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 Crítica

“Doña Francisquita”, estreno de la temporada en el Villamarta confirma que la apuesta por las producciones propias del teatro jerezano va dando sus frutos

No cabe decir sino parabienes de la iniciativa del Teatro Villamarta de coproducir junto con la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía una producción propia anual. En esta ocasión, “Doña Francisquita”, de Amadeo Vives, una apuesta segura, por ser considerada una de las mejores zarzuelas del S. XX, que además abrió la Temporada de Otoño del Teatro jerezano. La apuesta por la música, unida a una estupenda puesta en escena, un vestuario impecable y la constante preocupación por mantener el movimiento de los personajes, coros, bailarines y figurantes en el escenario, dotan a la producción jerezana de una mayor carga de espectáculo

  JESÚS SÁNCHEZ-FERRAGUT (Jerez). 17-09-2006

 

Sala: TEATRO VILLAMARTA. JEREZ

Obra: “DOÑA FRANCISQUITA”, Comedia lírica en tres actos de Amadeo Vives.

Libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw

Reparto:

Doña Francisquita: YOLANDA AUYANET

Fernando soler: JORGE DE LEÓN

Cardona: CARLOS DURÁN

Aurora: BEATRIZ LANZA

Don Matías: ALFONSO ECHEVERRÍA

Lorenzo: MARIO RODRIGO

Irene La de Pinto: JULIA ARELLANO

Coro del Teatro Villamarta, Director Ángel Hortas

Orquesta MANUEL DE FALLA, Director Luis Remartínez

Dirección de Escena, Francisco López. Escenografía y vestuario, Jesús Ruiz. Coreografía, Javier Latorre.

Producción: Teatro Villamarta, en Coproducción con la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía


No cabe decir sino parabienes de la iniciativa del Teatro Villamarta de coproducir junto con la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía una producción propia anual. En esta ocasión, “Doña Francisquita”, de Amadeo Vives, una apuesta segura, por ser considerada una de las mejores zarzuelas del S. XX Allende los mares, en las dos Américas, la del Norte y la del Sur, se tiene a “Doña Francisquita” como modelo a estudiar de lo español, de su música y de su teatro. Razones no faltan: Sobre la base de ser una obra inspirada en otra, de Lope de Vega, “La discreta enamorada”, “Doña Francisquita” es sinónimo de lo madrileño y lo castizo. Sus representaciones han marcado la cronología del madrileño Teatro de Imagen de archivo de esta famosa zarzuelala Zarzuela, ya que fue la obra escogida para la reapertura del mismo coincidiendo con su centenario en 1956. Posteriormente volvería a ser la obra elegida para, transcurrida la etapa en que fue sede de la Ópera madrileña, se reabrió en 1985 como Teatro Lírico Nacional de la Zarzuela. Pero además de estas razones, genios actuales de la lírica, como Plácido Domingo, María Bayo (merece la pena oír su versión de la “canción del ruiseñor”) o Ainhoa Arteta, se han encargado de mitificarla en esos países. Hace poco tuvimos la ocasión de escuchar a Plácido en una estupenda entrevista televisiva a raíz de su interpretación de “Luisa Fernanda” en el Teatro Real. En la misma nos decía cómo trabajó ya desde joven con la compañía de sus padres, interpretando dos y tres zarzuelas diarias en el continente americano. Si además de lo dicho, “Doña Francisquita” resulta ser una obra de una musicalidad exquisita, con letras estupendas, festiva, y con recursos para la escena, se entiende el porqué de su éxito dentro y fuera de España.

 

El estreno Villamartino de “Doña Francisquita”, al cual tuve la suerte de asistir, estuvo marcado por varias notas distintivas, las cuales intentaré resumirles. En primer lugar, los tres actos de la que la versión original está compuesta, se reunificaron en dos partes, representándose los dos primeros en la Primera parte y en la Segunda, el tercer acto. En esta representación se han eliminado algunos diálogos en favor de una representación más musical, favoreciendo con ello el espectáculo, sin que constituya eso una modificación sustancial o adaptación temporal de la misma. Efectivamente, esta manera de destacar más la música, unida a una estupenda puesta en escena, un vestuario impecable y la constante preocupación por mantener el movimiento de los personajes, coros, bailarines y figurantes en el escenario, dotan a la producción jerezana de una mayor carga de espectáculo. En realidad, probablemente, sea ésta una de las mejores maneras de “actualizar” la obra, sin que realmente se lo haga, ya que el público de hoy está acostumbrado a ver espectáculo, y disfrutarlo. Es cierto que se pierde parte de lo que de cultural tienen los diálogos que expresan ese habla del Madrid de finales del XIX, pero a cambio se tiene un buen espectáculo, y con una duración también bastante aceptable.

 

Los cantantes

 

En su conjunto la representación fue un éxito, y en lo que se refiere a los cantantes, la mayoría de ellos fuertemente aplaudidos, fueron recompensados por un público que lo pasó bien. Y creo que lo justo es decir que la media fue alta y el conjunto estupendo. Es cierto que no hubo ninguna descompensación, entre los cantantes, ni por exceso ni por defecto. Yolanda Auyanet, soprano canaria, de nacimiento y formación, interpretó el papel de Doña Francisquita con soltura, pese a lo complicado de la canción del ruiseñor, donde quizá no brillara especialmente en los sobreagudos finales, pero que no restó en definitiva a su labor en toda la obra. Destacable, desde mi punto de vista, el tinerfeño Jorge de León, quien estuvo impecable toda la representación, y el público así lo entendió.

 

Discreto estuvo  el tenor Carlos Durán, que no encontró un buen acomodo, aunque bien en el papel dramático. La santanderina Beatriz Lanza, soprano, tuvo una buena actuación, destacando sus capacidades interpretativas. Bien la madrileña Guadalupe Sánchez, mezzosoprano. También tuvo un papel bien llevado Alfonso Echeverría, bajo como Don Matías. Mario Rodrigo, tenor y Julia Arellano completaron el cartel. Aunque con un pequeño papel, destacar a Pedro Miguel Calvo en el papel del “lañador”.

 

La escena y la coreografía

 

Esta producción del Teatro Villamarta apuesta por una escenografía ágil a la vez que seria, pese a ser una obra que representa a un Madrid en carnavales. La escena refleja fielmente el Madrid de la época utilizando recursos muy actuales. La responsabilidad de la escena y vestuario recayó sobre Jesús Ruiz.

 

La coreografía, desde mi punto de vista ha supuesto un gran avance en esta representación, estando realmente equilibrada e integrada en la obra, conceptual y materialmente. Creo que en este apartado la producción supera a la anterior producción “Carmen”. Javier Latorre fue el responsable.

 

 

 


   

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