrontar retos aún mayores. El público aplaudió con entusiasmo su actuación.
A partir de ahí, el concierto
fue de más a menos. La interpretación de la Suite de Holberg, de
E.Grieg, con danzas inspiradas en las suites barrocas (Prelude, Sarabande,
Gavotte, Músete, Air, Rigaudon), sirvió para anotar detalles de Pavel Hula
como violinista y poco más.
El público, generoso,
aplaudió con fruición a la Camerata Praga que interpretó la Suite para
cuerdas de Janáček como propina y se despidió del público, ante sus
renovados aplausos, con la interpretación de la conocida Polka pizzicato
de J. Strauss. DIARIO Bahía de Cádiz