La sesión de la noche del martes
3 de junio estaba inscrita en el ciclo de conciertos que se desarrolla en el
Museo Provincial con el patrocinio de la Academia de Estudios Orquestales
Fundación Barenboim Said y que pretende mostrar el panorama musical en
España y Europa del periodo de desarrollo de la Constitución de Cádiz. El
acto se celebró en la sala Murillo del Museo de Cadiz que se convirtió por
breve tiempo en sala de conciertos, aunando a un tiempo arte pictórico y
Kunst (en alemán, arte) musical. .
Lleno total en la sala para
asistir al concierto promocionado por la Asociación Qultura. La sala del
museo, dedicada al archiconocido pintor, no es el sitio ideal para la
audición musical, debido a las condiciones acústicas del recinto; la falta
de medios para controlar el calor creciente que hubo en la sala, calor que
hizo mella en los jóvenes intérpretes; y el perceptible ruido de fondo de
los sistemas de acondicionamiento. Pero, sin duda, es uno de los más bellos
de Cádiz para la contemplación estética.
El breve programa de mano, de
pequeño formato y primorosa factura, nada decía sobre el Cuarteto Kunst y
sus componentes. Kunst Quartet, su verdadero nombre, es un grupo de cámara
de reciente creación, surgido al amparo del Master de Interpretación de la
Academia de Estudios de la Fundación, y está compuesto por jóvenes valores
de la música española actual. Basta decir que el primer violín José Manuel
Martínez ha culminado su formación musical en la estadounidense Universidad
de Indiana, lugar donde es profesor de la String Academy, labor que comparte
con sus actividades concertistas; que. Mª Dolores Bono desarrolla su labor
docente en la cátedra de violín del Conservatorio Superior de Música y que
la linense Ana Elena Sancho estuvo en la Joven Orquesta de Andalucía.
El Cuarteto abordó con
sencillez, suficiencia y desenvoltura todo el programa, creando la atmósfera
adecuada. Sin embargo, la afinación destemplada del conjunto, la dinámica
poco contrastada y la falta de ligazón en el discurso sonoro le restaron un
punto de nitidez y fluidez al concierto. José Manuel Martínez exhibió una
digitación limpia y un buen manejo del arco, aunque renuencia al vibrato.
Ana Elena Sancho mostró personalidad y carácter musical al violonchelo, con
un vibrato sugerente y poderoso. Tuvieron pocas ocasiones para lucirse Maria
Dolores Bono y Amaya Martínez; pero las resolvieron con buena factura, más
técnica la primera y elegante la segunda.
Atacaron el Cuarteto de cuerda
nº 17 de Mozart con delicadeza y dulzura en el primer movimiento. El segundo
sonó más empastado y expresivo; pero, a pesar de algunos desfallecimientos
en el sonido, fue en el tercer movimiento donde alcanzaron el equilibrio
sonoro e interpretativo. Fueron sus mejores momentos. En el cuarto
movimiento destacaron por los ataques delicados en los pasajes más vivos y
la desenvoltura en el intercambio de las voces.
El Allegro del Cuarteto nº 3 de
Arriaga resultó una bonita pieza en manos del Kunst Quartet, que dio
carácter a la interpretación de la obra. Los intérpretes maniobraron en la
ejecución con admirable habilidad y moderación expresiva.
En la segunda parte, la
interpretación del Cuarteto de cuerda D804 de Schubert basada en
temas de su ópera “Rosamunde”, tuvo muchos altibajos. En esta obra, los
músicos pusieron sentimiento y delicadeza al primer movimiento; sin embargo,
el sonido resultó embarullado en el Andante del segundo movimiento, dominado
por el violín segundo, en exceso lineal. No hubo fluidez y empaste, más
preocupados los ejecutantes por la resolución técnica que por el efecto
sonoro. Tampoco resultó acertado el tempo tan lento del tercer movimiento.
El creciente calor en la sala debió pasar factura en los intérpretes porque
parecieron cansados y sin la viveza inicial. Faltó coherencia en este
movimiento y demasiado desvahído el sonido, incluso en el violonchelo tan
colorido durante toda la sesión. Se recuperaron en el movimiento final de la
obra, con las adecuadas recreaciones rítmicas del Allegro moderato.
DIARIO Bahía de Cádiz