A medio
camino entre el recital lírico
y el “unplugged” neoyorquino
Ligero de equipaje, con vaqueros y camisa blanca, en un
espectáculo cargado de canciones, sentimientos y recuerdos, encantado de estar
en Cádiz, presentó Joan Manuel su último trabajo, “100 x 100 Serrat”. A medio
camino entre un recital lírico y un “unplugged”
neoyorquino, Serrat intimó con el público gaditano,
que llenó por completo el Teatro Pemán |
Ligero
de equipaje, con vaqueros y camisa blanca, en un espectáculo cargado de
canciones, sentimientos y recuerdos, encantado de estar en Cádiz, presentó Joan
Manuel su último trabajo, “100 x 100 Serrat”.
A medio camino entre un recital lírico y un
“unplugged” neoyorquino, Serrat intimó con el público gaditano, que llenó por
completo el Teatro Pemán. Alrededor de 40 actuaciones y el cartel de “no hay
localidades” precedían el concierto de Cádiz. Sólo su guitarra y el piano del
maestro Ricardo Miralles acompañaron a Serrat en el concierto que comenzó con un
conocido tema “Menos tu vientre” y que continuó con su “Mediterráneo”. ¿Quién no
ha cantado alguna vez Mediterráneo? La de anoche fue una estupenda versión,
donde no se echaron en falta otros instrumentos, y donde Joan Manuel hizo todo
un alarde llenando de acordes el diapasón de su guitarra. No todas las canciones
estuvieron acompañadas de su guitarra, pero sí un buen número de ellas. A
destacar, en general los buenos arreglos, y en particular estupendas versiones
de temas como “Tu nombre me sabe a
hierba”,
“La saeta” o “Cantares”, esta última bordada en una interpretación en clave de
madurez, demostrando el conocimiento mutuo que se tienen cantante y pianista,
dando su sitio a la guitarra, y ligando un acorde con otro sin solución de
continuidad, arropando al espectador, meciéndolo, mimándolo, para decirle al
oído: Caminante no hay camino, sino estelas en la mar…
El escenario, decorado con sobriedad. En el
centro, un taburete alto, estilo “art nouveau” con terciopelo rojo. A la derecha
un pequeño velador con una cubitera y dos copas de, presumiblemente, cava, y una
silla. A la izquierda el piano. En un par de ocasiones se sentó Serrat en el
velador, para dirigirse en tono confidente al público, mientras que otras lo
hizo desde el centro del escenario.
Hasta
22 canciones interpretó Serrat la noche del miércoles, entre las que también
estaban “Una mujer desnuda en lo oscuro”, “Esos locos bajitos”; “Señora”; “Lo he
visto todo de ti”; “Canço del lladra”; “Caprichoso el azar”; “Disculpe el
señor”; “Una de piratas”; “Muñeca rusa”; “Romance de Curro el Palmo”; “Fiesta”;
“Donde quiera que estés”; “Hoy puede ser un gran día”; “Aquellas pequeñas
cosas”; “La saeta”; “Penélope”; “Lucía”.
Todas versionadas para la ocasión.
Interpretaciones muy diferentes de las de su última gira, antes de su
convalecencia, donde actuando junto a una orquesta sinfónica, tuvo que
interrumpir la gira para luchar contra el cáncer.
El público de Cádiz disfrutó de la noche, y de un espectáculo
reposado, intimista, avalado por la experiencia, tanto de Serrat como del
pianista, Miralles. |