En
su salsa. Andy&Lucas disfrutaron e hicieron gozar a miles de gaditanos y
visitantes de una agradable velada en plena playa Victoria. Y por la cara, como
nos gusta a nosotros. Y como era gratis y pocos hay que no sepan y canturreen
gran parte del repertorio del “dúo dinámico” de Cádiz, el éxito estaba
asegurado, éxito que se mide en miles de personas: 80.000 según los
organizadores del evento, que rebajaron las cifras que se dieron durante el
concierto de hasta 100.000 almas. Qué exagerados somos.
El concierto de Andy&Lucas era la segunda cita y
última de este I Festival Cádiz Latino que el Ayuntamiento se ha sacado de la
manga para llamar a lo que años atrás han sido conciertos en la playa,
llánamente, sin rodeos ni ta búes
políticos. En el primero de ellos, Niña Pastori, Merche y Malú también salieron
por la “puerta grande”. Y en este segundo, los chicos de La Laguna “cortaron
oreja y rabo”.
Aunque la cita se hizo de rogar. Programado para
las diez, no fue hasta veinte minutos después cuando –sorpresa, sorpresa-
apareció como presentador del acto el granhermano Ismael, que no se cansó de
recordar que todos estábamos allí reunidos gracias al Excelentísimo Ayuntamiento
de Cádiz, que se había montado un dispositivo con nosecuantos miles de watios de
sonidos, de luz, y pantallas, y adelantó que como teloneros –no anunciados-
cantarían dos nuevos valores de la tierra: Pablo Vega y Mesalla. El primero puso
ganas, pero no tuvo tiempo para que el público se hiciera a la idea de que no
había venido a verlo cantar. Luego, la isleña Mesalla, sí se ganó, poco a poco
al respetable, después de ocho temas, y con mucha fuerza.
Así, el ambiente estaba caldeado sobre las once,
cuando Mesalla acabó por bulerí as.
A partir de ahí, tocó esperar –con pitos de impaciencia incluido-, hasta que
poco antes de las once, al fin saltaron al ruedo Andrés y Lucas, que con un buen
directo, y un buen montaje –aunque el juego de luces a veces era
incomprensible-, fueron regalando los compases de Celos, Dime que me quieres,
Tanto la quería, Mi barrio, Carita Morena, Madre, o Son de amores, entre otros
de sus éxitos de ambos discos.
Por medio, Lucas más locuaz y atrevido –más
sinvergüenza, vamos- dio rienda suelta a su afán de protagonismo, con
posturitas, con variados gorros, y con su gracia, la grasia de Cádi: “hoy es el
día más feliz de nuestras vidas”. Así de concluyente comenzó el recital. Por su
pa rte,
Andy, siempre más escondido entre tema y tema, sólo se dirigió al público antes
de cantar la canción que salió de su pluma “Madre”, y por culpa de su hermano. Y
con la música, las niñas –y no tanto- y el resto de asistentes –al menos los más
cercanos al escenario-, cantaron, y se movieron “al ritmo de María”, y
encendieron móviles y mecheros al aire con los sones más románticos.
Más allá, detrás de la última pantalla, el
concierto se siguió al estilo playero, sentado en la fría arena dorada, y
regando el gaznate. Y alrededor de todo el tramo del paseo que colinda con el
cementerio, miles de personas se paraban a curiosear, entre cabezas, y
escuchaban algunos temas. Nadie quiso perderse la fiesta. Ni Teófila, por
supuesto.
Realmente fue una fiesta de música, de música hecha en Cádiz, por
gaditanos, y para los gaditanos –y visitantes-, que terminó sobre la una y
media. Un éxito multitudinario que demuestra que Andy&Lucas, en contra del
dicho, sí son profetas en su tierra.
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